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La imposible muerte digna de Vincent Lambert en Francia

Pierre Lambert, padre del enfermero tetrapléjico Vincent Lambert y que se opone a su muerte digna, en el hospital de su hijo con dos monjes BENOIT TESSIER REUTERS

Vincent Lambert podría haber muerto en septiembre de 2009, cuando un accidente de tráfico dejó a este enfermero psiquiátrico francés tetrapléjico y en estado vegetativo. A pesar de su gravísimo estado, en un primer momento, su supervivencia fue vivida con alivio por toda su familia. Al fin y al cabo, Vincent solo tenía 32 años y acababa de nacer su primera hija, apenas dos meses antes del accidente. Mucho por lo que vivir y luchar. Una década más tarde, buena parte de esa familia, y con ella también de los franceses, ya no están tan seguros. Según el fallo colegiado de los numerosos equipos médicos que han analizado su caso en estos años, ni ha mejorado su estado ni hay esperanzas de que lo vaya a hacer jamás. La batalla legal —y familiar— por su derecho a una muerta digna ha vuelto a agitar el debate en Francia sobre la eutanasia, una opción que según una reciente encuesta apoya el 96% de los franceses.

Hasta en tres ocasiones desde 2013 —la última, esta semana— sus médicos iniciaron la desconexión de las máquinas que lo alimentan e hidratan para que acabara muriendo, en un rígido protocolo —incluye una sedación profunda para que el paciente no sufra— aceptado por su esposa y tutora, Rachel, y avalado por todas las instancias judiciales consultadas, francesas y europeas. Cada vez, sin embargo, los padres de Lambert, opuestos a lo que consideran una “eutanasia encubierta”, lograron frenar el proceso in extremis. En esta última ocasión, consiguieron que una corte de apelaciones, en contra incluso del criterio del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), aceptara su petición de ordenar detener cualquier proceso de fin de vida hasta que el comité de personas discapacitadas de la ONU analice el fondo del caso de Vincent. Fueron los abogados de los padres los que acudieron a esta instancia en una maniobra inesperada y desesperada, después de que todos los tribunales hubieran avalado, una vez más, que se detuviera la hidratación y alimentación artificial que mantienen a Lambert con vida.

La importancia de un testamento vital

En medio de toda la disputa, una gran ausencia: algún documento que demuestre la voluntad de Vincent Lambert. Él forma parte de la inmensa mayoría de los franceses —como de los españoles— que no han realizado un testamento vital.

La ley francesa no permite la eutanasia, pero sí que los cuidados médicos no se prolonguen con una “obstinación irrazonable”. En ausencia de unas “directivas anticipadas” o testamento vital, los médicos “deben recoger los testimonios de la persona de confianza o, en su defecto, cualquier otro testimonio de la familia o de sus próximos”.

Lo que hace de Lambert un caso excepcional que está destapando lagunas de la normativa —como que no establece una jerarquía testimonial— es la división de una familia donde las convicciones religiosas extremas pronto provocaron fisuras convertidas ahora en abismos insuperables.

La esposa, Rachel Lambert, que se declara “católica, pero no muy practicante”, asegura que Vincent decía que no habría querido vivir así. La apoyan seis de los nueve hermanos de Vincent, así como un sobrino, François Lambert. “Mi tío confesó que le angustiaba acabar como un vegetal”,dijo a este diario. Es el mismo término que utiliza Rachel Lambert en “Vincent, porque lo amo, quiero dejarlo partir”, un libro sobre su batalla legal. “No quería quedar como un vegetal”, insiste.

También aseguran que esa era su voluntad sus compañeros de la escuela de enfermería donde estudió entre 1996 y 2000. “Cada año hacíamos cinco prácticas en hospitales y residencias. Cuando volvíamos, dedicábamos una clase a hablar de lo que habíamos experimentado. En una ocasión, hablamos de un joven que había tenido un accidente y estaba en la situación de Vincent. Allí, yo y mis compañeros, incluido Vincent, al tomar la palabra dijimos que si un día nos encontráramos en esa situación, no querríamos seguir viviendo”, explica por teléfono Vincent Caruel. Al también enfermero, no le sorprende que Lambert no hiciera un testamento vital como, reconoce, tampoco lo ha hecho él, reconoce. “Cuando eres joven, no piensas en eso”. Junto con otro medio centenar de enfermeros que estudiaron con Lambert ha creado el “colectivo 55” (las iniciales de Lambert en números romanos), que apoya una muerte digna para su amigo porque “esa era su decisión y queremos que se respete”. También han lanzado una colecta para ayudar a Rachel Lambert con los gastos legales.

Una batalla de trasfondo religioso

Porque si bien los familiares que se oponen a dejar morir a Vincent —sus padres y dos hermanos— son minoría, cuentan con poderosos recursos. Según medios franceses, organizaciones católicas tradicionalistas y próximas a la extrema derecha están detrás de la movilización contra el fin de vida de Vincent Lambert y de la financiación de la batalla legal. Uno de sus abogados, Jérôme Triomphe, ha defendido a los grupos contrarios al matrimonio homosexual, y a Civitas, otra formación “nacional católica”. Según Libération, también es próximo a Agrif, una asociación cercana a la extrema derecha. Viviene Lambert, la madre de Vincent, está afiliada a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (FSSPX), movimiento católico integrista que no está oficialmente reconocido por el Vaticano. Su padre biológico, Pierre Lambert —cuando Vincent nació su madre aún estaba casada con otro hombre con el que había tenido otros tres hijos, y Pierre con otra mujer, con la que también tenía dos hijos— era un ginecólogo muy activo en la lucha contra el derecho al aborto.

Posibles cambios en la ley

La esperanza de Caruel, que subraya que sus amigos solo quieren que “se respete la voluntad de Vincent”, es que este caso “haga evolucionar la legislación” y establezca, como en Bélgica, una jerarquía de decisiones.

Es lo que propone el diputado Olivier Falorni, que ha anunciado una propuesta de ley para jerarquizar a los familiares. Según Falorni, “la voz que debe primar es la de la persona de confianza designada por el paciente. Si no la hay, la decisión la tomará el cónyuge o compañero sentimental. Si tampoco hay uno, serán los hijos mayores de edad, después sus padres y, finalmente, sus hermanos y hermanas mayores de edad”. Con esta ley, no habría habido un “caso Lambert”.

SOLO EL 13% DE LOS FRANCESES HA HECHO TESTAMENTO VITAL

Tras el nuevo giro dramático que ha vivido el caso de Vincent Lambert, el expresidente francés François Hollande se ha propuesto escribir de inmediato sus “directivas anticipadas” o testamento vital. “Me he dado cuenta de que formo parte de los franceses que no han hecho su testamento vital”, dijo en la emisora RCM “Es muy importante dar ejemplo”, agregó. No se equivoca: solo el 13% de los franceses han dejado consignado qué quieren en caso de quedar incapacitados para informar de su voluntad y solo el 40% conocen esta posibilidad legal, según el Comité consultivo nacional de ética. El caso Lambert podría sin embargo cambiar estas cifras. Según la Asociación por el Derecho a una muerte digna, en las últimas semanas se han disparado las demandas de información sobre cómo consignar su voluntad.

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