El escritor irlandés denuncia los abusos sexuales de la iglesia en ‘Las huellas del silencio’ y de los prejucios y persecusiones a homosexuales en ‘Las furias invisibles del corazón’.
John Boyne sigue mirando la periferia del corazón humano donde laten los prejuicios hacia las minorías traen dolores difíciles de erradicar. El escritor irlandés que sorprendiera hace 15 años con la novela El niño con el pijama de rayas, en la que narra la historia del Holocausto de la Segunda Guerra Mundial a través de la historia de dos niños (uno judío y otro alemán), coincide en las librerías con dos novelas que hablan de los abusos sexuales de la iglesia a los niños en Las huellas del silencio y de las víctimas de la intolerancia por su orientación sexual en Las furias invisibles del corazón (todas en Salamandra).
El mismo John Boyne (Dublín, 1971) sabe lo que es esto. Sufrió abusos sexuales en su adolescencia por parte de un profesor y ha sentido el desdén de una parte de la sociedad que mira a los homosexuales como personas de otra categoría.
“En la escuela a la que yo asistí, por desgracia, había varios abusadores en su personal”, afirma Boyne en una rueda de prensa telemática de su editorial y posterior entrevista digital para WMagazín. El escritor denunció a uno de sus profesores ante la policía en enero de 2021. “Ese comportamiento es parte de los motivos por los que la Iglesia se ha resquebrajado tanto en Irlanda. Ellos traicionaron la confianza de varias generaciones de padres de familia a quienes confiaron sus hijos. Se sienten desilusionados, traicionados”. Más de 1.300 sacerdotes han sido acusados de abusos en Irlanda en los últimos años, con historias que se remontan a partir de los años cuarenta.
En Las huellas del silencio el escritor aborda parte de esa época tenebrosa para los niños:
“La Iglesia no ha sido una bendición para Irlanda. Aunque no quiero satanizarla porque es verdad que trajo cosas buenas en tiempos como los de la gran hambruna. Pero después cayó en la corrupción. Desde los años cuarenta del siglo pasado su poder creció demasiado y fue excesivo. Estaba muy unida al gobierno y destruyó muchas vidas en los orfanatos, en las lavanderías de madres solteras y con los abusos sexuales en las escuelas que se silenciaron”.
John Boyne se enteró que uno de sus profesores fue denunciado por abusos y enviado a la cárcel y eso lo animó a denunciar a otro profesor que abusó de él:
“Cosas que había decidido dejar de lado como adulto, ahora han cambiado. Cada persona que denuncia y deja que la policía actúe y permite que el sistema judicial siga su curso obra correctamente”.
Contra los prejuicios y el rechazo social
En Las fuerias invisibles del corazón, Boyne recorre setenta años de la historia de Irlanda desde el lado oscuro que caía sobre las personas homosexuales. Lamenta que las hicieran sentir que tenían algo abomibale y las veían pecadoras y con vergüenza, además de empujarlas a vivir en la hipocrecía y el engaño al esconder sus verdaderos sentimientos. La novela, “rinde homenaje a todas las víctimas del rechazo social y los prejuicios del dogma religioso”.
Todo ha empezado a cambiar, señala Boyne:
“Los homosexuales no pudieron vivir sus vidas durante muchas décadas en Irlanda, pero todo ha cambiado, por fin, con la aprobación del referéndum del aborto y el del matrimonio homosexual”.
“Los homosexuales no pudieron vivir sus vidas durante muchas décadas en Irlanda, pero todo ha cambiado, por fin, con la aprobación del referéndum del aborto y el del matrimonio homosexual.”
Aunque Boyne considera que se ha avanzado mucho frente a los prejuicios contra las identidades sexuales y ve a su país como un lugar “optimista, moderno y saludable” cree que, en general, aún faltan por hacer algunas cosas, sobre todo ahora que entra el colectivo transgénero y binario. Y señala a las redes sociales como agitadoras de cierta intolerancia:
“Estamos en un lugar extraño en este momento en términos de eliminar los prejuicios. En la mayoría de lugares el prejuicio contra las personas gays y lesbianas ha desaparecido del mundo occidental y los jóvenes, en particular, son completamente abiertos sobre su sexualidad desde una edad temprana, sin miedo a la intolerancia. El creciente enfoque de las personas transgénero en el discurso en línea, sin embargo, no siempre ayuda a su causa. Por supuesto, las personas transgénero deben ser tratadas con amor y aceptación, pero hay una violencia en las conversaciones en línea que es preocupante, y la falta de comprensión de que los derechos de las mujeres se han luchado durante mucho tiempo y necesita ser respetado. No pueden simplemente ser despedidos. Los problemas de los deportistas trans en el deporte o las personas trans en los espacios seguros de las mujeres no se puede simplemente ignorar.
