Comentarios del Observatorio
Este es un buen ejemplo de un bien patrimonial en manos de la iglesia y el incumplimiento del deber de conservación pese a las aportaciones públicas recibidas, además del incumplimiento de la Ley de Patrimonio que obliga a todos los BIC a tener cuatro días al mes de visitas gratuitas (días cuyos horarios deben exponerse al público en la entrada o en la web).
La asociación DEPA exigirá a la Junta su apertura tal y como marca la norma por ser un BIC. Expertos denuncian falta de mantenimiento y de observancia de su riqueza patrimonial
La Asociación para la Defensa del Patrimonio de Jerez (DEPA) pone en marcha una nueva acción reivindicativa, en esta ocasión centrada en La Cartuja de Jerez. Pedirá a la Junta de Andalucía que se establezca un programa de visitas al monasterio conforme se estipula en las obligaciones inherentes a los edificios civiles y religiosos que tienen la declaración de Bien de Interés Cultural.
En este sentido, tras las fiestas navideñas, se preparará un informe que será enviado a la Consejería de Cultura, entendiendo que este es el responsable de los bienes declarados BIC, en el que argumentarán su solicitud entendiendo que la Cartuja está sujeta a la ley y abrirse al público en los días que prefija la norma. En función de la respuesta que reciban de la administración autonómica, iniciarán algún tipo de movilización para llamar la atención sobre este asunto.
Monumento Nacional antes que La Alhambra
Según algunas fuentes consultadas, deben ser cuatro los días en los que se tienen que establecer la apertura, algo que a día de hoy y desde su declaración no se cumple. La Cartuja es el monumento artístico más importante de la provincia de Cádiz. En 1856 fue declarado Monumento Nacional, curiosamente antes que la Alhambra de Granada. Es un edificio de propiedad del Estado —Ministerio de Hacienda— cedido al obispado de Jerez en régimen de usufructuario, al parecer, mientras tenga vida religiosa.
Se calcula que a lo largo de los años, el monasterio ha recibido más de 2,5 millones de euros en subvenciones para su mantenimiento. Pecata minuta para un patrimonio de esta antigüedad y envergadura. A día de hoy solo se puede visitar el acceso principal, la capilla de los Caminantes y la propia iglesia cuando se celebran cultos. Así las cosas, la DEPA tiene claro que establecer un programa de visitas que incluya el interior —los claustros y otras zonas cerradas por la clausura— ayudará a conocer más el monumento y a ser más apreciado por los ciudadanos. La última acción llevada a cabo por este colectivo se centró en llamar la atención sobre el estado del Archivo Municipal.
Jose Luis Maldonado es el presidente de la asociación que nació en el centro de formación permanente Trece Rosas. Ese fue el germen de un colectivo que actualmente reúne a unas 60 personas preocupadas e interesadas en el patrimonio local y en reivindicar ante las administraciones públicas y privadas en su mantenimiento.
Alarma por dejadez y falta de observancia patrimonial
Sin embargo, ahondando en la situación del monasterio, hay expertos que no dudan en poner la voz de alarma sobre cierta dejadez en su mantenimiento y de vigilancia de sus valores artísticos e históricos. La situación actual de la Cartuja, pese a que en apariencia se presenta de forma óptima, es preocupante; se aprecian diversos daños estructurales se están agravando por no atenderse, como en el gran pórtico de acceso de Andrés de Rivera, donde se hacen más que visibles algunas preocupantes grietas y un aspecto que delata falta de cuidado.
Del mismo modo sucede en la capilla de los Caminantes, donde son muy visibles algunos daños e incluso algunas ‘reformas’ más que dudosas, aportaciones de las nuevas habitantes del monasterio, las Hermanas de Belén, que sucedieron a los cartujos en la vida monástica del cenobio, como por ejemplo un retablo dorado de Ovando que ha sido pintado de blanco, así como algunas grietas que llaman la atención.
Fue en 2002 cuando se fueron definitivamente los monjes, 53 años después de su último regreso ya que los religiosos de la Orden de San Bruno se habían ido hasta en cuatro ocasiones desde que llegaron en el siglo XV. Se fueron los cartujos, con todo el golpe de historia que dejaban en este monasterio, incluida la herencia de la estirpe cartujana de sus famoso caballos españoles, así como por haber sido los mejores cuidadores de todo el conjunto siendo escrupulosa y casi rozando la veneración por cuidarlo y mantener ese espíritu que une arte y oración con el que lo concibió en el siglo XV el jerezano Álvaro Oberto de Valeto, su principal patrocinador.
Se fueron los cartujos y llegaron las Hermanas de Belén
Casi sin solución de continuidad llegaron las Hermanas de Belén de la mano del entonces obispo diocesano Juan del Río, que en una rápida gestión y hábil maniobra consiguió que la Cartuja no quedara vacía de vida monacal. Con las religiosas llegaron también sus costumbres y su carisma, muy diferente del de sus predecesores, pese a mantener la estricta observancia de la clausura.
Ahí radica una de las preocupaciones que ahora ocupa a los expertos, las posibles ‘aportaciones’ que están haciendo, no estructurales, pero que sí vulneran el espíritu de este recinto. La Orden de Belén ya ha vivido situaciones complicadas en otros monasterios que ha ocupado como el de Santa María de Sigena (Aragón) cuya fundación tuvo lugar el 23 de abril de 1188.
El Gobierno aragonés obligó en 2020 a establecer un programa de visitas lo que llevó a que, 35 años después de su llegada al cenobio, las Hermanas de Belén lo abandonaran a favor de que “se asiente en Sijena una nueva congregación que, como esperan las Hermanas de Belén, pueda combinar mejor su vocación monástica con la acogida de peregrinos y visitantes.”
¿Qué hay en su interior? ¿Cómo está la Cartuja donde no llegan las visitas? Eso queda en los misterios y en las vista de los pocos privilegiados que han podido conocer sus entrañas y, sobre todo, en qué ha ido cambiando y cómo. Así lo señalan algunos historiadores y técnicos en la materia a escala local, que suma a sus inquietudes no poder conocer el interior y analizar lo que se dice que se está haciendo con ciertas inclusiones que desvirtúan la magnificencia del cenobio.
Recordar que la Cartuja jerezana atesoraba una impresionante colección de zurbaranes que hoy están, en su mayoría, en el museo provincial; o el apostolado que adornaba el refectorio que se trasladó a la Catedral de Jerez e incluso uno de los retablos menores del cenobio que se trasladó e instaló en la sede del obispado en Bertemati.
La Cartuja y los despropósitos en su devenir histórico
Y es que el devenir histórico del monasterio ha sido en diferentes épocas para llevarse las manos a la cabeza: la ocupación francesa, con su correspondiente expolio seguido del abandono más absoluto y para rematar, la desamortización; junto a todo esto, que no es poco, las ‘distracciones’ de obras de arte que han dio a parar a colecciones particulares, del mismo modo que piezas de retablos y muchos más elementos de interés artístico que han cogido el camino de la desaparición.
Reseñar que la magnífica talla de San Bruno (Juan de Arce) que presidía el altar mayor de la iglesia se encuentra hoy en el museo de la Catedral junto a otros enseres del monasterio. “El retablo mayor fue el primero barroco con columnas salomónicas de la zona, pero acabó como madera para los hornos de las panaderías jerezanas”, ejemplifica el historiador del arte José Manuel Moreno Arana de lo que sucedipò cuando esta pieza fue desmontada; un retablo que los Cartujos repusieron colocando otro traído de La Merced de Sanlúcar.