«La Iglesia y la orden de los jesuitas sabían los hechos desde 1994», asegura Anna, una de sus víctimas
“Me besó levemente la boca diciéndome que así besaba el altar donde celebraba la Eucaristía”. Anna, una de las denunciantes del ‘caso Rupnik’, revelaba este domingo en el medio italiano Domani, los abusos sexuales y de conciencia del jesuita esloveno
«Si no hacía lo que (Rupnik) quería, rápidamente decía que mi camino espiritual se atascaba y me presentaba como ‘equivocada’ a los demás”
«Sufrí un auténtico abuso de conciencia. Su obsesión sexual no era extemporánea sino profundamente conectada a su concepción del arte y su pensamiento teológico”
“Me besó levemente la boca diciéndome que así besaba el altar donde celebraba la Eucaristía”. Anna, una de las denunciantes del ‘caso Rupnik‘, revelaba este domingo en el medio italiano Domani, los abusos sexuales y de conciencia del jesuita esloveno. En un reportaje titulado “Los besos en el nombre de la Eucaristía y el sexo de a tres para imitar a la Trinidad: Habla la religiosa víctima de Rupnik”, la víctima revela que conoció a Rupnik hace 37 años, cuando ella tenía 21, y el religioso 31, en la Comunidad Loyola de Eslovenia.
Según el relato, el jesuita “rápidamente comprendió mis fragilidades, mis inseguridades y mis miedos”. Anna fue modelo del artista, a quien dibujaba desnuda. Nunca hubo demasiadas dudas sobre lo que allí sucedía. «Tu guía espiritual es quien te guía en la comprensión sobre qué es bueno y qué es malo”, relata la mujer, quien asegura que «si no hacía lo que (Rupnik) quería, rápidamente decía que mi camino espiritual se atascaba y me presentaba como ‘equivocada’ a los demás”.
La Iglesia lo sabía desde 1994
«La Iglesia y la orden de los jesuitas sabían los hechos desde 1994, cuando llevé personalmente mi pedido de dimisión de los votos al Arzobispo de Liubliana, en los que denunciaba los abusos del Padre Rupnik”, asegura Anna, quien dio su testimonio durante la investigación ordenada por el Vaticano el pasado año.
Según el relato de Anna, Rupnik le exigía “juegos eróticos siempre peores en su taller en el Collegio del Gesù en Roma, mientras pintaba, después de la celebración de la Eucaristía o después de la confesión”. Con el tiempo, «se volvió más agresivo: recuerdo una masturbación muy violenta que no pude detener y durante la cual perdí la virginidad, episodio que dio inicio a una serie de exigencias de relaciones orales”, sostiene.
«El Padre Marko me pidió tener relaciones de a tres con otra hermana de la comunidad porque la sexualidad debía ser, según él, libre de la posesión, a imagen de la Trinidad donde, decía, ‘el tercero recogía la relación entre dos’”
“No tuvo frenos, utilizó todos los medios para lograr su objetivo, incluso confidencias escuchadas en confesión”, recordó, apuntando que los abusos incluyeron tríos sexuales. «El Padre Marko me pidió tener relaciones de a tres con otra hermana de la comunidad porque la sexualidad debía ser, según él, libre de la posesión, a imagen de la Trinidad donde, decía, ‘el tercero recogía la relación entre dos’”, relata la víctima.
«Nadie me ayudó»
Cuando Anna lo amenazó con denunciarlo, Rupnik le habría dicho que nadie le creería, porque era “tu palabra contra la mía”. En el relato publicado por Domani, la ex religiosa añade que «nadie me ayudó: ni la superiora Ivanka Hosta, a quien al final busqué, ni las otras hermanas de la comunidad. Tampoco los jesuitas superiores de Rupnik, ni el Arzobispo (de Liubliana, Mons. Alojzij) Šuštar. El Padre Marko era protegido por todos”.
En 1994 dejó la comunidad. «Sufrí un auténtico abuso de conciencia. Su obsesión sexual no era extemporánea sino profundamente conectada a su concepción del arte y su pensamiento teológico”, culmina.