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La identidad yihadista

Formular soluciones para contener el terrorismo yihadista presenta enormes dificultades debido a la complejidad del problema. Para ello es de máxima importancia conocer los motivos que les impulsa a provocar exterminios masivos pero no es el único factor que dificulta la tarea. También hay elementos legales y otros de carácter internacional que limitan las posibles acciones dirigidas a prevenir y anular esos criminales ataques.

Aunque algunos círculos ideólogos no concuerdan con la idea de que esos fanáticos matan en nombre de Dios, otros creemos que en buena medida se trata de un fenómeno religioso. La Yihad es la lucha contra aquellos que no siguen a Alá. Según manda el Corán (48:29) «Mahoma es el apóstol de Alá. Aquellos que lo siguen serán implacables con los no creyentes y misericordiosos con los suyos». El Corán contiene más de 100 suras y aleyas que llaman a los musulmanes a la guerra contra los no creyentes. Por ejemplo: (Corán 8:12) «…Yo arrojaré temor en el corazón de aquellos que no creen. Entonces, córtenles el cuello y córtenles cada uno de los dedos. Esto háganlo porque ellos se oponen a Alá y a Su mensajero».

También la religión musulmana manda a sus fieles realizar obras de justicia: «Entonces aquel con abundantes buenas obras gozará una vida de buen placer y satisfacción. Pero aquel en que el peso (de sus obras) es ligero, tendrá su morada en un abismo (sin fondo).» (Corán 101:6-9). Esta imprecisión sobre la cantidad de obras puede ser lo que impide a un yihadista saber si ha hecho o no lo suficiente para complacer a Alá, y es lo que les mueve a asesinar sin contemplación y a inmolarse si hace falta.

Una buena ayuda para entender lo que está ocurriendo con esos extremismos la podemos encontrar indagando con objetividad en el pasado histórico de nuestra cultura occidental. Documentos de incuestionable relevancia que señalan las obligaciones del creyente los encontramos en el Tanaj o Antiguo Testamento, fundamento de los monoteísmos abrahámicos.

El término monoteísta lleva implícito un elemento esencialmente intolerante, sectario, opuesto a la tolerancia politeísta. Tras el Concilio Niceno en 325 que declaró oficial en el Imperio la religión católica junto a las religiones politeístas, el 27 de febrero de 380 se dictó el Codex Theodosianus que prohibía todas las religiones politeístas pasando así a ser el catolicismo la única religión permitida en el Imperio. Una parte del códice dice textualmente en relación al paganismo: «…en nuestro juicio ellos son locos insensatos, decretamos que sean señalados con el ignominioso nombre de herejes … Ellos sufrirán en primer lugar la reprensión de la condena divina y en segundo lugar el castigo de nuestra autoridad que de acuerdo con el deseo del Cielo decidirá infligir.

En el Antiguo Testamento, como en el Corán, hay pasajes que propugnan la violencia contra los no creyentes: Deuteronomio 20:10-17 «… en las ciudades de esos pueblos que el Eterno tu Dios te da por heredad, no dejarás con vida a ninguna persona. Los destruirás completamente, como el Eterno tu Dios te ha mandado». 1 Samuel 46-54 El Señor te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré. Te cortaré la cabeza y daré hoy los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a los animales del campo. También el Nuevo Testamento a pesar de predicar el amor al prójimo dice: Lucas 19: 27: «…Aquellos enemigos míos que no querían que yo reinara sobre ellos, traedlos acá y degolladlos en mi presencia».

Esos documentos históricos nos permiten una visión panorámica que lleva a preguntarse por qué el cristianismo que persiguió con saña durante siglos a quienes tenía por enemigos dejó de hacerlo y si el mismo proceso puede llegar a frenar algún día el yihadismo islámico. La Iglesia fue perdiendo su agresividad, según dónde, en la medida que perdía el poder político. Varios movimientos intelectuales como el Renacimiento, la Reforma, la Ilustración, y finalmente la implantación de las democracias fueron decisivos para frenar los genocidios religiosos en occidente.

Si tantos siglos fueron necesarios para domar a los clérigos católicos, hoy no podemos pensar que los líderes yihadistas pronto se amansarán Afortunadamente la inmensa mayoría de los católicos no conocen el Libro Sagrado en detalle o bien lo ven como una metáfora intrascendente. Lo mismo puede decirse de tantos musulmanes que aborrecen las acciones yihadistas e incluso muchos las sufren en carne propia y optan por asentarse en tierras democráticas. Además de ser receptivos debemos estar vigilantes con sus Predicadores y apoyar la opción de destruir el Daesh.

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