Presidente de Andalucía Laica desde hace tres años, rema contracorriente para combatir los privilegios de la todopoderosa Iglesia católica
José Antonio Naz (Almodóvar del Río, 1954) dice que no tuvo niñez. A los diez años, su madre lo metió en el seminario de Santa María de los Ángeles, en plena serranía de Hornachuelos, con el propósito de formarlo para sacerdote. Durante décadas, el vetusto edificio ha exhibido su fantasmal porte de cemento y ladrillo en las estribaciones del río Bembézar. En los sesenta, ingresar en el seminario era una forma de escapar de la penuria y labrarse un futuro.
Naz no recuerda el día en que entró por la puerta de Santa María de los Ángeles. Hay cosas que se borran automáticamente del cerebro. Solo guarda en la memoria que la fila de su curso se organizaba por tallas y que él, debido a su temprana edad, era el primero. También recuerda que nada más levantarse todos los niños enfilaban para rezar. Y que, en materia de sexualidad, recibían una considerable matraca diaria.