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La vicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo viaja al Vaticano para participar en el Consistorio Cardenalicio en el que se nombrarán dos cardenales españoles

Encabeza la delegación del Gobierno de España. La vicepresidenta del Gobierno en funciones, Carmen Calvo, viajará este viernes 4 de octubre de 2019 a Roma –nada más terminar el Consejo de Ministro– para participar en los actos del Consistorio cardenalicio convocado por el papa Francisco en el que recibirán la birreta dos españoles: el presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, Miguel Ángel Ayuso Guixot y el arzobispo de Rabat, Cristóbal López Romero.

Se trata de un punto de inflexión en la representación institucional del actual Ejecutivo socialista en un Consistorio, sobre todo, teniendo en cuenta el desdén con el que se abordó el celebrado en junio del año pasado –donde fueron reconocidos Luis Fernando Ladaria y Aquilino Bocos–, donde no se envío tan siquiera a un secretario o secretaria de Estado.

Según ha confirmado fuentes de Moncloa, la vicepresidenta socialista aterriza hoy en el Vaticano «en son de paz».

«Se trata de un gesto que busca mostrar la normalidad de las relaciones entre ambos Estados», añaden fuentes del Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad.

De esta manera, Calvo sellará la reconciliación con la Santa Sede después de la tensión generada a lo largo del pasado curso político por la exhumación de los restos de Franco, ahora prácticamente encarrilada tras la sentencia del Tribunal Supremo.

La decisión de visibilizar su agradecimiento se habría tomado a pesar de estar ya en plena precampaña electoral, tiempo en el que los socialistas suelen aprovechar para marcar distancia con respecto a la Iglesia.

Por un lado, el encuentro que tuvo lugar hace un año entre la vicepresidenta y el secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolin, donde Calvo constató la buena voluntad de la Iglesia a pesar del tono amenazante con el que acudió a la audiencia se resolvió con una rectificación pública por parte del Vaticano a unas declaraciones de la política socialista sobre la inhumación, un hecho inédito en la historia de las relaciones diplomáticas con nuestro país.

Meses después, el desencuentro se produciría a raíz de una entrevista del ya ex nuncio en España, Renzo Fratini, –«Han resucitado a Franco»– que llevó a Carmen Calvo a elevar una queja formal ante Secretaría de Estado.

Sin embargo, Moncloa ha constatado la no injerencia manifestada por la Iglesia desde que, hace quince meses, Pedro Sánchez presentara una de las medidas estrella nada más llegar a la presidencia del Gobierno.

La Santa Sede, la Conferencia Episcopal y el Arzobispado de Madrid han remado en una misma dirección y con un mismo mensaje: mantenerse al margen, no obstaculizar, presentar el caso como un problema únicamente entre Ejecutivo y familia y acatar la decisión judicial.

Incluso cuando se buscó presionar al arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, para que evitara que los restos de Franco fueran depositados en la cripta de la catedral de la Almudena por expreso deseo de la familia, el cardenal evitó caer en el barro político.

Ahora todo parece haber quedado atrás y es la propia vicepresidenta en funciones la que realizar un camino de reconciliación, regresando al punto de partida.

Es más, Calvo no solo asistirá mañana a las cuatro de la tarde a la celebración en la basílica de San Pedro presidida por el papa Francisco y en la que el neocardenal Ayuso tomará la palabra en nombre de los 13 nuevos purpurados.

Esta noche, la vicepresidenta participará en la tradicional recepción y cena que tendrá lugar en la histórica Embajada de España cerca de la Santa Sede, en la que se encontrará, entre otros, con el presidente de la Conferencia Epsicopal, Ricardo Blázquez, además de los cardenales Osoro y Omella.

Eso sí, al parecer, Calvo habría buscado un nuevo encuentro en privado con Parolin. Sin embargo, la premura en la petición y las dificultades para ajustar la agenda del secretario de Estado vaticano en una jornada como la de mañana, podría obligar a sustituir la audiencia por un saludo previo.

Tras concluir la ceremonia en San Pedro, la vicepresidenta y su equipo regresarán a Madrid, por lo que no participarán en la apertura del Sínodo Panamazónico que tendrá lugar el domingo.

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