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La Institución Libre de Enseñanza y el laicismo en España

Presentada en la reunión de Granada Laica de septiembre de 2010

En 1843 el ministro de Instrucción Pública designó a D. Julián Sanz del Rio para encargarse de una cátedra de Hª de la Filosofia bajo la condición de que saliera al extranjero y conociera las direcciones y métodos con que se impartía esta disciplina fuera de España.

Sanz del Río había estudiado en el Seminario de Córdoba latín y escolástica bajo los auspicios de un tío suyo sacerdote liberal, continúa sus estudios en el Colegio del Sacro Monte y en la Universidad de Granada, terminándolos en la de Madrid. Donde unos amigos le animan a leer lo que se publica en el extranjero e inicia el estudio del alemán.

En una Alemania filosófica con figuras tan señeras de la filosofía universal como Kant, Hegel y Fichte, nuestro becado se refugia en Heidelberg donde se encontraban los discípulos de un profesor mucho menos conocido cuyo pensamiento tendrá una mayor repercusión en España que en su patria, me refiero a Krause. Aquella universidad independiente tanto de Iglesia como del Estado, y dedicada de lleno a la investigación científica y filosófica, dejará una huella imborrable en su vida.

Sanz se sintió atraído por el krausismo al ver en él el equilibrio y la armonía entre la belleza y el amor, coordinadas pero no subordinadas a la inteligencia pura. El krausismo, mas que un sistema filosófico, fue una disciplina, una actitud integral ante la vida. No se oponía a ninguna idea, pero se oponía ferozmente a la escolástica decadente que todavía pervivía en casi todos los centros de educación. El krausismo como doctrina no fue aceptado generalmente, pero si se extendió su espíritu, es decir el método, la actitud, la libertad de pensamiento y de investigación, lo que podríamos llamar una ética o una forma de vivir. En este sentido sí podemos afirmar que todos los hombres modernos en España se adscribían de una forma u otra al krausismo.

“La filosofía es considerada como una fuerza moral y educadora. Más que su contenido concreto importa el vigor con que pueda contribuir a loa formación del carácter y al desarrollo de una ley autónoma y de una disciplina independiente.” Pretendía la formación de recias personalidades, el ideal del “gentleman” del que el exilio de la época fernandina en Londres había ayudado a difundir. El modelo del castellano viejo de Larra estaba pasado de moda.

El grupo krausista fue ante todo una auténtica congregación, sus seguidores y discípulos se ayudaban en las dificultades de la vida y en las persecuciones políticas o religiosas, tratando de incorporar su pensamiento a la vida práctica y a la reconstrucción intelectual y moral del país. Para ellos:”toda obra útil que da luz o trae un bien, es, en el sentido más alto y en sus últimas consecuencias, una obra religiosa.” No en balde han recibido el apelativo de “santones laicos” que a finales del XIX se había extendido a socialistas y anarquistas.

Sanz del Río estaba convencido que era necesario conciliar la tradición con la renovación y para ello nada mas propio que el racionalismo “armónico” de Krause y el panenteísmo de su doctrina metafísica y religiosa, el primero permitía unir racionalismo y sensibilidad y el segundo salvaba la trascendencia de Dios. Nada más lejano a Sanz y a la mayoría de sus seguidores que el ateísmo, pero acusado de panteísta, la España oficial y decadente ve en él una amenaza revolucionaria y se pide su expulsión de la Universidad.

La caída del gobierno liberal de Isabel II permite la entrada de un equipo de cepa reaccionaria y el marqués de Orovio,el nuevo ministro de Instrucción Pública, publica un decreto(1867) en el que se requiere a los profesores de todos los centros de España a firmar una profesión de fe religiosa, política y dinástica de adhesión a la reina. ( esto puede hacernos recordar la ley franquista que obligaba a los funcionarios a ser católicos y la adhesión a los Principios Fundamentales del Movimiento). Sanz del Río, Castelar, Salmerón y otros más fueron expulsados de sus cátedras por negarse a firmar el decreto. pero el revuelo que armó tuvo que ver y mucho con la caída de la reina castiza, al año siguiente en la llamada Revolución septembrina de 1868. Las protestas de los universitarios europeos ante estas expulsiones unieron a católicos, protestantes y librepensadores. La semilla liberal había germinado.

Tras el corto sexenio revolucionrio, la restauración canovista de 1874 hará que las aguas vuelvan a su cauce, las reformas del sexenio son abolidas y vuelve al ministerio de Fomento el integrista Orovio. Con él Cánovas intentaba atraerse a unos católicos proclives al carlismo en armas. Inspirándose en un decreto de Calomarde de 1824, el ministro Orovio exigió al profesorado de todos los grados atenerse a la doctrina oficial, prohibiendo la crítica al catolicismo.

