El Arzobispado de Toledo anula la tradición de acercarse este sábado a la patrona de la ciudad
Mañana sábado, miles de fieles acudirán a la catedral de Toledo para participar en una tradición con más de cuatro siglos de historia. El día de la fiesta de la patrona, la Virgen del Sagrario, los toledanos beben del pitorro de los 67 botijos con agua de una fuente a la que se atribuyen propiedades curativas, y besan el manto y la medalla de la imagen. Sin embargo, este año, el Arzobispado de Toledoha prohibido dicha práctica. ¿Superstición? ¿Falta de ortodoxia? Nada de eso. La razón es mucho más mundana: el temor ante el contagio de la nueva gripe.
"Que se toque la medalla con la mano y después, al retirarse, que cada uno bese su mano porque ese beso lo recibe la Virgen con el mismo cariño que en su medalla. Así nos quedaremos todos más tranquilos", recomendó ayer el deán de la Catedral, Juan Sánchez, quien achacó al "miedo y la prudencia, y lo que pueda pasar con la nueva gripe" la supresión de esta tradición. "No vaya a ser que alguna persona que venga buscando su salud acabe contagiándose", añadió. La recomendación también pasa por no beber a morro de los botijos.
El sacerdote aseguró haber tomado esta decisión "aconsejado por varios médicos", que le informaron de algunas actitudes "para evitar el posible contagio". Sin embargo, el consejero de Sanidad de la Junta de Castilla-La Mancha, Fernando Lamata, calificó ayer de "un poco sobredimensionadas" las medidas adoptadas por la Iglesia. "Es técnicamente correcto no besar la medalla, al estilo de lo recomendado por el Colegio de Médicos de Madrid, pero quizá el resto de medidas estén un poco sobredimensionadas", señala el consejero. Para Lamata, tan importante como el contagio de la nueva gripe "será el miedo que estemos generando".
Un protocolo para la Iglesia
El caso de Toledo será el primero en el que la Iglesia española tome medidas ante la pandemia, que en nuestro país ya se ha cobrado una decena de vidas. Fuentes de la Conferencia Episcopal confirmaron a Público que los obispos "no han recibido" ningún tipo de indicación por parte del Ministerio de Sanidad, "ni hay previsto" protocolo alguno de cara a evitar posibles contagios en las iglesias. Sin embargo, el Episcopado espera que para el otoño puedan darse algún tipo de medidas, como las que ya se están llevando a cabo en otros países.
Misas suspendidas
Durante las primeras semanas de contagio del virus, en México llegaron a suspenderse todas las misas. En casi toda Iberoamérica y algunos países de África se han suprimido tanto el rito de la paz como la comunión en la boca o bajo las dos especies, dando la razón a la campaña lanzada por los médicos madrileños para que se eviten besos y abrazos en público.
En Inglaterra, incluso, se han vaciado las pilas bautismales en España sucedió algo parecido hace décadas, después de que se supiera que eran usadas por los drogadictos para depositar sus jeringuillas. Asimismo, los feligreses cogen la hostia con la mano y sin mojar en vino.
Incluso el Vaticano está en alerta, y en permanente comunicación con las autoridades sanitarias, para afrontar los riesgos de la pandemia, especialmente en otoño. De hecho, el director de Sanidad e Higiene de la Santa Sede, Giovanni Rocchi, anunció que se vacunará a toda la curia, incluido el Papa. Tampoco se excluye que "el Vaticano, en el caso de que la Organización Mundial de la Salud y las autoridades italianas adopten medidas específicas, decida suspender acontecimientos de masas", como las audiencias papales o las beatificaciones.