Vecinos en ataúdes son aclamados por el público en una procesión que discute la prohibición del cura que considera esta tradición “folklore y brujería”.
La aldea de Santa Marta de Ribarteme, en As Neves (Pontevedra), estuvo este sábado vigilada por la Guardia Civil desde primera hora de la mañana. La parroquia celebraba el día grande de su fiesta patronal, que amenazaba nubarrones en lo meteorológico y en el ambiente tenso que se palpaba. El motivo, la negativa del cura a dejar salir la ancestral procesión de los muertos vivientes, los devotos ofrecidos que son llevados a hombros en ataúdes acompañando la imagen de Santa Marta. Se meten en las cajas para agradecer a la santa que los haya revivido y, supuestamente, los haya salvado de situaciones de salud graves.