Nuevamente un grupo de profesores, considerando que se atentaba contra la libertad de cátedra, hicieron constar su más enérgica protesta. La respuesta fue contundente, algunos fueron depuestos de sus cátedras y encarcelados, otros renunciaron en un rasgo de dignidad. El número de represaliados había aumentado y entre ellos pronto adquiriría notoriedad un joven profesor Francisco Giner de los Rïos.

Contaba Cossío que cuando Cänovas se enteró de que Giner habia dirigido su protesta al rectorado, envió a su subsecretario para decirle que los decretos de Orovio quedarían en nada, que retirase el escrito. Don Francisco se limitó a contestarle:”Dígale que me lo diga en la Gaceta”.

La contestación de Cánovas fue el envío de la policía que ya visitaba a las dos y media de la madrugada, Giner que se encontraba enfermo con fiebre alta, fue obligado a vestirse y dirigirse, desde Gobernación, a la estación de Atocha, donde en compañía de dos presos políticos fue instalado en un vagón de tercera clase protegidos por la guardia civil. Estuvo preso en Cádiz y en el Castillo de Santa Catalina, donde nació la idea de la Institución Libre de Enseñanza.

Giner comenzó sus estudios en Granada y aquí publicó sus primeros artículos, terminando sus estudios en Madrid. Fue católico que con gran dolor abandonó la Iglesia cuando los imperativos de su conciencia moral y religiosa le impidieron permanecer en ella, aunque mantuvo hacia ella un profundo respeto, que no siempre fue correspondido. En lo político siempre fue republicano y antirrevolucionario por principio. En Sanz encontró el ideal filosófico y, a pesar de su devoción por él, no tuvo problemas para modificar aquellas partes de su metafísica que nuevas corrientes de pensamiento habían dejado antiguas.

Puesto eventualmente en libertad y autorizado a volver a Madrid, allí con los compañeros que tampoco podían integrarse a sus puestos, lleva a la práctica su idea de creación de un centro de enseñanza que por una parte les permitía llevar adelante su ideal de educación y de otra sobrevivir económicamente.

Los Estatutos que dan base a este centro que, provisionalmente, se llamará Institución Libre de Enseñanza ponen de manifiesto su ideología de inspiración krausista:

“La ILE es completamente ajena todo espíritu e interés de comunión religiosa, escuela filosófica o partido político; proclamando tan sólo el principi0o e inviolabilidad de la ciencia, y de la consiguiente independencia de su indagación y exposición respecto de cualquiera otra autoridad que la de la propia conciencia del Profesor, único responsable de sus doctrinas.”

Desde el primer momento, la ILE se propone encarnar los valores y principios de una educación laica integral, cuyo fundamento es el respeto de la libertad de los alumnos y los profesores en la búsqueda racional de la verdad, al margen de los grupos de presión social. Por ello, la escuela laica no puede ser un instrumento de propaganda o una guía de las conciencias, y debe mantenerse al margen de todo particularismo religioso, filosófico y político. Pretende igualmente difundir entre sus alumnos”una amplia cultura general, múltiplemente orientada”, que no encasille las inteligencias en un camino predefinido y elegido de antemano por los tutores de la gran masa. Es el niño el que ha de elegir su camino cuando esté realmente preparado, una vez haya adquirido una conciencia ilustrada de las distintas posibilidades que se le plantean. Se separa de esta forma la escuela laica, neutral por definición en lo que se refiere a opciones espirituales o ideologías políticas, de la sociedad civil, en las que aparecen consagradas desde el primer momento las divisiones que enfrentan a los hombres. La escuela laica se fundamenta así en la libertad de cátedra y en la libre investigación que es el origen del conocimiento científico, así como en el más absoluto respeto de la libertad de conciencia del alumno, que antes de pertenecer a un grupo u otro de la sociedad ha de aprender a pertenecer a la humanidad. A diferencia de lo que piensan ciertos pensadores comunitaristas, se es hombre antes que miembro de un grupo religioso, ideológico o cultural.

Que la escuela sea neutral en materia de religión no significa que sea indiferente a los valores morales o que pretenda difundir un relativismo destructor de cualquier tipo de referencia moral. (Quisiera señalar el ataque que actualmente se hacen de sectores eclesiásticos sobre el “relativismo destructor” cuando ciertas leyes timidamente intentan una mayor separación entre iglesia y estado). El ideal de la laicidad, aplicado a la escuela, se basa en el principio de la igualdad de trato de todos los alumnos, independientemente de su opción espiritual, sexo, raza o ideología política..

