Quisiera proponer un problema en primer lugar, en segundo una definición y en tercero un análisis de las dificultades. El problema es la diversidad humana, que necesita de una ley común para convivir o ¿cómo unir la unidad de ley común del espacio público y la diversidad de los hombres? Pues bien, la historia ha propuesto dos soluciones muy malas, la primera la del nacional catolicismo o confusión teológica política que denuncia Espinosa, que consiste en que la ley religiosa se impone a la ley política, y que conste que no es un desgracia del Islam, que tuvo pensadores ilustrados como Aberroes en el siglo XI, que decía que cuando un versículo del Corán contradice la razón se debe de interpretar necesariamente, y en eso coincide con él Kant, que decía que la razón debía de hablar la primera.
En ningún caso se debe de confundir el Islam con el integrismo radical político, como lo es la religión como postura espiritual del creyente y perfectamente compatible con el laicismo y la religión como proyecto político de dominación totalmente incompatible con el laicismo. El problema cuando surge no pasa por la solución de imponer una sola religión como referencia a todo un pueblo, porque eso es no tener respeto a la diversidad espiritual de dicho pueblo. Luis XIV decía “Un Rey, una ley, una fe” y eso es, en resumidas cuentas, en la figura del totalitarismo, como los talibanes afganos, imponiendo leyes coránicas de velos y sumisión a las mujeres, que ven la vida desde detrás de una reja de tela de sus burkas. Las religiones impuestas en una sociedad son completamente contrarias a los derechos del ser humano.
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