Asóciate
Participa

¿Quieres participar?

Estas son algunas maneras para colaborar con el movimiento laicista:

  1. Difundiendo nuestras campañas.
  2. Asociándote a Europa Laica.
  3. Compartiendo contenido relevante.
  4. Formando parte de la red de observadores.
  5. Colaborando económicamente.

La España más tradicional · por Ximo Estal Lizondo

Las fiestas deben evolucionar: del folclore conservador a celebraciones inclusivas, culturales y verdaderamente populares.

Con la llegada del verano, la mayoría de los pueblos de España, durante los meses de julio y agosto, celebran sus fiestas mayores. Fiestas cargadas de tradición y costumbres que muchas veces rayan el esperpento, actitudes circenses e incluso recuerdan la España de Berlanga y una España en blanco y negro.

Por lo pronto, continúan llamándose, en muchos pueblos y en pleno siglo XXI, fiestas patronales en vez de fiestas populares, como debería ser en este siglo. Es más, continúa programándose, en más de un 70%, actividades taurinas, procesiones, misas y actos que dejan de lado a más de un 60 % de la población que tiene otras creencias o que le gustaría que las fiestas fueran más populares y menos tradicionales.

Porque es tradicional continuar manteniéndose actividades, incluso las paganas, presididas por el cura, el alcalde, el médico, la Guardia Civil y, sobre todo, con la imagen del patrono o patrona presente.

Es esperpéntico y circense observar cómo la gente aplaude, acepta este regreso al siglo XX e incluso al medioevo, con el argumento de que son tradiciones

Es esperpéntico y circense observar cómo la gente aplaude, acepta este regreso al siglo XX e incluso al medioevo, con el argumento de que son tradiciones. Pero, paseando por esos pueblos, uno ve, desgraciadamente, cómo una gran mayoría de ellos, donde cualquier director cinematográfico ganaría un Goya, continúa manteniendo calles con nombres de personajes genocidas de la dictadura franquista e incluso algunos de ellos, todavía, mantienen en la puerta de sus iglesias las cruces y los nombres de los caídos “por Dios y por la patria”, despreciando con ello la Ley de Memoria Democrática.

Y lo peor es ver cómo no solo son los viejos del lugar los que defienden esas tradiciones “absurdas” por temor o convicción —pues algunos de esos pueblos fueron masacrados por la represión franquista—, sino lo peor es ver a los más jóvenes siendo mucho más conservadores y tradicionales, aun siendo ya nacidos en pleno siglo XXI.

Por desgracia, observar las fiestas de los pueblos más pequeños, e incluso algunos con mucha población, volver a unas fiestas tradicionales, conservadoras y ultracatólicas y no luchar por unas fiestas realmente populares, donde caben todos y todas y donde las creencias pueden tener su sitio presencial, pero no el único y dominante, es preocupante, pues significa que no se progresa y que, por desgracia, queremos quedarnos en una España en blanco y negro.

El siglo XXI requiere cambios en las fiestas, requiere fiestas populares cargadas de cultura y, por qué no, también de tradición, pero no de adoctrinamiento ultracatólico ni de rémoras franquistas

El siglo XXI requiere cambios en las fiestas, requiere fiestas populares cargadas de cultura y, por qué no, también de tradición, pero no de adoctrinamiento ultracatólico ni de rémoras franquistas. Y para ello, todos los partidos políticos, sobre todo los de izquierda, tienen que estar en el siglo XXI, y no tener miedo al cambio y a esos partidos de derecha que lo que pretenden es volver al pasado y que la ciudadanía mantenga esas tradiciones conservadoras para así seguir dominándola.

El miedo no te hace progresar, sino vivir con temor y con falta de libertad de expresión. Las fiestas deben pasar de ser tradicionales a populares. Muchos pueblos y ciudades lo agradecerían; lo contrario es no avanzar. Y el que no avanza, no piensa, no lucha por cambiar la sociedad ni por cambiar la cultura tradicional. Las fiestas ultracatólicas no pueden conseguir ni ayudar a utilizar la única arma que tiene el cambio generacional, el cambio de siglo, que es buscar, de forma pacífica y dialogante: la libertad, y con ello la concordia entre todos y todas, y hacer de las fiestas populares unas fiestas llenas de una verdadera libertad, donde los actos religiosos y tradicionales conservadores y adoctrinadores estén en el ámbito privativo, y donde los actos culturales vayan en aumento, y no donde el “castigo” al animal sea lo primordial de la fiesta y las procesiones el foco mediático de una “falaz” celebración. Lo primordial es la convivencia, y con ello unas fiestas populares deben ser el objetivo de todos y todas, puesto que el ámbito tradicional no puede ser la excusa para seguir adoctrinando y mantener a la ciudadanía en una España en blanco y negro, que creo que no se merece. Pues, queramos o no, estamos en el siglo XXI, pese a algunos.

Total
0
Shares
Artículos relacionados
Total
0
Share