La sociedad jordana está habituada a la noticias de asesinatos de mujeres, cuyas cifras se han mantenido sin grandes variaciones en el tiempo, pero la brutalidad de algunos de los últimos casos ha provocado una ola de indignación en el país y una reacción contra los llamados «crímenes de honor».
En los últimos dos meses en Amán, una estudiante ha sido asesinada a tiros por un pretendiente despechado en el interior de la universidad, una joven embarazada de ocho meses ha muerto a martillazos a manos de un vecino y un hombre le ha quitado la vida a su hermana de un disparo por una «disputa familiar”.
El de la disputa familiar es, a menudo, un eufemismo para referirse a dichos «crímenes de honor», aquellos en que una mujer es asesinada por hombres de su propia familia que consideran que ha mancillado el buen nombre de esta, al haber cometido adulterio o mantenido relaciones sexuales fuera del matrimonio.
No hay cifras oficiales sobre las tasas de asesinatos de mujeres ni sobre los crímenes de honor, pero el último informe al respecto de la Asociación Solidaria de Mujeres Jordanas, publicado a finales de 2021, situó en 21 las muertes de mujeres a manos de familiares en 2019, en 20 las de 2020 y en 14 en los 10 primeros meses de 2021.
División de opiniones
La sociedad jordana se divide entre quienes rechazan a este tipo de delitos y otros que implícitamente están de acuerdo con lo que hace la familia «en defensa del honor» y responsabilizan a la víctima.
Pero las mujeres del país árabe han empezado a movilizarse contra este flagelo y el pasado 22 de julio varias decenas se manifestaron frente al Parlamento jordano por este motivo.
En su memoria, además de los feminicidios de las últimas semanas, estaba el de Ahlam, una joven muerta salvajemente hace dos años a manos de su propia familia que conmovió a todo el país y supuso una llamada de atención sobre los asesinatos de «honor».
Ahlam fue primero brutalmente apaleada por su padre y sus hermanos en su casa de la localidad de Safut, pegada a Amán, y cuando, ensangrentada, salió corriendo a la calle a pedir ayuda, su progenitor la persiguió y le golpeó con una piedra en la cabeza. Luego sus padres esperaron junto a su cuerpo hasta asegurarse de que estaba muerta mientras bebían té, según testigos presenciales.
Legislación condescendiente
Las manifestantes del pasado 22 de julio reclamaban un cambio en las leyes que consideran que fomentan los asesinatos de mujeres y permiten que los perpetradores escapen a sus consecuencias o mitiguen sus penas.
Uno de los aspectos legales del que se benefician este tipo de parricidas, como explicó a Efe el abogado Sajr al Jasawneh, quien asegura haberse encargado de varios de estos casos, es una regla aplicada en muchos países árabes por la que se libran de las penas más duras los asesinos a quienes perdona la familia de la víctima.
En estos casos, al ser los propios familiares los autores del crimen, solo actúa en su contra la acusación pública, no la particular, que es la que puede pedir castigos más severos.
Además, la secretaria general del Comité Nacional Jordano para Asuntos de la Mujer, Salma al Nims, lamentó a Efe que el Código Penal jordano fomenta este tipo crimen al reconocer un atenuante a quien lo comete.
El artículo al que hace referencia Al Nims ofrece tácitamente «una excusa atenuante» a quien «sorprende a su mujer o a una de sus parientes femeninas en flagrante delito de adulterio (entendido como cualquier relación fuera del matrimonio) con otra persona y procede a matarla, matar al hombre que le acompaña o matar a ambos».
Factores sociales
Sobre los factores que propician esa indulgencia hacia los crímenes de «honor» en Jordania, la socióloga Amal Awawda, del Centro de Estudios de la Mujer, consideró que la educación social es el principal responsable de otorgar al varón su estatus social y tutela sobre la mujer.
El sistema de protección y tutela hacia la mujer amparado por las costumbres hace que los hombres, ya sean hermanos, hijos o esposos, se hagan cargo de ella como si fuera de su propiedad, lo que les lleva a asumir que agredirlas violentamente o matarlas sea algo permitido y legítimo, afirmó a Efe.
Al Nims critica que mientras que la sociedad jordana es bastante laxa frente a «cualquier práctica que va contra la religión o las tradiciones», que no consideran que afecte al buen nombre de la familia, «el error más simple de una mujer toca el honor familiar».
«¿Cuál es la definición de honor? ¿Y quién es a la que se relaciona con el honor de la familia?», se cuestiona.