Hace unas semanas los turistas alojados en la casa rural contigua a la iglesia de Santo Domingo (Herrera de Ibio) se quejaron de las campanadas que suenan cada hora, ya que no les dejaban conciliar el sueño. Debido a la constante insistencia de los veraneantes, la casera habló con el párroco y le pidió que silenciara las campanas entre las 23:00 horas de la noche y las 8:00 horas de la mañana.
Ante esta situación, los vecinos del municipio, de apenas 2.100 habitantes, hicieron notable su descontento a través de pancartas como la colgada a la entrada del pueblo que reza: ‘Turista, adáptese al pueblo, nosotros vivimos aquí’. Asimismo, el pasado domingo protagonizaron una cencerrada ante la iglesia para protestar por la decisión del cura, que se dejó influenciar por las peticiones de los turistas en lugar de escuchar la opinión de aquellos que viven de manera permanente en la localidad.
Los vecinos aseguran que el campanario ha estado sin sonar durante tres semanas aproximadamente. No obstante, el pasado lunes 8 de agosto, tras las protestas del fin de semana, volvió a retomar la actividad nocturna. Los lugareños han asegurado estar “muy contentos”, ya que “llevan más de 150 años sonando las campanas del reloj, y no queríamos que se perdiera esta tradición”.