Descargo de responsabilidad
Esta publicación expresa la posición de su autor o del medio del que la recolectamos, sin que suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan lo expresado en la misma. Europa Laica expresa sus posiciones a través de sus:
El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.
Cuando las creencias se estancan en una literalidad dogmática ciega a las metáforas, son un peligro para la convivencia
La verdad es un ejército móvil de metáforas. El literalismo, una forma de dogmatismo, de exclusividad simbólica. Ocurre en las ciencias, las religiones y el llamado laicismo. En las tres la ausencia de movilidad se convierte en esclerosis. Pero no hay que engañarse. Movilidad no significa avance. Movilidad es aquí, o al menos así lo entendió Nietzsche, desprendimiento simbólico, ligereza, ironía. La creencia, tanto científica como religiosa, si no es irónica, acaba siendo una losa con la que tiene que cargar el individuo o la sociedad. Las naciones modernas rinden culto a la sociedad, el nuevo ídolo, a ser posible, tecnologizado y científico. Es una opción. De ahí que miren a las religiones por encima del hombro. Pero ese laicismo, en su momento tan necesario, con el tiempo se dogmatiza y volvemos a la monserga de púlpitos y minaretes, perdemos esa movilidad, esa ligereza, que nos permite ver, caminando, los diversos sistemas simbólicos, sus beneficios y sus ataduras. Quien no conoce una lengua extrajera no conoce la suya propia. La frase de Goethe sirve para la religión. Quien no ha sido capaz de salir de ella, de verla desde fuera, no la conoce. Y habría que analizar si el laicismo o el marxismo es realmente un “afuera”, o una derivación herética de un mismo credo.