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«La yihad no es guerra, y mucho menos santa»

Académicos arabistas denuncian que en occidente la concepción del término yihad, que no implica una obligación de defender al islam mediante la violencia, es sesgada y errónea

El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (RAE) define a la yihad como la “guerra santa de los musulmanes”. En el imaginario colectivo de los países occidentales la palabra yihad suele evocar la imagen de una banda de musulmanes ataviados con banderas negras y armados hasta los dientes con el objetivo de dar muerte los infieles.

Sin embargo, distintos arabistas coinciden en apuntar que la concepción de la yihad como una ‘guerra santa’ es errónea. “Es una traducción sesgada que corresponde a la mirada eurocentrista con la que miramos el islam”, señala Luz Gómez García, profesora de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid. “La yihad no es guerra, y mucho menos santa; los musulmanes no van a aceptar nunca ese término”, sentencia. Otro investigador en ese campo, Amil Moustadi, de la Universidad Complutense de Madrid, cree que ese tipo de definiciones no se contextualizan porque “toman como base una ideología concreta”.

Literalmente, la yihad significa ‘esfuerzo’. Según recoge Luz Gómez en su Diccionario de Islam e Islamismo, la yihad es la obligación doctrinal que tiene el musulmán de esforzarse para instaurar en la tierra la palabra de Dios, el islam, combatiendo si es necesario.

Existen dos tipos de yihad. El primero, ‘gran yihad’, hace referencia al esfuerzo frente a las malas inclinaciones y tentaciones, la lucha por la purificación del alma. Algo que guarda semejanzas con la lucha ascética cristiana. Según Amil Moustafi, es un “esfuerzo individual para estar bien”. Esta ética religiosa revierte positivamente sobre el resto de personas debido a que “sólo cuando el individuo está en equilibrio puede alcanzar la armonía con su comunidad”.

El segundo, ‘pequeña yihad’, se refiere a la lucha contra aquellos que atacaron con anterioridad a la comunidad musulmana. Sin embargo, no existe un consenso acerca de qué se considera un ataque.

El tipo de obligación y los límites del combate e la yihad se interpretan de forma muy diversa dependiendo del lugar y de la rama del islam que se profese. La lógica de los grupos que se creen legitimados para imponer sus creencias mediante la violencia es que la yihad es una obligación equiparable a los cinco pilares fundamentales del islam (profesión de fe, dar limosna, ayunar en el Ramadán, peregrinar a la Meca y orar cinco veces al día). Sin embargo, la mayoría de musulmanes conciben la yihad como una “obligación ausente” que queda fuera de los pilares de su confesión.

En cuanto al combate, muchos arabistas apuntan que solo está justificado en clave defensiva para detener una agresión, proteger la misión del islam o defender la libertad. “Se concibe como un modo de resistencia cuando invaden tu país o te echan de tu tierra”, apunta Amil Moustadi.

«Los atentados de París no deberían interpretarse como yihad»

Para Moustadi, atentados como el de París “no deberían interpretarse como yihad”. A su modo de ver, se enmarcan en un contexto geopolítico identitario y no en uno religioso. “Otros musulmanes se sintieron ofendidos por las caricaturas y se fueron a un juzgado a denunciarlo, no cogieron un arma”, explica Moustadi.

Repensar qué es yihad

Luz Gómez explica que el Corán está abierto a interpretaciones y que se debe entender teniendo en cuenta el contexto histórico. Amil Moustadi, en una línea similar, apunta que la Biblia o la Torá también tienen pasajes que incitan a la violencia, pero que la inteligencia colectiva de los pueblos los interpreta y los adapta a las sociedades modernas. Por eso, llama a «alcanzar un consenso” para repensar qué es yihad».

«El yihad, tal y como está concebido por los terroristas, estaría prohibido en el islam», explica Adil Moustadi, que recuerda que las referencias al respeto a la vida en el Corán son mucho más numerosas que aquellas que pueden ser interpretadas como una legitimación del uso de las armas. «El islam no justifica el asesinato», sentencia.

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