El subsidio de maternidad, cuya entrada en vigor estamos recordando en las páginas de El Obrero en su centenario, incluía a todas las madres que estuvieran inscritas en el retiro obrero, independientemente de su estado civil.
Pues bien, lo sindicatos católicos formularon una protesta ante el Instituto Nacional de Previsión porque se concedía el subsidio de maternidad a las madres solteras.
Este hecho generó la reacción del movimiento obrero de signo socialista. En la misma destacó Cayetano Redondo, un intenso socialista de amplio compromiso político y sindical, que terminaría siendo diputado y alcalde de Madrid, para ser fusilado por el franquismo.
Redondo escogió las páginas de El Socialista para arremeter contra esta protesta del sindicalismo católico. Se preguntaba si había madres honradas y madres deshonradas. Pero él solamente veía la diferencia entre las madres que pertenecían a hogares sin problemas y las madres que estaban solas y tenían serias dificultades para sacar adelante sus hijos.
Para nuestro autor proteger a la madre, a todas las madres, y más a las que tenían dificultades, era un signo de civilización, de sensibilidad. De ahí que considerase el valor admirable que tenía el subsidio de maternidad, implantado por el Instituto Nacional de Previsión, aunque la cantidad de cincuenta pesetas era escasa, pero con todo lo limitada que era tenía como “iniciación un alto valor humano”, que merecía el aplauso.
Redondo se preguntaba si se había pensado que dicho subsidio pudiera concitar protestas. El movimiento obrero organizado lo había apoyado (PSOE y UGT) y estaba colaborando con el INP. Es más, por ejemplo, la Federación de Edificación de la UGT había solicitado que dicho subsidio se ampliase a todas las mujeres trabajadores aunque no estuvieran inscritas en el retiro obrero.
Pero sí había habido una protesta, y nuestro autor la calificaba de egoísta, dura de corazón, propia de una actitud donde reinaba la pobreza de espíritu, y sin caridad humana. Era la protesta del sindicalismo católico de la Confederación Nacional. Una comisión de la misma, bajo la presidencia del deán de la catedral de Toledo, el señor Polo de Benito, visitó al señor Maluquer del Instituto Nacional de Previsión para formular una protesta por considerar que la concesión del subsidio de maternidad a las madres solteras era una inmoralidad.
Redondo reafirmaba que frente a esto había una mayoría que no compartía esta visión, y aunque la misma respetaba las creencias religiosas cuando no eran una manifestación de fanatismo e intolerancia, se estaba comprobando que las autoridades eclesiásticas españolas clasificaban a las madres en dos castas, negando ayudas a las más necesitadas de las mismas.
El artículo salió en el número de 26 de noviembre de 1923 de El Socialista.