-¿Qué valores básicos se recogen en la nueva asignatura?
-Los valores son los relativos al compromiso con el Estado de Derecho y con la Democracia. En principio no deberían haber molestado, por tanto, a la Iglesia ni a la derecha de este país, puesto que no hay ninguna línea política que pretenda apartarse de los valores del Estado de Derecho. Nosotros hemos sacado un libro en el que pretendemos defender una tesis que puede llamar la atención, fundamentalmente porque proviene del pensamiento de izquierdas. Planteamos que en una sociedad capitalista, el Estado de Derecho y la Democracia son incompatibles, imposibles, inviables. No pretende adoctrinar sino sencillamente hacer una argumentación crítica sobre la realidad social en la que vivimos. Lo que no se puede hacer, como han hecho el resto de los libros de texto, es plantear el tema de la Democracia y el Estado de Derecho sin hacer ninguna mención al tipo de sociedad en la que están pensados esos conceptos. No se puede plantear el tema del Estado de Derecho sin mencionar ni una sola vez la palabra capitalismo, porque vivimos en una sociedad capitalista.
-Se pretenden enseñar valores éticos basados en los derechos humanos, mientras la Iglesia asegura que es un intento de laicidad. ¿Desde cuándo derechos humanos y religión están mezclados?
-Desde mi punto de vista no se pueden mezclar. La postura de la Iglesia está siendo de un cinismo y de una hipocresía tan grotesca que yo ni siquiera entiendo cuál es el razonamiento que pretenden hacer. O sea, ¿cómo les puede molestar que se eduque en valores laicos, cuando ellos llevan educando en los valores religiosos -de una determinada religión- durante siglos? Además ellos han tenido el monopolio del adoctrinamiento religioso durante larguísimos periodos, como por ejemplo durante todo el franquismo, y les ha parecido bien. Desde el mismo momento en que se intentó debilitar ese monopolio empezaron a protestar, y ahora viven como una agresión lo que no es más que una normalización del problema de la educación en valores.
-¿Diría que la ética es universal frente a la parcialidad de las religiones?
-Efectivamente, yo creo que sí. Y eso lo han defendido también autores cristianos. El propio Jesús dijo que todos los mandamientos se podían resumir en uno solo: “Amarás al prójimo como a ti mismo”. Es decir, te pondrás enteramente siempre en el lugar del otro, lo cual es un principio filosófico completamente formal que es además la raíz del derecho y que el pensamiento ilustrado considera precisamente la forma misma de la universalidad. Mientras que Jesús predica unos valores universales, la Iglesia me parece el mayor enemigo del cristianismo y de la figura de Jesús, pretendiendo imponer en el espacio público unos determinados valores propios de una secta de psicópatas mafiosos, que tienen una determinada concepción vital aberrante. Es curioso, porque los que defendemos la universalidad de la ética frente a la parcialidad de la religión, creo que somos más cristianos que los propios defensores del orden eclesiástico, los obispos.
-La Iglesia se ha rebelado contra la asignatura, ¿es que no comparte algunos valores éticos universales?
-La doctrina de la Iglesia no atenta contra los derechos de las personas y sin embargo para mí su postura en general es un atentado continuo contra la Carta de los Derechos Humanos. Fundamentalmente en la medida en la que la Iglesia ha combatido a la Teología de la Liberación y se ha encogido de hombros frente a lo que este movimiento católico ha llamado el pecado estructural, o el mal de las estructuras o el mal de la economía capitalista. Desde este punto de vista creo que la Iglesia se sitúa enteramente al margen del pensamiento civilizado de la Ilustración y por tanto en una postura que inequívocamente nos arroja a una especie de Edad Media preilustrada y precivilizada.
-La asignatura busca fomentar el pensamiento crítico y la libertad de conciencia, algo que no existe en la Iglesia Católica. ¿Puede ser esto el origen del enfrentamiento?
-Sí, efectivamente. A la Iglesia nunca le ha convenido fomentar ni el espíritu crítico ni la libertad de conciencia porque pretenden tener el monopolio del adoctrinamiento. Y a eso es a lo que ellos llaman libertad. El monopolio del adoctrinamiento es un verdadero escándalo que se ve reflejado en la primera chica objetora de conciencia de la Comunidad de Madrid, que declaró que ‘a mí no me come el coco ni Dios, y mucho menos el Estado’. Esta persona no se puede presentar como un ejemplo de espíritu crítico, sino más bien todo lo contrario. Me parece que, como miembro perteneciente a una secta religiosa, no está dispuesta a que nadie le haga tambalear su ideario con crítica y con libertad de conciencia. Porque la Iglesia es una secta religiosa como cualquier otra, lo que pasa es que tiene más poder.