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La Iglesia alardea de transparencia pese a la opacidad de las inmatriculaciones

Del vaso medio vacío al vaso medio lleno. En medio de las críticas que despierta su política de inmatriculaciones de bienes y de los cuestionamientos hacia sus formas de financiación, la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha querido poner de relieve los trabajos desarrollados hasta ahora para mejorar su “transparencia”, al tiempo que ha trazado nuevos objetivos con el fin de mejorar en ese campo. Todo ello forma parte de “La casa de cristal”, un libro patrocinado por la Iglesia que acaba de ver la luz.

El lanzamiento del trabajo realizado por la directora de la oficina de transparencia de la CEE, Ester Martínez Domínguez, y Fernando Giménez Barriocanal, vicesecretario para Asuntos Económicos de esa institución católica. Ambos han tomado parte en la presentación online del libro que ha tenido lugar este martes y en la que también ha estado presente Luis Argüello, obispo auxiliar de Valladolid y secretario general de la CEE, así como Jesús Lizcano, cofundador y expresidente de Transparencia Internacional España –entidad con la que la Iglesia firmó un convenio en 2016–, y Manuel Fanjul García, director de Publicaciones de la CEE.

“Queremos hacer visible lo invisible”, dijo Argüello en su intervención, que sirvió para cerrar el acto. “Somos pecadores; necesitamos tantas veces andaderas que nos ayuden hacer el camino de la vida”, reflexionó el secretario general de la CEE, que destacó que “la Iglesia es una realidad encarnada y por tanto precisa de bienes, instrumentos y recursos, y en la medida que los usa tiene que dar cuenta, ejercitar la transparencia y someterse humildemente al control de las reglas de juego del mundo en el que vivimos, siempre con una ligera sonrisa”.

“La transparencia se ha convertido en un pilar básico de nuestra sociedad, y la Iglesia no puede ser ajena a ello“, afirmó Giménez Barriocanal durante la presentación, al tiempo que admitió que la implementación de esta política no está exenta de dificultades. “Esto es un camino, faltan muchas cosas por hacer”, indicó. Por su parte, Martínez reivindicó la “clara orientación hacia la transparencia” por parte de la Iglesia, al tiempo que destacó el carácter “voluntario” de las diócesis a la hora de “abrir sus puertas” y ofrecer datos internos.

La publicación de este libro ha estado precedida de la difusión de otros datos que afectan a la Iglesia: las inmatriculaciones de bienes. Hace algunas semanas, el Gobierno remitió al Congreso un listado con 34.961 inmuebles inmatriculados por la Iglesia entre 1998 y 2015. En respuesta a una pregunta formulada por Público, Giménez Barriocanal defendió que en esta materia “se ha procedido de una manera transparente”. Indicó además que la Iglesia conoció el listado de bienes elaborado por el Gobierno “al mismo tiempo que el resto de la sociedad” e indicó que “si hubiera alguna incorrección” se procederá a “subsanarlo”. 

40.000 entidades

A lo largo del libro presentado este martes, los responsables de este libro señalan que “las entidades de la Iglesia están especialmente afectadas para introducir mecanismos de transparencia por varias razones”. En tal sentido, indican que “la Iglesia católica es perceptora del sistema de colaboración de la asignación tributaria mediante el cual los contribuyentes, de manera libre e individual, pueden asignar un 0,7% de su cuota íntegra del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas a su sostenimiento”.

“Aunque dicha asignación no tiene consideración de subvención, se trata de unos fondos que provienen de la libre decisión de millones de contribuyentes a la Iglesia. Solo por este motivo es altamente conveniente y necesario un adecuado sistema de transparencia y rendición de cuentas”, apuntan.

A lo largo del libro desgranan que a día de hoy “son cerca de 40.000 el número de entidades con reconocimiento civil que pueden considerarse estrictamente Iglesia católica en España, de todo tipo de naturaleza”, entre las que se encuentran “diócesis, parroquias, congregaciones, cofradías, fundaciones…”. “Cada una de estas entidades tiene unas normas que le son propias y operan con un nivel de autonomía en su decisión que para los que no conocen el marco jurídico puede llegar a sorprender“, describen.

Sostienen que “a lo largo de los últimos años, la Iglesia, poco a poco, ha sido consciente de la necesidad de informar a la sociedad, no solo sobre sus cuentas sino sobre su realidad, organización, mecanismos de decisión, protocolos de actuación, etc”. Remarcan que se trata de “un proceso de adaptación largo y no siempre fácil, por la propia estructura interna de la organización y porque no siempre se comprende la urgencia de dicha transparencia sobre todo en las entidades más pequeñas”.

Martínez y Giménez Barriocanal consideran que “las instituciones de la Iglesia se ven sometidas a una constante presión por parte de determinados sectores sociales, que le solicitan un plus de transparencia que no aplican a otras entidades, y ofreciendo una lectura a menudo negativa de todos los esfuerzos realizados en esta materia”. “Esta situación puede ser debida, en parte, a la secularización que vivimos en los últimos años, unida a la imagen negativa que se da de la Iglesia en algunos espacios de opinión”, indican.

“Rasgarse las vestiduras”

Más adelante, advierten que “la actividad que desarrolla la Iglesia en nuestro país genera muy diversas reacciones entre las que destacan las de los llamados grupos hostiles“. “Estos grupos suelen elaborar sus propios informes claramente tendenciosos para ofrecer una imagen muy diferente de la real, computando como subvención o ayudas a la Iglesia conceptos que en la práctica son el pago de servicios concretos realizados a la sociedad“, describen.

Por ello, consideran que “resulta cada día más importante poder argumentar con verdad y claridad cada una de las realidades de vida de la Iglesia”. “No basta con protestar y rasgarse las vestiduras cada vez que se publica una información en contra de la Iglesia en el ámbito económico. Hay que ofrecer información que contraste lo que se publica con sencillez y rigurosidad; en definitiva, con verdad”, aconsejan.

Los autores del libro lamentan además que exista “una imagen en la sociedad en muchos ámbitos muy distorsionada de esta realidad” a raíz de “comportamientos puntuales y minoritarios que son elevados a categoría general”. Advierten precisamente que “a la Iglesia se le suele asociar con una entidad conservadora, a menudo hasta retrógrada, vinculada políticamente con sectores de derechas y asociada, en no pocas ocasiones, a escándalos de naturaleza sexual o económica”. 

En esa línea, defienden que “los procesos de transparencia en la Iglesia constituyen una realidad que ha llegado para quedarse y que constituye en sí misma un cambio total de mentalidad a la hora de gestionar y actuar”. Destacan por ejemplo que “desde hace tiempo todas las diócesis de España disponen de un Portal de transparencia o equivalente, donde se procura atender a dichos requerimientos, con distintos grados de cumplimiento y transparencia”.

Apuntan además que “la Iglesia ha querido siempre establecer mecanismos de transparencia y rendición de cuentas en varios niveles” y destacan que “en su propia legislación” dispone de “un protocolo de buen gobierno para el funcionamiento de sus instituciones, con un sistema de vigilancia y rendición a la autoridad eclesiástica superior y con un modelo de transparencia que obliga a rendir cuentas a los fieles por los bienes entregados”.

En el apartado de “condicionantes”, señalan que existe “una cierta desconfianza y temor a todo este tipo de procedimientos”. “Da la sensación de que determinadas cosas deben formar parte del secreto interno de las instituciones. Por ejemplo, a la hora de informar sobre el sistema de retribución de los sacerdotes o de los fondos que dispone la parroquia, son muchos los que piensan que es mejor que queden en un lugar más reservado“, señalan.

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