La Generalitat de Cataluña vuelve a sorprender y no gratamente. El tema roza lo ridículo pues, en un extraño afán por desprestigiar a la Iglesia Católica en pro del espíritu laico que se intenta imponer, han publicado un manual que podr
El señor Joan Surroca i Sens, autor del “Manual de Ceremonial Civil. Los días más grandes” ve este invento una herramienta para “aquellos y aquellas que quieran, bajo unos parámetros exclusivamente laicos, encontrar fórmulas para vivir con plenitud, solemnidad y espiritualidad lo que conocemos como ritos de paso”. Dicha publicación únicamente se encuentra en catalán y lo edita Edicions del Brau.
La Asociación Catalana de Municipios y Comarcas, que es quien ha publicado dicho manual con la colaboración de la Generalitat, justifica la publicación de esta obra porque “durante el año 2004, por primera vez en Cataluña, el número de matrimonios exclusivamente civiles superó al de católicos”. Por eso Surroca ha visto la necesidad de elaborar este manual, que a su juicio ha sido bastante complicado debido a la presencia secular del cristianismo en todos los ámbitos de la existencia.
Según explicó el autor, como ahora Europa se ha transformado en una sociedad laica, conviene hacer unos nuevos ritos que sustituyan a los antiguos. De entrada, no hace falta imitar a los templos, porque disponemos de edificios civiles solemnes de todas las épocas que cumplen las características idóneas para celebrar allí ceremonias que pueden satisfacer el nivel más alto de exigencia.
La Generalidad, como promotora de la idea, aprovecha la ocasión para anunciar que “la jerarquía de la Iglesia católica ha sido muy combativa con la polémica que ha generado la nueva ley, pero no merece la pena darle ninguna importancia. La Iglesia es sabia y experimentada en la adaptación a los tiempos históricos”. De este modo, los ayuntamientos catalanes ya pueden “bautizar”, casar y enterrar por lo civil siguiendo un ritual enteramente laico.
Respecto a los nuevos rituales, podemos hablar de la “Ceremonia de acogida” que nos recuerda inevitablemente al bautismo. Esta consta de un rito de bienvenida, unas lecturas, las palabras del celebrante y hasta de la participación de unos padrinos. Los textos escogidos para la ocasión, al igual que para el resto de ceremonias que recoge el manual, pueden ser variadas: desde poesías a artículos legislativos o incluso lecturas de la Biblia.
Muchos se casan por lo civil y no por lo religioso, opina Surroca, “por un desacuerdo con la manera de actuar de la Iglesia Católica, no por un rechazo total a la religión”.
Respecto al ‘rito’ del matrimonio, el autor explica que, a lo largo de la historia, se reconocen otras variedades además de la forma más habitual de matrimonio entre un hombre y una mujer, y aunque sólo cita la poligamia en este aspecto, deja la puerta abierta a lo que estamos viviendo en esta sociedad laica, el mal llamado “matrimonio” homosexual.
El manual laico abre su apartado de exequias civiles y muerte con otra sorpresa, ya que publica que “Ha de merecer nuestro respeto aquella persona que, tras una meditación serena, llega a la determinación de poner fin a su vida. No se tendría que penalizar el hecho de apoyarle si fuera necesario, siempre que se cumplan las medidas que la ley de despenalización establece”. Con esta arenga a favor de la eutanasia, intenta “preparar para afrontarla con dignidad».
Según su autor, “el ambiente que se respira en un funeral católico suele ser artificial, aunque el difunto y su familia fuesen católicos”. En cambio, el acto de despedida civil debe ser un abrazo amoroso y fraternal.
Después, en el entierro quizás sería bueno que el grupo se mantenga a una distancia prudencial del nicho donde están trabajando los albañiles. Ése es un buen momento para leer un poema o para que algunos de los presentes expliquen su relación con el difunto, el lado más humano y, por qué no, el más humorístico, que ayude a romper la tensión.