Tengo la edad de seguir teniendo ideas. Mi nieto tendrá poderes y obligaciones que ni sospechamos. Mis amigos ateos son al menos tan felices como mis amigos creyentes. Mi política es la de Philip Petit. Colaboro con la Obra Social de La Caixa y mañana diserto en CosmoCaixa. Hace poco sufrí un terrible ataque cardiaco y ahora llevo una aorta artificial.
– Le sienta bien: tiene usted buen aspecto.
– Estoy vivo y agradecido, por eso he escrito Gracias a la bondad.
– ¿No debería ser gracias a Dios?
– No. Es gracias a la bondad de los humanos. En ese artículo explicaba que estoy vivo gracias a nuestros antepasados más altruistas que dedicaron sus vidas a la ciencia y la medicina. Son ellos los que me han salvado.
– ¿Y no dedicaba sus oraciones a los que habían rezado para que usted se curara?
– No soy ingrato. Se las agradezco mucho, de verdad, pero la próxima vez tampoco es necesario que sacrifiquen una cabra por mí.
– Y si usted hubiera muerto, ¿qué?
– Pues nada. Se acabó y ha sido estupendo.
– ¿No le da pena?
– Para mí es fácil aceptarlo – lo sé- porque he tenido una vida llena de felicidad y éxitos, inmensamente realizada. Sería mucho más difícil aceptar ese final en la nada para un adolescente con un terrible cáncer mortal.
– ¿Qué le diría a ese adolescente?
– Si en su lecho de muerte me mirara a los ojos y me preguntara qué le
iba a pasar, no le podría mentir. Le diría lo que creo.
– Si usted deja a la vida sin continuación la deja también sin propósito.
– La evolución -una idea muy poderosa si tenemos alguna más- no tiene un propósito ni una dirección ni un sentido claro.
– ¿No vamos hacia ningún sitio?
– El universo tiene un sentido mucho más obvio en lo pequeño que en el todo. Jacobs decía que el sueño de una célula es convertirse en dos células.
– Llenar el vacío.
– Eso tiene un sentido, como todos los millones de mecanismos y sistemas que encajan dentro del universo y evolucionan, pero cuando intentamos dar sentido al todo… Entonces la primera tentación es Dios. O te crees el Génesis sin más
o, más sofisticado, ves la evolución como un diseño inteligente inspirado por Dios o, más sutil todavía: piensas que Dios no crea el universo, sino que es el universo el que está creando a Dios…
– ¿Cómo?
– Lo sugiere Teilhard de Chardin ante el desafío para la religión de Darwin: la evolución no es sino mejora continua de lo existente.
Seremos mejores y mejores hasta que lleguemos a un punto omega
– Estoy vivo y agradecido, por eso he escrito Gracias a la bondad.
– ¿No debería ser gracias a Dios?
– No. Es gracias a la bondad de los humanos. En ese artículo explicaba que estoy vivo gracias a nuestros antepasados más altruistas que dedicaron sus vidas a la ciencia y la medicina. Son ellos los que me han salvado.
– ¿Y no dedicaba sus oraciones a los que habían rezado para que usted se curara?
– No soy ingrato. Se las agradezco mucho, de verdad, pero la próxima vez tampoco es necesario que sacrifiquen una cabra por mí.
– Y si usted hubiera muerto, ¿qué?
– Pues nada. Se acabó y ha sido estupendo.
– ¿No le da pena?
– Para mí es fácil aceptarlo – lo sé- porque he tenido una vida llena de felicidad y éxitos, inmensamente realizada. Sería mucho más difícil aceptar ese final en la nada para un adolescente con un terrible cáncer mortal.
– ¿Qué le diría a ese adolescente?
– Si en su lecho de muerte me mirara a los ojos y me preguntara qué le
iba a pasar, no le podría mentir. Le diría lo que creo.
– Si usted deja a la vida sin continuación la deja también sin propósito.
– La evolución -una idea muy poderosa si tenemos alguna más- no tiene un propósito ni una dirección ni un sentido claro.
– ¿No vamos hacia ningún sitio?
– El universo tiene un sentido mucho más obvio en lo pequeño que en el todo. Jacobs decía que el sueño de una célula es convertirse en dos células.
– Llenar el vacío.
– Eso tiene un sentido, como todos los millones de mecanismos y sistemas que encajan dentro del universo y evolucionan, pero cuando intentamos dar sentido al todo… Entonces la primera tentación es Dios. O te crees el Génesis sin más
o, más sofisticado, ves la evolución como un diseño inteligente inspirado por Dios o, más sutil todavía: piensas que Dios no crea el universo, sino que es el universo el que está creando a Dios…
– ¿Cómo?
– Lo sugiere Teilhard de Chardin ante el desafío para la religión de Darwin: la evolución no es sino mejora continua de lo existente.
Seremos mejores y mejores hasta que lleguemos a un punto omega
óptimo en que todo y todos seremos un ser perfecto: la divinidad.
– En cambio, usted sólo me ofrece una evolución sin sentido y sin meta.
