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La Academia de la Historia ‘enriquece’ pero no rectifica

El sector más conservador se niega a admitir errores en su ‘Diccionario’ La institución solo admite incorporar otros puntos de vista sin modificar textos

Enriquecer, sí. Rectificar, no. Este es el acuerdo definitivo que han alcanzado los miembros de la Real Academia de Historia (RAH) tras la monumental polémica por su recién editado Diccionario Biográfico Español, financiado con 6,4 millones de euros públicos y que incluye, entre otros contenidos controvertidos, una reseña elogiosa del dictador Francisco Franco. El sector conservador de la institución, mayoritario en el plenario, consiguió ayer limitar el nivel de autocrítica que contenía el borrador de comunicado propuesto el día anterior por la junta de gobierno de la academia y trazó una línea roja: no admitir que haya errores que exijan rectificación alguna, no modificar los textos polémicos.
En el primer comunicado, la RAH aseguraba que el Diccionario podía ser objeto de «rectificaciones». La palabra rectificar, sin embargo, brilla por su ausencia en la nota definitiva, y no por casualidad. Seis académicos del ala liberal (Josefina Gómez Mendoza, Miguel Artola, Luis Ribot, Feliciano Barrios, Carmen Iglesias y Carmen Sanz) se quedaron solos defendiendo el texto que la contenía.
Aunque el autor de la polémica biografía de Franco, el presidente de la Hermandad del Valle de los Caídos, Luis Suárez, no asistió al plenario, sí lo hizo la mayoría conservadora, incluyendo el cardenal Cañizares, que solo había acudido en cuatro ocasiones desde que ingresó en la academia. Su planteamiento fue negarse a ningún signo de debilidad que diese la razón a quienes les han criticado. El debate fue intenso: la invariable rutina horaria tradicional (empezar a las 19.00 y acabar a las 20.00) se rompió excepcionalmente, y la sesión acabó 20 minutos más tarde.

La puerta de acceso a la Real Academia de la Historia, en Madrid. AGUSTÍN CATALÁN

SIN REVISIÓN EDITORIAL / La academia, eso sí, admite que ha recibido «críticas legítimas» y que la obra está abierta a la «consideración rigurosa» de estas. Pero donde el borrador reconocía que puede haber entradas que «necesiten, a la vista del debate, una revisión historiográfica y editoral», el plenario solo acepta que estos artículos es posible que «admitan otro planteamiento historiográfico susceptible de ser incorporado» en la edición digital. Y allí donde la propuesta inicial establecía que el diccionario está abierto a «las rectificaciones y cambios que procedan», el plenario solo admite «enriquecimientos y cambios».
La Academia recuerda que los autores de cada entrada son los únicos responsables de las mismas. El director, Gonzalo Anes, ya dejó entrever el jueves por la tarde que aceptaba incorporar notas o matizaciones pero que cambiar los textos más polémicos es algo que solo se podría hacer con el acuerdo de los autores. Y estos no están dispuestos a hacerlo. Entre ellos, Luis Suárez, quien en su elogiosa glosa asegura que el régimen de Franco fue «autoritario pero no totalitario». En declaraciones al diario El Comercio, el controvertido académico reiteró que no modificaría su artículo y reiteró que Franco «no fue un dictador».

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