Ignacio Escolar recoge en su blog una información que puede llevar al PSOE a la victoria en las siguientes elecciones: va presentar en el Parlamento una proposición no de ley para denunciar los Acuerdos de España con la Santa Sede.
Naturalmente no prosperará tal decisión al no tener mayoría suficiente, pero ello lleva implícito el compromiso político y moral de incorporarlo en su próximo programa electoral. Es triste que el PSOE tome esta decisión al cabo de tantos años y de tantas cesiones a la Iglesia Católica movido exclusivamente por interés electoral al verse angustiado y sobrepasado en todo lo demás. Pero el caso es que lo va a hacer. Dicen.
Cierto que no es una decisión fácil pues hemos llegado a un punto en que si bien se terminaría con las brutales ayudas económicas a la Iglesia – incapaz de autofinanciarse, como estaba legislado y como sería deseable para cualquier católico coherente -, también una resolución definitiva en tal sentido de ruptura, aun amistosa, acarrearía serias dificultades para hacerse cargo de la nueva situación, en especial en el terreno de la educación, por otra parte de imprescindible cambio. Esto facilitaría enormemente la consecución de un trascendental pacto de Estado de Educación, que ningún Gobierno ha conseguido y sin el cual España no podrá avanzar en serio.
Pero indudablemente merecería la pena: España dejaría de ser el casi único país de la Unión Europea con tal sumisión a la Iglesia Católica, con lo que ello comporta en el retraso y desarrollo de una separación efectiva y necesaria entre la Iglesia y el Estado. España entraría con plenitud en la modernidad cultural, política y religiosa. Dejaríamos atrás la lucha que ideológicamente más ha enfrentado y enfrenta solapadamente a los españoles: ni el laicismo respetuoso sería una ofensa a los creyentes y sus instituciones de organización y mando, ni los católicos, consciente o inconscientemente, impedirían a los no católicos consumar sus modos y deseos de vida. El Papa lo acaba de decir en Cuba: la Iglesia no está de acuerdo ‘con quienes se encierran en su verdad e intentan imponerla’.
De todas maneras, a mí esto me suena a aventura imposible. Es tan profundo y expansivo el sustrato secular de la España católica intransigente, que no acierto a creerlo. Las guerras de religión se han trasladado a lo cotidiano, y veo a cardenales, obispos, sacerdotes y fieles obtusos, diputados incluidos, batallando a muerte por el mantenimiento de la situación. Pero el PSOE tiene la obligación de impulsarlo y tratar de conseguirlo con el apoyo de millones de ciudadanos. Solo así recuperaría la decencia.
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