Los centros han recibido un incremento de matriculaciones para el este curso. Euskadi cuenta con cuatro docentes acreditados
El aumento de matriculaciones en religión islámica para este curso en los colegios vascos evidencia la falta de docentes acreditados para impartir esta materia. Euskadi cuenta con cuatro profesores especializados en esta temática, insuficientes para atender la actual demanda de esta asignatura y que mucho menos podrán cubrir las nuevas solicitudes a partir de septiembre. Hay centros en Gipuzkoa que han pasado de cero solicitudes a treinta en un solo curso.
Las listas de profesores para impartir esta asignatura, según fuentes del departamento de Educación, están «permanentemente abiertas», pero no hay docentes. Un profesor especializado en religión islámica debe, como el resto del cuerpo docente vasco, cumplir con los requisitos que se exigen desde Educación para dar clase. En el caso de las etapas de Infantil y Primaria tienen que tener el grado de magisterio, acreditar el PL2 en euskera (EGA) y, además de superar el curso de especialización que imparte la Comisión Islámica de España, contar con su visto bueno. En el caso de un profesor de Secundaria, tiene que presentar el máster de formación del profesorado (CAP), tener la competencia lingüística en euskera y el curso y el visto bueno de la Comisión Islámica de España.
LAS CIFRAS
89.487 Personas practican la religión islámica en Euskadi, 5.540 de ellas en Donostia. Gipuzkoa cuenta con 26 mezquitas.
15,7% de los alumnos vascos tienen origen extranjero. De la población total, es inmigrante el 9,4% de la ciudadanía.
Educación está obligada por ley a ofertar en la red pública la asignatura de religión. En los formularios de matriculación aparece el listado de confesiones más frecuentes en la sociedad para que las familias elijan y el incremento de población de origen extranjero que profesa la religión islámica ha aumentado notablemente en Euskadi en los últimos años, que tiene su reflejo en la elección de esta materia en los colegios.
Desde la federación islámica del País Vasco (Fivasco) reconocen que «animan» a las familias de esta comunidad a que pidan las clases de religión musulmana en los colegios. Y se ha notado. En este 2022-23 algunos centros han cuantificado un aumento notable de las peticiones de clases de esta confesión por parte de familias que hasta ahora no habían seleccionado la casilla de esta materia y llevaban ya años con hijos estudiando en sus aulas. Aziz Messaoudi, presidente de Fivasco, no duda en afirmar que los cuatro profesores que hay en el País Vasco «no dan abasto» a pesar de que, según dice, «hay personas preparadas», sin entrar en el detalle de los requisitos.
En algunos colegios han llegado a tener hasta una treintena de solicitudes y saben que no van a poder cubrir la demanda por la falta de profesionales. De momento se han limitado a trasladar a Educación las peticiones y están a la espera de lo que el departamento les indique. Pero también advierten a las familias de que se trata de una asignatura más que se debe impartir como el resto de materias de las horas lectivas, con las mismas condiciones en materia lingüística según el modelo en el que los estudiantes estén matriculados.
A la federación de asociaciones de gestión de escuelas públicas vascas (Heize) ha llegado la inquietud de las direcciones de los centros sobre cómo atender estas solicitudes. «Es algo que tenía que llegar y que refleja la sociedad que tenemos», dice Iñigo Salaberria, su director. «Cada vez tenemos más alumnos de origen extranjero que vienen con sus propias confesiones», apunta. Esta opinión viene avalada por el informe ‘La Escolarización del Alumnado de Origen Extranjero en el Sistema Escolar de la CAPV’ realizado en 2019, que revela que el 9,4 % del total de la población de la Comunidad Autónoma Vasca es inmigrante, un porcentaje que se eleva al 15,7% en el sistema educativo. En Primaria supone el 16% y en la ESO el 14,6%, según el estudio. Se habla de origen extranjero porque muchos de esos alumnos son nacidos en Euskadi y tienen al menos un progenitor nacido en otro país. Además, en los datos del Eustat sobre nacimientos de ese mismo año, el 27,4% de las madres vascas tenían nacionalidad extranjera. Los principales países de origen de estas mujeres fueron Marruecos, con 750 madres, Colombia (355) y Nicaragua (299).
Una cuestión en la que insisten los directores de la red pública es en la necesidad de que esta sea laica «de una vez por todas». Una cuestión que lleva encima de la mesa «más de 30 años» pero que «no acaba de llegar». Este punto se incluye en el pacto educativo firmado en marzo por PNV, EH Bildu, PSE-EE y Elkarrekin Podemos-IU. Sin embargo, la última reforma educativa (Lomloe) incluye la religión sin valor académico y con una hora alternativa denominada ‘Valores sociales’ sin carga curricular.
«Especialidad con trabajo»
Una de las cuatro profesoras vascas de religión islámica es Romaesa Benslaiman, una joven eibarresa que da clases en la zona del Duranguesado y que vio una salida laboral en esta «especialidad» cuando acabó su carrera de magisterio y su postgrado. «Vi la oportunidad de tener un empleo y con la religión que yo practico. Me dije ‘por qué no’ y desde que hice el máster tengo trabajo», asegura.
Su semana laboral se reparte por varios centros de Bizkaia. «Cada día voy a un colegio, lo que tiene sus cosas buenas y malas», admite. Anima a quienes quieran trabajar a estudiar su especialidad, porque «hay trabajo». Subraya las diferencias a la hora de dar clases de religión islámica con las condiciones que tienen otras confesiones que se imparten en los centros públicos y que afectan a su tarea.
Para optar a tener un profesor de religión islámica, el centro debe tener al menos diez familias que lo soliciten, sean del curso y de la etapa que sean. En el caso de la religión católica, la más demandada entre las familias, esa cifra desciende al mínimo posible. Es decir, si un alumno solicita las clases, se atienden.
Además, el reparto de grupos se hace de forma diferente a las clases de religión católica. En lugar de por ciclos de etapa, los alumnos se distribuyen en mitad de etapa, lo que provoca que a alguno de los estudiantes no le cuadre el horario con el resto de materias de su curso. «La realidad es que sí tienen clases de religión, pero en la práctica no pueden acudir porque no hay manera de encajar los 60 minutos semanales», cuenta la profesora. Es consciente de que la demanda va creciendo con el tiempo, por lo que no duda en animar a compañeros a estudiar. «Hay trabajo en esta materia», insiste.