El PP implanta poco a poco su modelo ideológico en la comunidad autónoma más poblada y favorece el negocio de los fondos de inversión internacionales con la educación superior: su gobierno ha autorizado cuatro universidades privadas.
Poco a poco, el PP de Juan Manuel Moreno Bonilla va implantando su modelo ideológico en Andalucía. En el campo de la educación, se favorece el negocio de empresas y de los fondos de inversión internacionales, que buscan la máxima rentabilidad.
Así sucede con la FP privada y, también, con la educación superior: la universitaria. Andalucía, en aplicación de la ideología liberal de sus gobernantes, ha multiplicado en estos años sus universidades privadas. Lo ha hecho, además, entre grandes críticas de los rectores por la falta de calidad de los proyectos.
Cuando Moreno Bonilla llegó al puesto, había en Andalucía una universidad privada —la Loyola— y, al final del proceso, que se ha iniciado en esta legislatura, Andalucía pasará a tener cinco. Los fondos han encontrado de este modo un paraíso en la Comunidad más poblada.
Los rectores de las universidades públicas de Andalucía –diez en total, contando la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA)– han manifestado en todo momento su rechazo a esta expansión del negocio con la educación. Sobre todo, porque les parece muy evidente que lo que buscan estas empresas son retornos prontos a sus desembolsos. Y no la creación de un buen modelo de enseñanza. «Estas universidades privadas no aportan valor añadido», afirman los rectores.
«[Estas universidades] no aportan nada significativo. No hay una diferencia especial que sirva para atraer estudios cualificados que no tengamos en Andalucía. Reiteran y repiten la inmensa mayoría de los títulos. No hay ningún tipo de valor añadido. Creemos que, desde luego, esto no es positivo para el sistema», expresa en conversación telefónica con Público Paco Oliva, rector de la Pablo de Olavide en Sevilla y presidente de la Asociación de Universidades Públicas de Andalucía.
Así, estas replican grados que ya ofrecen las diez universidades públicas —nueve, una en cada provincia y dos en Sevilla, más la UNIA–. Las dos nuevas universidades que pronto alumbrará el PP, con el apoyo de Vox, una vez que terminen los trámites —por el procedimiento de urgencia, además— en el Parlamento de Andalucía, se centran en los grados que, consideran, tienen mayores posibilidades de empleabilidad y, por tanto, de negocio: ciencias de la salud; ciencias sociales y jurídicas, e ingeniería y arquitectura.
Oliva quiere puntualizar lo siguiente. A su juicio, «el debate no es tanto universidades privadas, sí o no, sino con calidad sí o no». «Esa tiene que ser la reflexión. Y por eso nos hemos opuesto, porque entendemos que no cumplen con esos requisitos de calidad», agrega.
Hay, además, otro elemento esencial, inherente a los que es una universidad: la investigación. «Es fundamental —analiza Oliva— para crear y transferir conocimiento a la sociedad, que al final se convierte en desarrollo para los pueblos. Eso brilla por su ausencia en estos proyectos de universidades privadas».
¿Qué diferencia una universidad de una academia? «Bajo nuestro punto de vista las bases para aceptar una universidad son una docencia de calidad, que aporte, que integre un valor añadido en el sistema y una investigación«, remacha. En este caso, no existe en el grado necesario, lamentan los rectores.
Fondos de inversión
Esas dos últimas universidades privadas que culminarán en breve su tramitación en la Cámara autonómica son la Universidad Europea de Andalucía y la Alfonso X el Sabio Mare Nostrum.
Ambas se ubicarán en Málaga, donde el Ayuntamiento, también en manos del PP, les ha cedido terrenos por un periodo de 50 años a cambio de un canon total –a pagar a lo largo de todo el periodo– de 60 millones de euros en el caso de la universidad Alfonso X y de 67 en el de la Europea, según consta en los expedientes de creación de las universidades.
De este modo, además, del negocio puro con la educación, las empresas van construyendo también sus campus y aumentando, con ello, su patrimonio y sus activos inmobiliarios.
