El conjunto de Cofradías han pedido que la final de la Copa del Rey no se celebre en los días de Semana Santa, porque, al ser televisada, “distorsiona la celebración a nivel nacional” de sus procesiones. (¡!). Si eso lo hubieran pedido sólo a los Clubs de Fútbol no tendría más transcendencia que ese humillante reconocimiento de antemano de que les iban a meter un gol, de que iban a perder la partida, de que son menos interesantes para la ciudadanía que un partido de fútbol, a pesar de costarnos más aún a todos en dinero y en molestias de tráfico.
Sin embargo, lo más grave es que también han pedido lo mismo al Jefe del Estado, volviendo a la antidemocrática y anticristiana costumbre de querer imponer por la fuerza un acto religioso; rito que, encima, consiste en un espectáculo ostentoso y superficial –“católicos de bautismo y procesiones”-, que tiene muy poco que ver, cuando no es directamente contrario, a lo que Jesús enseñó que debieran hacer sus discípulos, y a la aconfesionalidad que exige nuestra Constitución.
Por sus obras los conoceréis”, dice en Evangelio. Así son de sectarios esos “capillitas” de la Santa España, herederos de aquella identificación de la religión y del Estado que durante tantos siglos impuso en casi todo el país el Islam (no es casual que esas cofradías sean más fuertes donde más dejaron sus huellas los musulmanes), y así intentan seguir imponiéndose por la fuerza, perjudicándonos gravemente a los cristianos de verdad y al resto de los ciudadanos.
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