En principio funcionó como universidad privada, ya que su propósito inicial era suplir a una Universidad arcaica, anquilosada y retrógrada. No tardaron, sin embargo, en darse cuenta de la necesidad de organizar clases de segunda enseñanza para una mejor preparación de los alumnos y, posteriormente y por la misma razón, de extenderla hasta la primera enseñanza. De ahí al parvulario solo faltaba dar un paso, que también se cubrió. (Los hermanos Machado estuvieron entre estos pequeños alumnos ya que el abuelo era cofundador de la Institución).

No me puedo detener en el amplio desarrollo que dieron a la enseñanza, pero si señalar algunos elementos que se incorporan al sistema educativo, como son las salidas al campo. Ellos descubrieron para los madrileños que no salían de los cafés la sierra de Guadarrama, o el más cercano El Pardo, donde para regocijo de la prensa de derechas los dibujaban comiendo bellotas. Pero aquellas excursiones permitieron conocer España, su geología, arte, industria, costumbres, folklore. O bien las clases en los museos, tanto de arte como de ciencia, técnica o historia. Fue un institucionista, Ignacio Bolivar, quien reorganizó el Museo de Historia Natural de Madrid y otro famoso institucionista, Manuel B. Cossío, quien descubre el valor del Greco para la pintura española y universal.

La institución unió a hombres que hoy nos pueden parecer tan dispares como Azcárate, Besteiro y Salmerón con quienes colaborará el regeneracionista Joaquín Costa. De sus aulas saldrá Pedro Sainz Rodríguez fugaz ministro de Franco y la ILE apoyó al sacerdote Zaragüeta para su cátedra de Psicología en la Universidad, algunos le llamaban el capellán de la Institución.

La Institución fue la matriz de una serie de instituciones y organismos oficiales que colaboraron activamente en el desarrollo científico del país, así:

– La junta para la Ampliación de Estudios, a cuyo frente estuvo Ramón y Cajal, para promover viajes de estudios y becas al extranjero. Estudiantes como Juan Negrín y severo Ochoa se beneficiaron de ellas.

– El Instituto de Física que dirigió Blas Cabrera y donde destacó Duperier.

-El Centro de Estudios Históricos, bajo la dirección del granadino Eduardo de Hinojosa.

– La Residencia de estudiantes, en la calle pinar que dirigió el jurista Jiménez Frau. Por cuyas salas de conferencias pasarán, Madame Curie, Einstein, Leo Frobenius, descubridor de la culturas africanas, y tantos sabios que traían sus últimos descubrimientos e ideas y las exponían ante un grupo estudiantil ávido de ciencia. En ella se hicieron amigos cuando coincidieron como residentes Luis Buñuel y Salvador Dalí y nuestro famoso poeta, formando un famoso trío que daría mucho que hablar.

– El centro de publicaciones de la Residencia, al frente del cual estuvo Juan Ramón Jiménez.

La llegada de la República supuso el gran triunfo de la ILE, muchos de sus políticos eran institucionistas o ateneistas, que venía a ser lo mismo, y dejaron su impronta en ella. Un pariente de Giner será ministro de educación y catedrático en la universidad de Granada, Don Fernando de los Ríos,

La ILE se convierte en el modelo de enseñanza republicano tanto para la Universidad como para el Bachillerato. El problema era la enseñanza primaria. Para crear en España la escuela laica, según el modelo de Jules Ferry en la escuela francesa, hubieran sido necesario alrededor de veintisiete mil escuelas y los presupuestos sólo permitían siete u ocho mil. Faltaban maestros y sobre todo pesaba el gran obstáculo de competir con las congregaciones religiosas y sus seiscientos mil alumnos, lo que chocaba además uno de los grandes problemas a resolver: la religión católica y el monopolio de su enseñanza.

Se ha acusado a la ILE de elitista, de preocuparse únicamente de los elegidos, de que no llegaron al pueblo. Verdaderamente ellos creyeron en la formación de las élites. Sus defensores señalan que esa elite se iría extendiendo como una mancha de aceite entre el resto de la población. En realidad, ellos estuvieron detrás de proyectos culturales para el pueblo como la Barraca o las Misiones Pedagógicas.

Todo ello será barrido un trágico dia de julio y tres años después en el mes de abridle 1939 el franquismo clausuró la institución y se incautó de todos sus bienes. La ILE pasó a formar parte de la historia de la infamia.

Se dice que la guerra española fue la guerra de los tres Franciscos. La de la España negra de Francisco Franco; la revolucionaria social y económica de Francisco Largo Caballero, el Lenin español; y la de la España liberal y republicana de Francisco Giner de los Ríos.

Habiendo repasado estos días la inmensa historia de la ILE, con su ejemplar escuela laica recordé unos verso de Machado que yo pondría como lema del laicismo.

¡Yunques, sonad; enmudeced, campanas!

 

( Para ampliar sobre el tema, recomiendo la lectura del libro de Vicenta Cacho Viu, La institución Libre de Enseñanza recientemente reeditado en Cataluña)

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