La conversación sobre este tema debe tener lugar si los aliados no se van a convertir en combatientes. Soy un defensor total de los derechos de las personas trans, pero también soy feminista y respeto la necesidad que tienen las mujeres de mantener espacios seguros para ellas mismas”.
Más allá de la orientación sexual y la genitalización, John Boyne considera que el tema de los sentimientos y el amor son fundamentales y trascienden el sexo de las personas:
“Ahora percibo el amor de una manera mucho más positiva que hace unos años. En 2016, una relación de 11 años que pensé que iba a durar para siempre se terminó de manera algo brutal y me quedé muy herido. Pensé que nunca podría aceptar a alguien en mi vida. De nuevo, sin embargo, el tiempo ha curado parte del daño y estoy en una nueva relación con alguien que me hace muy feliz. Espero que continúe haciéndolo, pero no siento la necesidad de estar en pareja de la forma en que lo hice una vez. Si funciona, genial. Si no es así, tengo muchas más cosas en mi vida que dan sentido a mi existencia”.
Quince años de El niño con el pijama de rayas
Hace quince años John Boyne publicó su éxito global El niño con el pijama de rayas. Lo escribiño en un gran soplo de inspiración de dos días que lo puso en el mapa de la literatura con un libro para lectores de todas las edades, un llamado crossover:
“Me siento muy orgulloso del libro. Si bien tiene sus críticos, se ha convertido, durante una generación de jóvenes de todo el mundo, en su primera introducción a un estudio del Holocausto, que tiene una responsabilidad en sí mismo. Consciente de eso, siempre me aseguré de transmitir a los lectores jóvenes el hecho de que se trata de una obra de ficción – una fábula, de hecho – y enumerar los títulos que recomendaría que lean a continuación. Tal como lo hizo un maestro por mí. Si se anima a algunos de ellos para explorar más el tema y mantener vivos esos recuerdos, entonces eso, para mí, es quizás el logro más significativo de la novela”.
Pero Boyne desconfía de la etiqueta “novela crossover”. No cree que los escritores deban pensar en esos términos:
“Un libro debería existir por sí mismo y si encuentra un público que trasciende los grupos de edad es maravilloso, pero debería suceder al azar, no como algo diseñado”.
Educar contra la intolerancia y el fascismo
Sus novelas señalan los estragos que pueden generar las ideas fascistas y de extrema derecha como se vio en el Holocausto y la intolerancia con las minorías, por eso se muestra preocupado ante el auge de estos partidos e ideologías discriminatorias:
“Me parece que esto ha estado sucediendo durante siglos, en el sentido de que hay períodos de liberalismo seguido de períodos de actividad de derecha. No es de extrañar que la era de Barack Obama en Estados Unidos, por ejemplo, fue seguida inmediatamente por la administración Trump. Educación es la clave de todas estas cosas. Educar a nuestros jóvenes sobre los peligros del extremismo, y con esto me refiero al extremismo en ambos lados del debate político, y alentarlos a formar sus propias ideas en lugar de ser influenciados por las tonterías que a menudo leen en las redes sociales, que brinda una plataforma a las personas más insensatas también. Solo tienes que ver las respuestas de personas anti-vacunas en Twitter, que no tienen formación científica o médica. En cualquier caso, para presenciar cómo las personas pueden ser fácilmente engañadas en sus formas de pensar”.
“Detesto la cultura de la cancelación. Detesto la idea de que un ser humano pueda ser ‘cancelado’ por un mafioso en línea que son tan intolerantes con las opiniones de los demás.”
Una vertiente del mundo de las redes sociales que lo deja descolocado. Allí la intolerancia campa a sus anchas. Lo ve en comportamientos como la llamada cultura de la cancelación que penaliza y persigue a personas que expresan sus ideas más allá de lo políticamente correcto o de la corriente mayoritaria:
“Detesto la cultura de la cancelación. Detesto la idea de que un ser humano pueda ser ‘cancelado’ por un mafioso en línea que son tan intolerantes con las opiniones de los demás. Las personas que son más activas en línea, en términos de cancelar a otros, son los mismos hipócritas que predican ‘Sé amable’. He estado allí. He experimentado lo que se siente estar en el centro de un montón de personas enojadas, guerreros del teclado sin rostro que intentan destruir la vida o la reputación de una persona en 280 caracteres. Esos que promueven la cultura de la cancelación son los cobardes del siglo XXI. Debe haber debate, claro, pero este ejercicio de cancelación debe terminar”.
Precisamente su nueva novela en Reino Unido, The Echo Chamber, explora este mismo tema y muestra las consecuencias de un modelo de John Boyne reprueba.