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La espinosa cuestión del servicio militar de los ultraortodoxos en Israel

Cuando, con 16 años, Yossi se comprometió a dejar su escuela talmúdica por el ejército, su hermano le soltó: “antes morir”. En Israel, la cuestión del servicio militar de los judíos ultraortodoxos es fuente de división política y dio qué hablar antes de las elecciones legislativas del lunes.

“Decidí plantearme un desafío, desafiar a mi familia también”, explicó a la AFP Yossi Levy, de 29 años en la actualidad.

“Ya no me sentía a gusto con lo que hacía en la ‘yeshiva’ (escuela talmúdica), mi corazón ya no estaba allí”, agregó este oficial de una unidad de judíos ultraortodoxos dirigida por Nahal Haredi, una oenegé que ayuda a los jóvenes de su comunidad que desean alistarse en el ejército.

En Israel, el servicio militar –de casi tres años para los hombres y de dos para las mujeres– es obligatorio y constituye un punto de encuentro en el que se mezclan ciudadanos de todos los estratos sociales.

Pero, los judíos ultraortodoxos, también llamados “jaredíes”, literalmente “temerosos de Dios”, están exentos de hacerlo.

Cambio demográfico

Poco después de la creación de Israel, en 1948, el fundador del país, David Ben Gurion, decidió eximir del servicio militar a los estudiantes de las ‘yeshivas’, porque ellos garantizaban que la ley y la religión judías se siguieran estudiando.

En aquel entonces, Israel contaba con pocos jaredíes. En la actualidad, representan a cerca del 12% de los nueve millones de israelíes y suelen vivir en una suerte de burbuja, siguiendo una interpretación muy rigurosa de los preceptos del judaísmo.

Pero, en un país acostumbrado a las guerras, muchos ven en este trato de favor –sobre todo el electorado laico– una injusticia.

La polémica se fue encendiendo hasta el punto de contribuir a la caída del gobierno del primer ministro, Benjamin Netanyahu, en 2018.

En 2017, la Corte Suprema israelí atizó la polémica al fallar que los judíos ultraortodoxos debían cumplir con el servicio militar como el resto.

Un año después, Netanyahu intentó aprobar una ley para establecer cuotas de servicio militar entre los jaredíes, pero sin que éste fuese de carácter obligatorio.

Sin embargo, el proyecto no era lo bastante ambicioso para su ministro de Defensa, Avidgor Lieberman, también líder de la formación laica Israel Beitenou, lo que hizo que la coalición gubernamental se deshiciera.

Desde entonces, el país ha celebrado dos elecciones legislativas, en abril y septiembre, sin que éstas desembocaran en ninguna mayoría clara, ni para el partido conservador, Likud (dirigido por Netanyahu), ni para la formación de centro “Azul-Blanco”, liderada por Benny Gantz.

Sea cual sea el resultado de las elecciones del lunes, los expertos aseguran que la cuestión del servicio militar de los judíos ultraortoxodos debería resolverse con la mayor premura, para facilitar su integración en la sociedad y también para aliviar las finanzas del país.

“Ya no aguantan” 

Los jóvenes jaredíes que no se alistan en el ejército estudian más en la ‘yeshiva’ –donde reciben subvenciones públicas– y se incorporan más tarde al mercado de trabajo, con un amplio conocimiento del judaísmo, pero a menudo sin ninguna formación técnica de peso.

“Si continúan fuera del mercado de trabajo, podría convertirse en un problema, pues habrá que seguir financiando (las escuelas talmúdicas) y esto, evidentemente, afectará al crecimiento económico”, indicó Avi Weiss, presidente del Centro Taub de Estudios Sociopolíticos de Israel.

Sin embargo, “cuanto más aumenta la población (ortodoxa), más se agranda el problema”, agregó.

Según el especialista, la tasa de empleo de los hombres jaredíes, que ronda únicamente el 50%, está estancada desde 2015, cuando los partidos ortodoxos secundaron el movimiento de Netanyahu a cambio de nuevas subvenciones para este sector de la sociedad.

En paralelo, el número de ultraortodoxos que se ha enrolado al ejército ha ido disminuyendo, señaló Benjamin Brown, profesor de pensamiento judío en la universidad Hebraica de Jerusalén.

Recientemente, el ejército israelí admitió que había aumentado el número de reclutas ultraortodoxos, y se justificó afirmando que a veces resultaba difícil determinar quién es ultraortodoxo y quién no lo es.

Pero, para Yossi Levy, la cifra de ultraortodoxos que se apunta al servicio militar obligatorio sólo puede aumentar, pues los jóvenes ya no viven en una burbuja y tienen acceso al resto del mundo a través de internet.

“Ya no aguantan ahí”, sostiene. “Les resulta complicado quedarse sentados y estudiar. Así que si les proponen una alternativa –el ejército–, muchos la aprovecharán”, apostilla.

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