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La masonería contra la escuela católica en los Estados Unidos para la prensa católica española (1934)

Marcial Rossell publicaba en el número del 23 de septiembre de 1934 de la publicación Miróbriga, un semanario católico de Ciudad Rodrigo, un extenso artículo para intentar demostrar los ataques que la masonería ejercía, supuestamente, contra la enseñanza religiosa, y especialmente, católica, en los Estados Unidos. El artículo se enviaba desde New York. Nos interesa aportar estos materiales para conocer más la postura del catolicismo contra la masonería en los años treinta en el ámbito educativo. En este artículo exponemos las ideas vertidas en la publicación aludida. Al parecer, California era el único estado que mantenía un impuesto sobre los colegios religiosos contra la opinión de casi la mayoría de los ciudadanos del mismo, según el autor del trabajo. Pero eso se debía al trabajo “secreto e incesante” de las logias masónicas, principalmente de la denominada jurisdicción del sur del “Libre y Aceptado Rito Escocés”, cuyo representante en España era el señor Barcia, en alusión a uno de los principales masones del siglo XX, es decir, se aprovechaba para señalar públicamente a un masón destacado español.

Rossell aludía a que en el último número del Boletín del Supremo Consejo, Grado 33 del Rito Escocés, se publicaba un discurso que en octubre de 1933 habría pronunciado el “Gran Comandante Johon H. Cowles” en una tenida en el que se lamentaba “muy masónicamente” de los avances que realizaban las escuelas católicas parroquiales, y se constituía en defensor de la escuela oficial única para apartar a los alumnos de toda enseñanza religiosa contra la que conspiraría desde la fundación de la República la masonería de los Estados Unidos.

A dicha autoridad masónica le dolía que se aprobasen leyes en algunos Estados que prohibían que se pidiera una declaración de filiación religiosa a quienes querían trabajar en las escuelas públicas, que se distribuyesen libros de textos gratis a las escuelas católicas, que se facilitase transporte escolar gratis para los alumnos de las escuelas parroquiales, y hasta ayudas económicas sacadas de fondos públicos para colegios católicos y universidades. En realidad, y siempre según Rossell, lo que más le preocupaba a la masonería era que se impidiese la investigación de las creencias religiosas de los maestros porque los masones pretendían imponer el veto a todos los que solicitaban una plaza de maestro en las escuelas públicas y que fueran católicos, con el fin de imponer maestros protestantes y masones, que vendría a ser lo mismo, para el autor del trabajo. La masonería quería que los niños se educasen sin religión, aunque esto fuera contra el espíritu religioso de la Constitución federal. La juventud debía educarse en las escuelas laicas.

Por otra parte, Rossell apuntaba que en la revista The Acacia, de febrero de 1934 se elogiaba al masón español, Martínez Barrios, así como a los ministros masones de enseñanza por destruir la influencia de la Iglesia en el pueblo.

Por su parte, en The New Age, otra revista masónica norteamericana, se trataba de la campaña de las logias contra la enseñanza religiosa, que siempre era la católica, pero se abstenía de atacar a la protestante porque la misma era colaboradora de la masonería.

Pero el autor del trabajo consideraba que, a pesar de los esfuerzos de la Masonería, no podría conseguir mucho contra los colegios y universidades del ámbito católico porque eran muy fuertes el sentimiento de libertad individual y la propia responsabilidad de los padres de familia en Norteamérica. No se podía obligar a la juventud norteamericana a asistir a colegios “sin Dios”. En fin, Estados Unidos no era una logia.

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