– ¿No se encuentra a gusto siendo un ente independiente? ¿Se sentiría usted mejor reducido a aceptar ser un mero instrumento de Dios para cumplir sus designios? Pues entonces lea Una vida con sentido del pastor Rick Warren, ha vendido cuatro millones de libros diciendo que el Génesis es una verdad literal. Y ahora su meta es convertir todo el planeta a la cristiandad…
Y ha hecho mucho bien a mucha gente, lo digo sin ironía: los libros sagrados están llenos de buenas intenciones y ayudan… Siempre que no se impongan, desde luego.
– Y dan un propósito al mundo y a tu vida, ergo una obediencia y una jerarquía.
– A mí me gusta la idea de que el propósito de nuestra vida emerge gradualmente a medida que la vivimos. Es lo que ha sucedido en el universo, donde las sustancias químicas se mezclaban sin sentido aparente en el caos hasta que de repente una combinación de sustancias logró una unidad que pudo hacer una copia de sí misma…
– Y ahí empezó todo…
– Ahí empezó el sentido que usted irá descubriendo a medida que avance su vida, aunque, al principio, parezca no tenerlo.
– ¿Tienen dirección las nubes?
– Esa es tal vez mi teoría más influyente: la actitud intencional. Somos agentes con intenciones y por eso nos proyectamos y tendemos a pensar que todo lo que se mueve como una nube o un animal tiene una mente racional que trata de hacer algo. Así creemos que el río trata de llegar al mar y la nube quiere llover: son personificaciones que han determinado la historia de la ciencia.
– Y el río sólo es agua sin voluntad.
– No tiene intención consciente de hacer nada, desde luego, no como nosotros, pero se la supusimos, como se la suponemos a todo lo que se mueve, y eso determina nuestro modo de pensar y entender el mundo.
– ¿Acaso los genes no son egoístas?
– No es que los genes sean egoístas, es que sólo sobreviven y procrean los que actúan de forma egoísta.
– ¿Qué es la inteligencia?
– Una máquina de interpretar el pasado para anticipar el futuro y por tanto de darnos poder sobre el devenir. Pero ese poder viene acompañado de responsabilidad, por eso a medida que sabemos más, también tenemos más responsabilidad.
Saber que hoy hay millones de personas que mueren por pobreza nos convierte en responsables de ese sufrimiento.
– Su nieto será mucho más sabio y por lo tanto más responsable que nosotros.
– Flynn ya demostró que cada generación es más inteligente que la anterior: mi nieto aprenderá en el cole nociones prodigiosas que requirieron del genio de muchos Nobel para ser concebidas.
– En cambio, usted sólo me ofrece una evolución sin sentido y sin meta.
– ¿No se encuentra a gusto siendo un ente independiente? ¿Se sentiría usted mejor reducido a aceptar ser un mero instrumento de Dios para cumplir sus designios? Pues entonces lea Una vida con sentido del pastor Rick Warren, ha vendido cuatro millones de libros diciendo que el Génesis es una verdad literal. Y ahora su meta es convertir todo el planeta a la cristiandad…
Y ha hecho mucho bien a mucha gente, lo digo sin ironía: los libros sagrados están llenos de buenas intenciones y ayudan… Siempre que no se impongan, desde luego.
– Y dan un propósito al mundo y a tu vida, ergo una obediencia y una jerarquía.
– A mí me gusta la idea de que el propósito de nuestra vida emerge gradualmente a medida que la vivimos. Es lo que ha sucedido en el universo, donde las sustancias químicas se mezclaban sin sentido aparente en el caos hasta que de repente una combinación de sustancias logró una unidad que pudo hacer una copia de sí misma…
– Y ahí empezó todo…
– Ahí empezó el sentido que usted irá descubriendo a medida que avance su vida, aunque, al principio, parezca no tenerlo.
– ¿Tienen dirección las nubes?
– Esa es tal vez mi teoría más influyente: la actitud intencional. Somos agentes con intenciones y por eso nos proyectamos y tendemos a pensar que todo lo que se mueve como una nube o un animal tiene una mente racional que trata de hacer algo. Así creemos que el río trata de llegar al mar y la nube quiere llover: son personificaciones que han determinado la historia de la ciencia.
– Y el río sólo es agua sin voluntad.
– No tiene intención consciente de hacer nada, desde luego, no como nosotros, pero se la supusimos, como se la suponemos a todo lo que se mueve, y eso determina nuestro modo de pensar y entender el mundo.
– ¿Acaso los genes no son egoístas?
– No es que los genes sean egoístas, es que sólo sobreviven y procrean los que actúan de forma egoísta.
– ¿Qué es la inteligencia?
– Una máquina de interpretar el pasado para anticipar el futuro y por tanto de darnos poder sobre el devenir. Pero ese poder viene acompañado de responsabilidad, por eso a medida que sabemos más, también tenemos más responsabilidad.
Saber que hoy hay millones de personas que mueren por pobreza nos convierte en responsables de ese sufrimiento.
– Su nieto será mucho más sabio y por lo tanto más responsable que nosotros.
– Flynn ya demostró que cada generación es más inteligente que la anterior: mi nieto aprenderá en el cole nociones prodigiosas que requirieron del genio de muchos Nobel para ser concebidas.