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La ciudadanía objetada

En Europa preocupan los crecientes niveles de apatía cívica y política y de falta de confianza en las instituciones democráticas El Supremo recuerda que la enseñanza del pluralismo garantiza la efectiva vivencia en la sociedad

El debate sobre Educación para la Ciudadanía resulta anacrónico en un tiempo en el que se supone que todos asumimos los valores democráticos que están en la raíz de esa materia destinada no al adoctrinamiento, sino a proporcionar conocimientos y materiales para el debate de las diversas opciones que constituyen la esencia del pluralismo como valor superior del ordenamiento jurídico, según proclama nuestra Constitución.
Los padres objetores se oponen a los valores ciudadanos esgrimiendo una lectura encapsulada del artículo 27.3 del texto constitucional. Este pasaje concede a los padres el derecho de que sus hijos reciban educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones. Los objetores se olvidan de la referencia exclusiva a la formación religiosa o moral, que nadie les discute, y pasan por encima del apartado primero, que considera que los objetos prioritarios de la educación son la convivencia y el respeto a los derechos y libertades y al pleno desarrollo de la personalidad, ambiciones mucho más constitucionales que el catecismo o el Evangelio.

RECUERDANal pater familiae romano, dueño y señor del hogar y de todos sus miembros. Su figura ha sido felizmente superada por los aires renovadores de la igualdad y la libertad que exigen conjugar los derechos y obligaciones de los padres con los derechos de los niños, también recogidos en nuestra Carta fundamental de manera genérica y de forma más específica en la Convención de Derechos del Niño y en la ley de protección jurídica del menor. Los niños no son objetos inanimados en manos de Pigmaliones que pretenden moldear su personalidad.
La Iglesia católica, apostólica y romana se ha movilizado contra la "ola de laicismo" que invade España. El cardenal Tarcisio Bertone afirma tajantemente que es a los padres a los que les compete "por derecho natural" la primera tarea educativa. El Vaticano no podía faltar a la cita. Nos considera, junto con Italia, los dos países que hay que rescatar para la mayor gloria de sus consignas y adoctrinamientos. Somos tierras de misión. A los demás paí- ses los dan por perdidos o se resignan ante el imparable avance de la ideología protestante de la reforma.
Desprecian los consejos y recomendaciones de los organismos internacionales que avalan la iniciativa de intercalar en el ámbito del bachillerato una asignatura relativa a la educación para la ciudadanía democrática. Así, el Consejo de Europa, en su recomendación (2002)12 del Comité de Ministros, y también la Unión Europea incluyen, como objetivos de los sistemas educativos, promover en la comunidad escolar el aprendizaje de los valores democráticos. El Consejo de Europa muestra su preocupación por los crecientes niveles de apatía cívica y política y de falta de confianza en las instituciones democráticas y por los cada vez más abundantes casos de corrupción, racismo, xenofobia, nacionalismo agresivo, intolerancia frente a las minorías, discriminación y exclusión social.
Los objetores, con espíritu de cruzada, entablan una lucha estéril en el mundo intercomunicado y pluralista que, por suerte, nos ha tocado vivir. Nadie se opone a que tranquilicen sus atribuladas conciencias, ante la oportunidad de que sus hijos puedan recibir información y educación variada y antagónica. Nada les impide que lleven a sus hijos por un camino que ellos consideran como la única verdad revelada.
Han recibido fuertes apoyos en medios de comunicación, teóricamente laicos, e incluso han sido elevados a la categoría de disidentes políticos en un mundo totalitario. La imaginación es incontrolable.
Diversos tribunales de justicia se han pronunciado sobre el derecho a la objeción de conciencia a la asignatura de Educación para la Ciudadanía, con resoluciones dispares, por lo que el Tribunal Supremo, en un pleno jurisdiccional reciente, ha rechazado el derecho a la objeción de conciencia con sólidos argumentos que no podemos recoger en su totalidad. Es cierto que han existido votos particulares, pero el núcleo de la tesis mayoritaria me parece impecable.

LA REPUGNANCIAde los objetores se centra específicamente en lo que consideran aberrantes teorías de género, fundamentalmente, acerca del matrimonio homosexual. El Tribunal Supremo les recuerda que el enfoque de género no es pernicioso, según el documento del Consejo de Europa que recomienda la Educación para la Ciudadanía y los derechos humanos, y tiene su refrendo en la ley española de igualdad efectiva entre hombres y mujeres. La sentencia recuerda que la enseñanza del pluralismo es un instrumento para garantizar la efectiva vivencia en la sociedad, porque transmite a los alumnos la realidad de esa diversidad de concepciones para que sepan valorar la trascendencia de esa diversidad, y, sobre todo, aprendan a respetarla.
El Tribunal Supremo, que ha examinado algunos textos, admite adaptaciones de estos según los centros, lo que, en mi opinión, puede ocasionar serios trastornos en el funcionamiento de los centros educativos y establece una especie de censura en una sola asignatura escolar, cuando nada se dice, por ejemplo, de los textos de historia o literatura que también podrían ser cuestionados. Está en juego la libertad de cátedra que ampara nuestra Constitución, y se abre una vía indirecta para venideros conflictos y litigios.

* Magistrado. Comisionado de la Comisión Internacional de Juristas.

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