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Jumilla, Derechos Humanos y laicismo · por Antonio Martínez Lara

​Descargo de responsabilidad

Esta publicación expresa la posición de su autor o del medio del que la recolectamos, sin que suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan lo expresado en la misma. Europa Laica expresa sus posiciones a través de sus:

El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.

Todavía siguen los rescoldos de la impresentable decisión del ayuntamiento murciano de cambiar de manera inoportuna del uso del polideportivo perjudicando así lo que era costumbre: La reunión en dicha instalación de la ciudadanía de credo islámico. Se quiere escamotear que esa es una decisión de conveniencia partidaria, como tantas otras en que la religión se usa o se entromete en la vida del común. Lo lamentable de estas situaciones es que raramente se entra a la raíz de estos episodios, para que no se repita ese ruido lamentable, a ser posible al menos por un tiempo. Quizá sea porque interesa más el ruido que el debate sosegado y racional para que ese modo de tratar los asuntos sea más frecuente en los medios hemos y hasta en el parlamento. En el citado caso es poco defendible la postura del Consistorio de Jumilla haciendo coincidir la citada decisión solicitada por el único concejal de VOX con el apoyo de los diez del PP en el momento en que dicho partido viene apoyando casi todo lo que propone el primero. La consecuencia es más ruido estéril.

Por mi parte, una vez opinado de pasada sobre ese asunto, vuelvo al debate cívico en que la religión sale a colación con más perjuicio que sosiego para la sociedad. Recuerdo que hace poco al salir en la tele un pope de la iglesia del cristianismo oriental en apoyo, había una cierta condena. Condena razonable que se aceptaba a regañadientes cuando por otro lado se reprochaba a la entonces URSS el ateísmo de estado. Lo mismo que ahora se puede repeler el discurso de la señora Meloni en su ideal confesional de la Unión Europea por la historia católica y de la pureza de este continente frente al islamismo “conflictivo. Y malo”. Cosa que no está tan lejos de lo que por otra parte defiende su conmilitón de Vox. Eso, por no recordar que tales posturas reinciden en la dinámica de enfrentamiento, así como ignorar a la Europa de “las luces” y los DDHH que van más allá de la UE intentando un futuro mundial. Claro que atender esas necesidades no se llevan, pues a quienes hoy siguen Meloni y buena de sus colegas no está por la labor.

La cosa es aun más grave, si es que pudiera serlo ya bastante, es que el uso que de la religión se hace en general, por personas que al enarbolarla respetan poco o nada las legítimas creencias de a quienes dicen representar, pues les importa un comino. Esa dinámica que se venía dando en situación de enfrentamiento armado, hoy tiene lugar ya dentro del citado ruido. Tal desprecio a creencias, así como el supuesto acatamientos a los dogmas del catolicismo de la España, España, España. Llegado a este punto, Abascal reprocha el asunto de la pederastia, problema que hasta la fecha le tenía al fresco. Y es que ahondando en el asunto religioso, sin ofender a quienes sus creencias cristianas, católicas, islámicas, sufistas, budistas, otras, incluidas las no creencias, aceptadas con un mínimo de coherencia y respeto deberían ser igualmente respetables. Hay en la dialéctica entre la actitud ultra y de la Conferencia Episcopal- que por cierto también entra en política partidaria- más que la citada pederastia. Ni a un bando ni al otro le interesan los Derechos Humanos. Bien es cierto que las instituciones religiosas tratan de acercarse a ellos, aunque con reservas de dudosa explicación. El conjunto de la extrema derecha propicia, además del racismo y la xenofobia, otros postulados también inconvenientes al bien común.

Incluíamos en el título el laicismo como una necesidad imperiosa para apartar de la vida social debates tan interesados y estériles como el de Jumilla. No basta con los DDHH, pues aunque son unos postulados que se instan a tener en cuenta y se relacionan en los textos constitucionales, vemos que se desatienden y se vulneran con descaro como ahora en Palestina. También viene al caso el laicismo como una de las principales propuestas que se venían abriendo camino en Europa y en otras latitudes. El laicismo en cuanto que propicia el respeto a la consciencia personal, algo que viene desde el nacimiento a la persona como tal y antes otras disposiciones, merecen respeto antes que tantas elaboraciones colectivas. La libertad de conciencia que se supone debiera respetarse dentro de las organizaciones religiosas o creencias, y de hecho se han dado desde antiguo en iglesias instituciones como tales, aceptando la cerrazón del dogma y el proselitismo clericales. Elementos ante los que se enfrentaron Víctor Hugo, Erasmo de Róterdam, Antonio Machado e infinidad de creyentes. Por otro lado la propia CEE que defiende el derecho islámico en Jumilla, no renuncia a su tradicional influencia política en España y en Europa cuando tiene ocasión. Es más, tampoco acepta los DDHH, porque no renuncia a sus dogmas y otros privilegios. Uno de ellos es el propio laicismo con la necesaria separación de las religiones y el estado o ámbito de gobierno común. Frente al mismo las organizaciones religiosas, obstan por el multi confesionalismo, pese a tantas guerras y trifulcas de religión.

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