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La bendición de los Güevos Pintos, una propuesta de cambio en la fiesta asturiana de Pola de Siero

La fiesta de los Güevos Pintos  de La Pola Siero tiene en común, con  otras celebraciones realizadas en  localidades españolas y europeas, el decorado artístico de huevos. Pero la festividad polesa difiere con la vinculación religiosa que la Iglesia Católica ha impuesto. La cercanía a los actos de la Semana Santa sirve de excusa para mutar un festejo antiguo que, gracias al tradicionalismo eclesial, los representantes de la curia han trastocado en su esencia primitiva. El huevo, viejo símbolo de la fertilidad, fue utilizado por los pueblos europeos en las fiestas que, a la entrada de la primavera, se hacían como conmemoración de la llegada de los días de la siembra. Atrás quedaba el invierno, largo, frío y duro. El sol volvía a calentar y la tierra daba nueva esperanza a la vida. Pero el huevo esta presente en numerosas culturas cosmogónicas como mito, desde la India a Europa pasando por el naturalismo egipcio. Huevo Cósmico brahmánico, huevo creador del dios Mitra. En el África aparece en rituales chamánicos. Y los druidas celtas creían que de un huevo de serpiente nació el universo.

Aquí, el tradicionalismo cambió  y adoptó el ritual. La crucifixión de Cristo parece pertenecer a la misma simbología de la fertilidad que se encuentran en rituales de otros salvadores como Osiris, Tammuz, Orfeo y Balder. Hoy se bendicen los Güevos Pintos polesos con agua bendita. La supuesta tradición del pregón  solo data de 1974.  Una ocurrencia  del párroco Carlos Sánchez Martino  redactor de la parte final del texto que en la actualidad se lee. Con los años, a esas líneas, se le añade todo un discurso donde el párroco de turno comenta, bajo la visión católica, diferentes aconteceres.

Al contrario de lo que a veces suponemos o nos quieren hacer creer, hoy en día, vivimos en una sociedad plural y rica en matices culturales. En un mundo donde la globalización también llega a la religión. En La Pola Siero se puede comprobar la presencia de diferentes formas de entender la práctica religiosa. Ya no es la villa de 1974 donde solo se imponía una única manera de creer. Y claro, también conviven, en ese mismo espacio, los que sencillamente vivimos sin religiosidad alguna. Estos últimos  sufrimos la ofensa a nuestros sentimientos laicos cuando determinados rituales, como la bendición, ocupan el acto central de una fiesta que es de todos. Una bendición de la que solo se tiene constancia a través del testimonio eclesial. Una bendición que se realiza en la plaza del Ayuntamiento, lugar que representa a toda la ciudadanía y no solo a la que cree.

Por tanto, insto a la Sociedad de Festejos, institución donde recae actualmente la dirección de la fiesta de los Güevos Pintos, a que reoriente el destino de este acto. Bien  retirando la bendición católica o  trasladando esta al recinto de la iglesia donde los creyentes, que de seguro comparten esta visión más democrática, puedan seguir su ritual. Los Güevos Pintos son de todos y cada uno tendrá su manera de entender lo que simbolizan. A la amalgama colectiva que se reúne el martes de Abril, bien se le puede buscar otro acto, a modo de pregón, que formalice la bienvenida a un día diferente en la villa polesa.

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