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La quema de libros en Lavadores en los años viente

El cura párroco ecónomo de Lavadores (Vigo), Eugenio Vázquez Senra, quemó en una “hoguera ejemplar y civilizadora”, es decir, de forma pública, un montón de libros que consideró como pornográficos. El Siglo Futuro, órgano del integrismo, elogió este hecho en diciembre de 1928 al considerar que este hecho era “un rasgo de valor cívico” en unos tiempos en los que imperaba la “libidinosis literaria”. Por eso, debía ser acreedor, y siempre según el periódico, de una triple condecoración, ya que el cura era despreciado por los que no comprendían que destruyendo publicaciones obscenas se servía a la patria, pero, además, por el bien que realizaba hacia sus semejantes, y especialmente a la juventud, y por fin, porque el diario lo consideraba un mérito de índole cultural.

El acto era calificado por el propio periódico como un auto de fe. Al parecer, cuando eso ocurrió la noticia corrió rápidamente y los periódicos anunciaron que un cura había montado una pira de centenares de libros. El Siglo Futuro criticaba esta campaña contra el cura de Lavadores porque se podía pensar con ese tipo de titulares que el sacerdote había quemado libros de geometría o geofísica, y además, se había dicho que dicho cura era de “espíritu simple e inculto”. Es más, aludía a que El Pueblo de Vigo, con el fin de combatir el acto realizado en Lavadores había expresado que los libros quemados había que leerlos para “reñir las batallas del Malo”.

Por todo ello, el periódico integrista defendía lo que había hecho el cura de Lavadores y para que cuantos se consagraban a la tarea intelectual supieran que había un hombre que convocaba al pueblo en una aldea donde ejercía su misión pastoral para que presenciasen como ardían, “quemadas por su mano”, libros de “cerebros enfermos y espíritus depravados”, y que estaban prohibidos por las leyes divinas, y de los Códigos de los pueblos civilizados, etc.

Al parecer, el cura solía hacer periódicas hogueras, es decir, un buen procedimiento a juicio del integrismo español, lamentándose su órgano que su ejemplo no cundiese.

Los socialistas, por su parte, se hicieron eco de la quema de libros por parte del cura de Lavadores, y del apoyo recibido por parte de El Siglo Futuro. El periódico El Socialista se preguntaba, no sin un evidente tono irónico y hasta sarcástico, si las hogueras que organizaba el cura proporcionaban un “regocijado espectáculo a feligreses y feligresas, aficionados tal vez a la verde literatura”, y una vez consumida la entregaban como desecho para que el “celoso clérigo” prendiese sus “iluminarias”. Si hacía tantas hogueras era porque entre los “sencillos católicos de su parroquia había muchos aficionados a deleitarse con ese tipo de literatura.

En conclusión, el periódico socialista consideraba, y siempre según el tono indicado, que como el cura ya no podía “achicharrar infieles”, cultivaba el “deporte de la quema de libros”. Era una forma de consuelo, ya que no podía quemar a la legión de descreídos que había ya en este “pícaro siglo”.

Hemos trabajado con el número del 19 de diciembre de 1928 de El Siglo Futuro, y con el del 27 de diciembre de ese mismo año de El Socialista.

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