Málaga, el territorio del que proviene Moreno Bonilla y en el que el PP gana elecciones una y otra vez desde hace décadas, pasará a tener tres universidades privadas por una pública, el modelo de Madrid, Comunidad en la que también el PP ha gobernado durante muchos años y en la que había en el curso 2022-23 seis universidades públicas y trece privadas.
En el capital de los grupos que promueven ambas universidades están fondos de inversión que controlan, que mueven ingentes cantidades de dinero en el mercado y cuyo objetivo final, su razón de ser, es la rentabilidad.
La Universidad Europea de Andalucía prevé, según expresó a la Junta de Andalucía, (una vez superados los gastos iniciales –al tercer año ya ganaría dinero–) embolsarse más de 8 millones de euros en el quinto año de funcionamiento.
Y la Alfonso X Mare Nostrum, en el plan de negocio enviado al Gobierno andaluz, consideran obtener ganancias antes del cuarto año. Los «objetivos financieros con la universidad a pleno rendimiento con todas las titulaciones completas [son…] de 20.000.000 euros en ingresos, 3.400.000 euros de resultado de explotación» y un beneficio neto «de 2.400.000 euros». El plan estima estas cifras para el año sexto «con 911 alumnos de nuevo ingreso y 2.751 alumnos totales, entre todos los grados y másteres». Las universidades privadas son un negocio para los fondos. Y se compran y se venden.
Así, las universidades privadas son un negocio goloso para los fondos. Y se compran y se venden. Así ha sucedido en el caso del grupo al que pertenece la Universidad Europea, que gestiona otros centros en España y en el extranjero. El fondo Permira ha estado cuatro años como uno de los principales inversores: a finales de 2018, en diciembre, compró por 770 millones y el mes de abril pasado vendió parte de sus participaciones –no todas, retiene una minoría «significativa»— al fondo sueco EQT, propietario entre otros del portal inmobiliario Idealista.
Así lo recoge la compañía en un comunicado, del 8 de abril pasado, en el que no se detalló el porcentaje ni el precio de la venta —aunque medios especializados valoraron el grupo Universidad Europea en 2.200 millones—.
En esa nota informativa, se recogen estas declaraciones de Pedro López, socio y director de Madrid de Permira, según la traducción de Público: «Cuando Permira respaldó a la Universidad Europea, se comprometió a brindar educación de alta calidad como su claro objetivo y a brindar experiencias de aprendizaje nuevas e innovadoras para los estudiantes. Estamos encantados de que esta asociación haya brindado las mejores mediciones de calidad junto con un crecimiento excepcional para el negocio«.
Luego, López añadía: «Esta transacción brinda otra oportunidad para que […] Permira devuelva un capital significativo a [los] inversores y [que otra parte] sigan invertidos de manera significativa en un negocio excepcional con un largo camino de crecimiento en el futuro. Nos complace dar la bienvenida a EQT como nuevo accionista».
«Una institución —analiza el rector Oliva— de educación superior tiene que ser algo serio, muy estable en el tiempo. Construir una buena universidad lleva mucho tiempo y esfuerzos, muchísima inversión. Por lo tanto, si detrás de estas universidades hay fondos de inversión, estos lo que quieren es un rendimiento económico y cuanto más rápido mejor. Digamos que este es un comportamiento contradictorio y antinómico con la propia razón de ser de la universidad. Es muy necesario que detrás de universidades privadas siempre haya un capital que tenga una vocación de permanencia».
Además, una vez creadas estas universidades, ya no hay marcha atrás. «Generarán problemas que no se podrán arreglar. Los futuros gobiernos no podrán cerrar esas universidades privadas«, vaticina un antiguo rector de una universidad pública a Público.
«Lo que está en riesgo –añade– es la calidad de verdad. Pagan mucha publicidad para decir que son estupendas. Pero ¿qué hay detrás de lo que investigan? ¿Por qué investigan lo que investigan? En la Comunidad de Madrid están condicionando [lo que se investiga]».