Manifiesto enviado por la asociación «La Educación Nueva» a la Comuna de París en 1870.
«LA COMUNA Y LA INSTRUCCIÓN»
«Considerando que los establecimientos de Instrucción y de Educación mantenidos por la Comuna, por los Departamentos o por el Estado deben ser abiertos a los hijos de todos los miembros de la colectividad, cualesquiera que sean sus creencias íntimas. Los delegados de la sociedad «La Educación Nueva» solicitan, en nombre de la libertad de conciencia, en nombre de la justicia, que la instrucción religiosa o dogmática sea dejada por entero a la iniciativa y a la libre dirección de las familias y que sea inmediata y radicalmente suprimida, para todos los niños de ambos sexos, en todas las escuelas, en todos los establecimientos cuyos gastos sean pagados con los impuestos; que estos establecimientos de instrucción y educación no contengan ningún objeto de culto, ninguna imagen religiosa, en lugares expuestos a la mirada de los alumnos o del público; que no se enseñen ni practiquen en común oraciones ni dogmas, ni nada de lo que está reservado a la conciencia; que se emplee exclusivamente el método experimental o científico, el que parte siempre de la observación de los hechos, cualquiera que sea su naturaleza: física, moral, intelectual; que todas las cuestiones de ámbito religioso sean completamente suprimidas de todos los exámenes públicos y principalmente de los exámenes para obtener certificados de capacidad; que, en fin, las corporaciones religiosas de enseñantes no puedan existir más que como establecimientos privados o libres.
Una vez garantizada la calidad de la enseñanza, en primer lugar, por la instrucción racional, integral, que deviene el mejor aprendizaje posible para la vida privada, para la vida profesional y para la vida política y social, nuestra sociedad «La Educación Nueva», además, expresa su deseo de que la instrucción sea considerada como un servicio público de primer orden; que, en consecuencia, sea gratuita y completa para todos los niños de los dos sexos, con la única condición del examen para las especialidades profesionales.
En fin, pide que la instrucción sea obligatoria, en el sentido de que se convierta en un derecho al alcance de todo niño, cualquiera que sea su posición social, y un deber para los padres, para los tutores y para la sociedad.»