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La Ley de Libertad Religiosa, en capilla

El Gobierno ha dilatado la tramitación en el Parlamento de esta reforma para no abrir nuevos frentes de batalla

Rodríguez Zapatero mantendrá un encuentro con Benedicto XVI y se reunirá con el 'número dos' del Vaticano, Tarcisio Bertone, y el secretario de las Relaciones con los Estados, el arzobispo Dominique Mamberti. Además de la doble visita del Papa a España, este año a Santiago y Barcelona, y el próximo a Madrid, en la que el Gobierno se volcará, uno de los temas que se abordarán en el encuentro es el de la reforma de la Ley de Libertad Religiosa. El Ejecutivo la prepara desde hace meses y no ha tenido ninguna prisa en tramitarla.
 
La revisión de una ley aprobada hace 30 años con el máximo consenso no estaba en el horizonte inmediato del PSOE. Surgió a finales de 2008 tras los ataques de la jerarquía católica al Gobierno en la manifestación en favor de la familia. La posición de los obispos dio alas al sector más izquierdista del partido, que exigía una respuesta al envite de la cúpula eclesial liderada por Rouco. Izquierda Socialista introdujo una ponencia sobre la «eventualidad» de reformar la mencionada ley.
 
Pero el Gobierno ha mantenido el borrador en la nevera. El pleno del Congreso del pasado 18 de mayo aprobó una moción de ERC-IU-ICV, con una enmienda de sustitución del PSOE, por la que se insta al Ejecutivo a que apruebe en el actual periodo de sesiones -finaliza el próximo día 30- el anteproyecto de ley que reforma la Ley de Libertad Religiosa. La iniciativa hablaba de proyecto, pero los socialistas lo redujeron a anteproyecto. El PP y UPN votaron en contra, mientras CIU y PNV se abstuvieron.
 
El desencuentro está anunciado. Esta no es la Ley de Muerte Digna aprobada en el Parlamento andaluz, que fue apoyada por el PP, y en la que han sido ponentes un sacerdote, de la cátedra de Bioética de la Universidad de Granada, y un cristiano de la Escuela de Salud Pública de Andalucía.
 
El Ejecutivo cree que ya hay demasiados frentes de batallas abiertos para iniciar otro que, sin duda, puede herir algunas sensibilidades, sobre todo en lo que concierne a la presencia de símbolos religiosos. Un frente que podría pasar factura electoral al PSOE en algunas comunidades autónomas, Castilla la Mancha, por ejemplo, donde la diputada Dolores de Cospedal aspira a liderar el retorno del PP a La Moncloa. El presidente de ese territorio, el socialista José María Barreda, no pierde oportunidad por agradar al estamento eclesial. Estuvo en Roma en el nombramiento de Antonio Cañizares como cardenal y acude a las procesiones del Corpus en Toledo, donde se acaba de librar la primera batalla tras la aplicación del nuevo reglamento de Defensa que prohíbe rendir honores militares en las celebraciones religiosas. Barreda respondió a los ataques del PP declarando el Corpus fiesta regional.
 
La izquierda del partido, que ya ha levantado su voz contra los privilegios de la Iglesia en tiempos de crisis, azuza para agilizar la tramitación de la ley.
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