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La propaganda de la alegría, el niño y el adanismo. Del fascismo de Auxilio Social a Aldeas Infantiles · por Lucio Martínez Pereda

​Descargo de responsabilidad

Esta publicación expresa la posición de su autor o del medio del que la recolectamos, sin que suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan lo expresado en la misma. Europa Laica expresa sus posiciones a través de sus:

El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.

Las imágenes reglamentadas de los Comedores y Hogares nos acercan a la importancia que se concedió al poder de la infancia convertida en símbolo político.

Esta fotografía forma parte de una exposición al aire libre patrocinada por el ayuntamiento de Vigo. Se trata de promocionar la labor llevada a cabo por la organización benéfica Aldeas Infantiles.

En todas las 34 fotos de la exposición no hay ni un solo niño triste, ni el más mínimo rastro de enfermedad o minusvalía. Ni un solo niño está apesadumbrado. Con su sonrisa han sido convertidos en los inocentes portadores de un mensaje subliminal: nuestra Alegría es consecuencia de la vida feliz que nos depara Aldeas Infantiles. La actual propaganda de la beneficiencia sigue usando los mismos métodos que la organización fascista Auxilio Social, también llamada por la propaganda del momento: La Sonrisa de Falange.

La asistencia social de Auxilio sirvió para construir un relato benefactor del poder y como sucedáneo de una auténtica asistencia pública. La lucha contra el hambre se convirtió en un argumento destinado a obtener el apoyo de amplias capas de la so­ciedad. Pero la realidad fue mu otra y ninguna de la deficiencias, precariedades y horrores de Auxilio Social traspasó el opaco muro de la propaganda, empeñada en la década de los años 40 en transmitir a la sociedad una imagen idílica de la Obra. Los textos del primer franquismo disfrazaban la realidad bajo las imágenes de una prosa cínica y almibarada, que una y otra vez insistía en describir idealizadamente la vida en el interior de los Hogares y Comedores:

“Entrar en un Hogar Infantil es penetrar en las páginas de un cuento bonito. Sobre todo si coincide el caso de una de las fiestas que se prodigan con la mayor frecuencia posible. Una fantasía limitada a los infantiles alcances preside todo el ambiente. Así, las lámparas de las habitaciones semejan globos de juguete y las manos que han realizado la decoración hicieron maravillas con la cretona de vivos colores, los rayos de sol que irrumpen por los ventanales y las imágenes de las paredes, siempre con el tema de una Virgen jugando con el Niño.”

Los testimonios fotográficos que acompañan los reportajes propagandísticos, trasladaban a la sociedad una escenificación de la organización que nada tenía que ver con la realidad cotidiana sucedida puertas adentro. Las imágenes de la luz, la alegría y la bondad mostraron al niño atendido por Auxilio como uno de los puntales propagandísticos de la política social del régimen, pero también como representación del futuro idealizado de la Nueva España. El potencial y el protagonismo de la infancia asistida ya han sido señaladas por Ángela Cenarro. Los niños «se convirtieron con rapidez en objetos que el aparato propagandístico del régimen utilizaba para sus propios fines.»

Las imágenes reglamentadas de los Comedores y Hogares nos acercan a la importancia que se concedió al poder de la infancia convertida en símbolo político.


El niño cuidado por Falange se transformó en representación adanista del nuevo estado y la nueva comunidad nacional. A tal efecto se tipifico un tipo de foto donde aparecían los niños sonrientes ante un ventanal. Los textos machaconamente aludían a la misma realidad reflejada en las fotos: “ estos niños que hoy ríen al mantel limpio de su mesita azul, al sol que juega en los ventanales limpios y transparentes. Al pan blanco de cada día, esos niños ríen a la España imperial» Las imágenes siempre escenifican un ambiente de bondadosa alegría.

Las fotografías tomadas para estas campañas propagandísticas demuestran el cuidado con el que se evitó trasladar a la opinión pública la pesadumbre que hasta entonces había constituido el imaginario popular sobre la beneficencia. Muy excepcionalmente los rostros de los auxiliados reflejan la más mínima tristeza. No se buscaba conmover al espectador con el abatimiento de los necesitados, sino transmitir la idea de que los desposeídos han dejado de serlo cuando la falange los acoge.

Las bellas y sonrientes cuidadoras de Auxilio reparten alimentos, muestran los comedores presididos por la imagen del dictador como padre benefactor del rito alimenticio están contentas por cumplir un servicio voluntario para una patria regenerada, alegres por que se saben constructoras de un nuevo estado.

Pero los trabajos fotográficos no siempre se ajustaron a los requisitos apropiados para trasladar a la población esta imagen idílica de Auxilio Social. Los fotógrafos no siempre resultaron eficientes. Algunas veces se equivocaron y no cumplieron su objetivo a la hora captar la fotogenia propagandística. En los archivos de la Delegación de Propaganda de la institución se conservó el suficiente número de fotografías fallidas, como para hacernos una idea del celo con el que fueron censuradas aquellas que no irradiaban la felicidad de la Nueva España, una España victoriosa en su lucha contra el hambre. Muchas de estas imágenes rechazadas para ser publicadas en la prensa aún conservan la X de un tachado manual. Su observación es portadora de una evidencia repetida: los niños miran a la cámara con ojos de profunda tristeza. Estos testimonios son muy significativos, su existencia demuestra el esfuerzo del régimen por crear una visión artificial de la naturaleza de la institución.

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