Karlheinz Deschner, el gran Karlheiz, murió el pasado 8 de abril a los 89.
Miguel de Unamuno nos dejó en herencia aquella poesía tan suya, titulada “Para después de mi muerte”:
Vientos abismales,
tormentas de lo eterno han sacudido
de mi alma el poso,
y su haz se enturbió con la tristeza
del sedimento.
Turbias van mis ideas,
mi conciencia enlojada,
empañado el cristal en que desfilan
de la vida las formas,
y todo triste,
porque esas heces lo entristecen todo.
Oye, tú que lees esto
después de estar yo en tierra,
cuando yo, que lo he escrito,
no puedo ya al espejo contemplarme;
¡oye y medita!
…
Sí, lector solitario, que así atiendes
la voz de un muerto,
tuyas serán estas palabras mías,
que sonarán acaso
desde otra boca
sobre mi polvo,
sin que las oiga yo, que soy su fuente.
¡Cuado yo ya no sea
serás tú, canto mío!
El 23 de mayo próximo hubiera cumplido los 90, pero Karlheinz Deschner, el gran Karlheiz, murió el pasado 8 de abril a los 89. Este alemán nació en Bamberg y murió en Hassfurt. Tras combatir en la Segunda Guerra Mundial (había nacido en 1924) estudió derecho, teología, filosofía, historia y literatura. Su primer libro fue una novela, que apareció en 1956 bajo el título “La noche ronda mi casa”, (Die Nacht steht um mein Haus). Luego nos ha legado libros muy importantes y críticos con la religión e Iglesia católica en especial: “La política de los papas en el S. XX, Opus diaboli, Historia sexual del cristianismo, El anticatecismo, El credo falsificado, Abermahls krähte der Hahn (Y de nuevo cantó el gallo)…, pero, sobre todos ellos, los 10 tomos de la Historia criminal del cristianismo. Karlheinz Deschner ha sido un hombre con una inmensa fuerza de voluntad, trabajador constante, asceta, poeta, amante de la naturaleza y los animales pero tremendamente crítico con la Iglesia y el poder en general. Separándose de los historiadores sumisos al estado y poder y de los teólogos amordazados y del amén puso su profesión y oficio, él mismo se entendió, en solidaridad y empatía con los tiranizados y desposeídos del mundo. Y ha sentido en su espalda desde su primer libro, y más con la aparición de sus siguientes libros, el plomo de los poderosos.
Tenía ya 60 años cuando cerró un contrato con la editorial hamburguesa Rowohlt para sólo un tomo sobre la historia criminal de la Iglesia, y desde aquella primigenia idea de escribir un libro pasaron 16 hasta que apareció el primero y al que siguieron otros 9, en total 10, que son los que componen su monumental obra: La Historia criminal del cristianismo; más de 6000 páginas y 100.000 indicaciones de fuentes, en la que Karlheinz Deschner, con voz clara y precisa, salda cuentas con las mentiras, crímenes, mojigatería, hipocresías e intrigas de los representantes de Cristo, con sus mandamases clericales, con la masa aborregada y sus poderes aliados. ¡Una lección la que nos da Karlheinz: de laboriosidad, de despego a la hora de escribir, de honestidad y de no andarse por las ramas! Merced a su comportamiento crítico con el poder no tuvo acceso a becas, subsidios, patrocinios oficiales o cargos honorarios, pero sí le ofrecieron su mano amigos generosos (Alfred Schwarz y Herbert Steffen, entre otros) y muchos lectores fieles y, sobre todo, agradecidos.
Cómo no, en 1971 fue llevado a un tribunal en Nuremberg por la Iglesia católica, que le acusaba de difamarle. Curiosamente en Nuremberg y contra Karlheinz Deschner, que en 1960 analizó en un par de libros el papel que la Iglesia jugó en el fascismo.“La historia de aquellos que yo describo, me han convertido en su enemigo”. Y si bien salió absuelto tras exponer su punto de vista con una sólida argumentación, la Iglesia, una vez más en su larga historia, le amuralló con su silencio y desprecio, que fue rompiéndose con el boca a boca de sus lectores hasta traducirse a más de 12 idiomas. En su Historia criminal del cristianismo se recogen todos aquellos actos o acciones que muestran, como nadie lo ha hecho hasta nuestros días, las fechorías de la Iglesia a lo largo de los dos milenios: el imperialismo de los papas, la moral sexual cristiana y la persecución de los que han pensado de otro modo. Es cierto que ha habido conocidos críticos de la Iglesia que no están de acuerdo con la valoración global de su crítica (Hans Küng, por ejemplo) o que le acusan de una interpretación parcial de los hechos (¡como si la suya fuera objetiva!). “Ilustración es escándalo, quien ilumina y esclarece el mundo deja más a la vista su mierda que anida”, así formuló Karlheiz Deschner hace muchos años su máxima. “Creo poco, y lo poco no del todo”. Este poeta y músico, retirado, trabajador y asceta nos deja una gran obra. Se casó en 1951, y porque su mujer era divorciada la Iglesia le excomulgó; quizá, como dice un escritor alemán, esto le convirtió de ser un escritor libre en ser también un crítico de la Iglesia. Porque es un grave error aceptar que el cristianismo pudiera tener algo que ver con paz. ¡Su mejor homenaje a este hombre bravo la lectura de un tomo de su Historia criminal del cristianismo, bajado de Internet!
Los nueve tomos disponibles en castellano: