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Diez meses después del anuncio del desmantelamiento de las patrullas de Ershad («Orientación hacia el buen camino», y no se refiere precisamente mediante “consejos” y “razonamientos” para luchar contra la corrupción, robos, los malos tratos, las injusticias sociales, etc.), la teocracia totalitaria islámica (TTI) vuelve a llenar las calles del país con los agentes talibanes, femeninos y masculinos, para seguir con su política de pedagogía del terror contra una nación decidida a devolverle a las tumbas de la Edad Media, profanadas por el imperialismo durante la Guerra Fría en su “santa Alianza” con la extrema derecha de todas las religiones, en contra las fuerzas progresistas y de izquierda del mundo.
Dichas patrullas que nunca se fueron, pues paseaban camufladas bajo otras denominaciones, ahora se dedican a atacar ya no a las mujeres con “mal velo”, sino a las que tras el histórico levantamiento de Mujer, Vida, Libertad y la quema de los velos en las hogueras, simplemente se niegan a llevar lo que es que la bandera del fascismo religioso como si fuera la esvástica en el uniforme nazi.
La TTI ha añadido a los antiguos castigos a las mujeres rebeldes- como: enganchar el velo con chinchetas en la frente de la mujer para que no se lo suba, golpearla con cadena de acero y puño americano, bofetadas y patadas, asestarle de 75 a 100 latigazos ordenados por la Sharia para los desobedientes, limpiar los labios pintados y teñirlos con la sangre (pues, el maquillarse también está prohibido-, unas nuevas, para humillarlas aún más: