La filósofa Victoria Camps y el teólogo Andrés Torres Queiruga debatieron ayer en Deusto sobre el papel de la «ética religiosa» en la sociedad actual
Miles de ciudadanos, en su mayoría jóvenes, se movilizan indignados para protestar contra la actual clase política, la corrupción, la crisis, el paro, la falta de futuro. Madrid, Barcelona, Sevilla, Bilbao… El país bulle después de años de letargo y reclama solidaridad, esperanza, fraternidad, justicia, generosidad… valores enarbolados siempre por la Iglesia. ¿Pero dónde está ahora la Iglesia? ¿Está inmersa en este movimiento? «Estoy seguro de que ahí están metidos muchos cristianos y muchos militantes, que es la presencia que le corresponde a la Iglesia en este tipo de situaciones», asegura el teólogo Andrés Torres Queiruga. «La Iglesia tiene su papel y tendrá su punto de vista, pero en esta sociedad está padeciendo una disminución de poder y no acaba de ubicarse en un Estado laico», analiza la catedrática de Filosofía Moral y Política Victoria Camps. Ambos participaron ayer en la Universidad de Deusto en un debate organizado por la Asociación para la Formación y Estudios Sociales bajo el título 'Ética civil y ética religiosa'.
Según Camps, es posible que los sistemas éticos personales de origen religioso aporten a la ética civil. «Ambas mantienen un tronco común», apunta, y enumera valores propios o que han tenido su origen en el cristianismo: «derechos humanos, la libertad del individuo, la autonomía de la conciencia, la igualdad y la tolerancia». «Pero si esos valores se quieren definir respecto a un tema concreto, como es el de la eutanasia, se convierten en una doctrina moral común para todos, y si además se dice que el único que tiene poder sobre la vida es Dios, eso ya no se puede generalizar. Ahí es donde chocamos y es imposible compaginar una moral personal con una ética civil de mínimos», reflexiona. «Imponer una interpretación determinada y restrictiva acaba siendo doctrinario y no tiene cabida en un Estado laico».
Para el teólogo Torres Queiruga, por su parte, «la ética es siempre muy necesaria porque forma parte de nuestro destino y nuestra condición humana». Pero el papel de la religión debe limitarse a «animar a cumplir aquello que, humanamente, comprendemos que debemos hacer». Y aporta una ejemplo que se ajusta a este periodo electoral. «Si un partido pide bajar los impuestos y otro subirlos, ahí sólo deben entrar los economistas. La Iglesia debe decirte que, si comprendes que los impuestos altos son mejores, no puedes escaquearte. Aunque vaya contra tus interes personales, debes pagarlos».