Se supone que los países democráticos son los que más procuran fomentar la tolerancia, que no es más que el respeto al otro, y que es un valor que lo debemos enseñar desde casa y en las escuelas, pero lo que estamos observando, es que esto no está pasando.
En el son de los cambios sociales, del abanderamiento de los derechos individuales y de la libertad de expresión, hay tanta diversidad y pluralidad en la forma de ver la realidad ahora, que se vuelve más difícil para muchos ser respetuosos y por ende tolerantes, sin confundir ambos valores, pues el respeto, no solo exige tolerar algo sino, aceptarlo y entenderlo.
Además, la convivencia se alimenta del respeto, pues se considera, la ley fundamental en cualquier relación, sea de pareja, entre un jefe y un empleado, entre profesor y alumno u otros, ya que sin respeto cualquier relación se debilita o se acaba.
Actualmente a pesar de la importancia de estos valores, se están quedando en desuso, y es que las sociedades sumergidas en su consumismo y más preocupadas por el tema económico y político, en lo que menos piensan es en ser tolerantes, al contrario, cada día vemos más intolerancia en los diferentes sectores de la sociedad hondureña y en los pequeños actos diarios.
Algunos historiadores señalan que el respeto y la tolerancia, como el resto de los valores, se transmiten y se aprenden, pues es cuestión de educación y en ese ámbito son los padres y la escuela quienes juegan un papel fundamental, ya que ellos son el espejo en donde se miran los niños, pero no son los únicos responsables, también intervienen los políticos, los medios de comunicación y todos los demás agentes sociales que dan la pauta de cómo hay que comportarse.
Pero el valor de la tolerancia tiene su historia, por cierto, muy interesante, ya que inició como tolerancia religiosa, la primera redacción de la misma fue llevada a cabo con el Edicto de Milán, más conocido como la Tolerancia del cristianismo, fue promulgado en el año 313 por los emperadores Licinio y Constantino y en él se establecía la libertad de religión en el Imperio Romano.
También el filósofo, historiador y poeta francés, Voltaire escribió en su tiempo que el “Tratado sobre la tolerancia” decía que Dios no nos había creado para odiarnos, sino para amarnos y respetarnos, y me hace comprender por qué fue uno de los pioneros en hacer efectivos los principios de la tolerancia.
Para Voltaire la tolerancia era un derecho natural y humano y su clave está en el principio “No hagas lo que no quisieras que te hagan”.
Si la tolerancia es el respeto a las ideas, a las opiniones, a las creencias, a las costumbres de los demás y teniendo claro que somos todos seres diferentes y la sociedad es diversa, partiendo de allí, debemos comprender también que todas las opiniones son relativas y discutibles y que nadie posee la verdad absoluta.
El respetar a los que no piensan igual que nosotros, el saber escuchar, ser capaces de expresar el punto de vista propio sin herir los sentimientos de los demás y no insultar ni burlarse de las diferencias, son actuaciones que nos convierten en mejores seres humanos definitivamente y la historia nos lo recuerda.
Propicio en este momento es promover una cultura cívica y democrática en los centros educativos en general, el valor de respetarnos y ser tolerantes unos con otros, ya que desafortunadamente en todos los sectores, políticos, económicos, educativos, familiares, sociales, hace mucha falta, ya que lo que aflora, más bien es la intolerancia y el irrespeto, que generan un exceso de odio y polarización.
Si somos tolerantes y respetuosos seremos más cultos, inteligentes y humanos, no veríamos esos actos de violencia que a diario trascienden, mejoraría la convivencia y relaciones con el entorno y con nosotros mismos.
Fabricando una cultura de odio, así vivimos ahora, sin tolerar, sin empatía, el primer paso es reconocer lo que está pasando, el segundo sería empezar a respetar y tolerar a quienes no piensan igual que nosotros… “La mejor religión es la tolerancia”, Víctor Hugo.