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La escuela debe enseñar ciencia no opiniones

Entrevista a Albert Riba, representante de Ateus de Catalunya Barcelona, 1947 Funcionario del Estado Ateus de Catalunya está en la Lliga per la Laïcitat En pleno debate de la LOE, pide la supresión de la religión en los centros públicos

Dice Riba que llegó al ateísmo desde la madurez y la profunda reflexión. El presidente de Ateus de Catalunya pide para sí, y para el 15% de la población que comparte su cosmovisión, que les dejen vivir sin Dios. Por eso, en pleno debate de la LOE, exige la desaparición de la asignatura de Religión de la escuela pública.

–¿Tan claro lo tiene?
–Muy claro. La escuela tiene que enseñar ciencias, no opiniones.

–Para entender la cultura occidental no vienen mal…
–Lo que se discute es la existencia de una asignatura confesional. Explicar la historia sagrada. Dar por verdad cosas de las que no hay pruebas. Me parece bien que la gente crea en mitos ya existentes en Egipto y la India, copiados luego por Israel para justificar su política imperialista entre los años 1500 y 500 de nuestra era. Pero que no se den en la escuela.

–Será asignatura optativa.
–Lo sea o no, significa que se le da el mismo valor a la religión que a las matemáticas. Y no lo tiene. Además, ¿por qué enseñarla durante 12 años, dos horas por semana, cuando Filosofía o Historia del Arte se imparten sólo dos años? Esta asignatura tiene que enseñarse en la iglesia, en la mezquita, en la sinagoga. Cada uno tiene el derecho de enseñar su religión tanto como quiera. Pero no en la escuela, que es un espacio común.

–Los fieles quieren que compute.
–¡Es que si no se les acaba el chollo! En este país hay 55.000 maestros de religión. Es un ejército que da unas cuantas clases y luego va bien para dar la tabarra en las manifestaciones, en la COPE o donde haga falta.

–¿Tan onerosa le parece la influencia de la Iglesia católica?
–Tiene una influencia social y política fuera de toda lógica. La Constitución dice que el Estado es aconfesional, pero desembolsamos miles de euros para mantener a 500.000 personas. Pagamos sueldos a curas, monjas, capellanes militares y profesores de religión; mantenemos iglesias y permitimos que tengan exención de impuestos.

–En la renta, uno es libre de poner la cruz donde quiere.
–¡Una tomadura de pelo! Aquí paga igual el que la pone y el que no. Y lo más grave es que en los acuerdos de 1979 se dijo que, en el plazo de tres años, la Iglesia debía autofinanciarse. Han pasado 30 años y seguimos igual. En 1991 se inventaron la asignación tributaria, pero el primer año ya les faltaba dinero… Ahora piden el 0,80% de los presupuestos para… ¿autofinanciarse? ¡Dé qué!

–El Estado subvenciona sindicatos, partidos, asociaciones de vecinos…
–Si la gente se rasca el bolsillo para ser socio del Barça, del club de ajedrez o del partido ecologista, que los socios de la Iglesia paguen la cuota. Cuando eso ocurra, veremos si pueden o no mantener las infraestructuras que tienen. Y a partir de ahí, ya hablaremos de si se les puede subvencionar alguna actividad.

–Suena tajante.
–¿Hay algún grupo social que tenga privilegios en este país? La Iglesia. Y este inaudito privilegio está recogido en los acuerdos entre España y la Santa Sede de 1975 y 1979, que modifican el concordato franquista de 1953. ¡Hay que suprimirlos! Son acuerdos preconstitucionales. Además, ¿por qué los pactos tienen que ser de Estado a Estado?

–¿Habla de España y el Vaticano?
–Sí. Se pueden tener acuerdos con el Vaticano sobre pasaportes, fronteras, intercambio económico. Pero que decida nuestras fiestas o la asignatura de Religión… ¡Cuando el Vaticano es uno de los estados que menos acuerdos internacionales sobre derechos humanos ha firmado y menos transparencia tiene en sus finanzas! Habría que denunciarlos.

–Muchos no piensan así.
–El problema es que no existe un quién es quién de la religión en España. Los datos aportados por el CIS y la Fundación Santa María revelan que, en España, un 80% se autodefinen como católicos; algo más del 15%, como irreligiosos, y el resto, de otras confesiones. Por tanto, la segunda opción del país es la de los ateos o irreligiosos, muy por encima de la suma de las otras religiones.

–Aun así, el 80% es el 80%.
–De ese 80%, los que ponen una cruz en la declaración de la renta rondan el 30%. Y los que van a misa no llegan al 10%, según la Iglesia. ¿Son católicos quienes no les cuesta un euro su religión y no van a misa?

–Oiga, ¿por qué la COPE se mete poco con ustedes?
–Creo que hay una expresa prohibición por parte de los obispos de hablar de los ateos. No les tememos, no les debemos nada y nuestro discurso es coherente. Somos peligrosos.

–Tranquilícelos, por si acaso.
–Yo no tengo interés en demostrar que Dios no existe. Sólo pido que me dejen vivir sin Dios.

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