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El integrismo prende con fuerza en los hijos del P. Ayala y Herrera Oria
A veces, el don de la oportunidad de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) resulta, cuanto menos, cuestionable y es difícil disipar la sospecha de la mera excusa oportunista con la que seguir engordando un particular agitprop neofascista y neoconfesional
Ahora, acaba de instalar en las marquesinas de más de 40 ciudades unos carteles «en memoria de los mártires de la persecución religiosa en España», y lo hace coincidiendo con el anuncio de la diócesis de Barbastro-Monzón de que abrirá la causa de beatificación de 252 mártires de la Guerra Civil española este domingo 6 de noviembre, fiesta de los Santos Mártires de la Persecución Religiosa del siglo XX en España, por si alguien va perdiendo la memoria…
A veces, el don de la oportunidad de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) resulta, cuanto menos, cuestionable y es difícil disipar la sospecha de la mera excusa oportunista con la que seguir engordando un particular agitprop neofascista y neoconfesional. Y ya no es solo por homenajear a Benedicto XVI por su 95 cumpleaños casi siete meses más tarde con un plantel de oradores formado por algunos de los eclesiásticos más refractarios al papa Francisco. No, no.
Ahora, acaba de instalar en las marquesinas de más de 40 ciudades unos carteles «en memoria de los mártires de la persecución religiosa en España», y lo hace coincidiendo con el anuncio de la diócesis de Barbastro-Monzón de que abrirá la causa de beatificación de 252 mártires de la Guerra Civil española este domingo 6 de noviembre, fiesta de los Santos Mártires de la Persecución Religiosa del siglo XX en España, por si alguien va perdiendo la memoria…
Una causa de la que su obispo, Ángel Pérez Pueyo, muy probablemente se haga eco con sincera devoción en la misa que, presidida por él, Televisión Española retransmitirá ese día, dentro de los programas religiosos que el Estado firmó hace más de tres décadas (en pleno gobierno socialista) con todas las confesiones de notorio arraigo en España.
Del ‘único relato’ al ‘relato único’
Distraída probablemente, o no, la ACdP de estas consideraciones, se ha lanzado a empapelar paradas de autobús y algún que otro descampado “en medio de la polémica levantada por la recientemente aprobada Ley de Memoria Democrática, que busca instalar un relato único sobre el pasado y difuminar la realidad de la persecución religiosa que tuvo lugar en España”. Como si durante décadas no hubiese habido un ‘relato único’.
Resulta curioso que se asegure a estas alturas que se pretende “difuminar la realidad” cuando algunas asociaciones de familiares podrán acceder a medios para intentar recuperar a sus muertos, mientras la Iglesia (en contra de la voluntad de Pablo VI, primero, y de Tarancón y Díaz Merchán, después, que no veían los tiempos aún maduros) lleva 35 años reivindicando y poniendo como ejemplo la memoria de sus víctimas en ceremonias multitudinarias (la que se abre en Barbastro será la tercera mayor, tras las beatificaciones de Tarragona en 2013 y Roma en 2007, con 522 y 498 mártires respectivamente) sin que hay habido mayores cuestionamientos.
A nadie, y mucho menos a la ACdP, le debería inquietar que, por ejemplo, en la madrugada de este 3 de noviembre hayan sido exhumados de la basílica sevillana de la Macarena los restos del general Queipo de Llano -a quien se le considera responsable de 45.000 ejecuciones en aquellos días- y de quien fue un destacado colaborador en todo aquello, el general Bohórquez Vecina.
Nadie se opuso en los días de palio y rosas
Lo natural hubiese sido que la ACdP y otras instituciones eclesiásticas hubiesen tomado ellas mismas la decisión, hace años, de retirar de lugares tan significativos los cuerpos de quienes han sido responsables de crímenes atroces. No vale excusarse, como se hace también con la simbología franquista que sigue adherida en tantos templos, en que, si la Iglesia no los colocó, tampoco es nadie para retirarlos. No falta un punto de razón, cierto, aunque tampoco consta que en aquellos días de palio y rosas se opusiera y, además, sí tiene la autoridad moral para instar ahora a las autoridades competentes a que tomen medidas para retirar de los templos aquellos elementos que, como vemos, siguen siendo causa de enfrentamiento y dolor.
La Iglesia, como pretendió durante la Transición, tiene que ser factor de reconciliación y no sumarse ni dejarse instrumentalizar por quienes, en un revival neonacionalcatólico, ponen sus medios para unos fines en donde se ve claramente que el evangelio está rebozado por un emplasto ideológico de difícil digestión, y más en instancias que se pretenden académicas y con soporte mediático.
La purificación de la memoria empieza por ahí. Por quitar las adherencias políticas a lo que debería ser ni más ni menos que Buena Noticia para todos. Y, por más que te duelan tus deudos, la Iglesia debería haber hecho más por acercarse al dolor de quienes buscan en las cunetas. Y por sacar de sus templos a quienes los arrojaron a ellas. Todavía está a tiempo.
Vuelve el integrismo
Vale perfectamente para que tomen nota los actuales hijos del P. Ayala y del cardenal Herrera el análisis que, sobre El Debate ‘auténtico’, que diría un legendario periodista, hizo hace unos años el profesor Vilamor, de la Universidad San Pablo-CEU, de la casa, vamos: «Hubo de imponer un concepto de periodismo católico moderno, un catolicismo posibilista y modernizador que pretende la movilización política de los católicos, siempre independiente de los partidos políticos. Debía imponerse a un catolicismo integrista que, como escribe García Escudero en el libro sobre Herrera De periodista a cardenal, ‘ha sido la enfermedad del catolicismo español. Fenómeno general del cristianismo y tan antiguo como él, en España ha prendido con fuerza especial». Hoy, como ayer.