La invitación que hago, lo sé, es un atrevimiento, basado en que tengo para mí que los ticos siempre hemos tenido una gelatinosa memoria de los hechos políticos sucedidos en nuestra Patria recientemente. En el caso de hoy me refiero a lo acaecido en la previa de y en las elecciones nacionales realizadas en el año 2018, en las cuales se rompió la naturaleza política y se irrumpió en un turbio y espeso sustrato religioso-político (religiosos haciendo política), y en muchos momentos político-religioso (políticos haciendo religión).
En ese sustrato turbio y espeso germinaban toda serie de bacterias y virus, siempre difíciles de comprender por su estructura compleja y su esencia guerrerista, los cuales terminarían siendo guerreros de Dios o del Diablo. Si de Dios pasaban a engrosar la doctrina católica y su ética del bien común; si del Diablo pasaban a engrosar la doctrina neopentecostal y su ética del enriquecimiento (teología de la prosperidad) difundida en nuestros países por las mega-iglesias norteamericanas en cuyo seno nace esa propuesta eclesiástica Neopentecostal.
Esta escaramuza estaba muy equilibrada en la previa de las elecciones nacionales
hasta el momento en el cual el “apostol neopentecostal”, Ronny Chaves, anunció que como Apostol de esa Teologia “decreta que Fabricio Alvarado (su subordinado religioso) será presidente de la República”, igual que cuando “ordenó a la naturaleza parar o disminuir el terremoto en Nicoya”. Hay que reconocer que tuvo resultados positivos, pero creyó erróneamente, que toda la situación estaba bajo el control armónico religioso-político y que la clientela eleccionaria estaba convencida de su verdad de que Fabricio Alvarado sería presidente de Costa Rica lo cual se convertiría en verdad como consecuencia de las votaciones. Pero falló, como en la “orden” que dio a la naturaleza, esta vez simplemente porque ingenuamente confiado hace público uno de los puntos principales de su estrategia religiosa-política: satanizar la casa de la Virgen de los Ángeles y a la misma Virgen, señalando su destrucción como objetivo estratégico de la teología Neopentecostal, alterando con ello el equilibrio político. Perdieron las elecciones.
Veamos, por otro lado, las elecciones generales de 2018 sucedieron en un ambiente político-económico neoliberal, como se señaló antes en un sustrato político, inestable, rancio, oscuro, en el cual la mayoría de la población había perdido muchas oportunidades de mejorar su futuro que tenía en la sociedad socialdemócrata, anterior al neoliberalismo, por el contrario la pobreza aumenta, los alimentos son cada día que pasa más escasos en la alimentación de las familias pobres, los ingresos por salario disminuyen drásticamente. Este ambiente neoliberal condiciona el proceso de elecciones, determina su dirección y su resultado.
Los neopentecostales con base en su “teología de la prosperidad” comienzan, a interactuar en ese ámbito social disminuido para la ciudadanía, comienzan a donar alimentos y otras ayudas a la población, actividad que luego produce atracción por esa teología de la prosperidad y su culto. Así, con la decisión de ir por el poder político para desarrollar su estrategia “religiosa-política” conforman el partido Restauración Nacional, sin contenido ideológico-político y programático (aunque luego hacen el esfuerzo por confundir al electorado). Ponen al frente candidatos que actúan a puros impulsos emocionales basados en las enseñanzas neopentecostales. El sentimiento principal que protagoniza el proceso es el enfrentamiento interreligioso, el cual solo produce discursos demagógicos con argumentos sobre todo de autoridad y miedo, teniendo su punto máximo en la manifestación mencionada de su “Apostol” Neopentecostal Chaves.
Estos supuestos “partidos políticos” que tienen ideología religiosa y estructura eclesiástica han desarrollado un vasto programa de dotación de ayudas alimentarias y otras a la población que las necesita tratando de llenar las carencias en este sentido que produce la organización societaria actual. En este menester han ganado mucho terreno apareciendo en las barriadas pobres con las manos llenas a manera de soluciones a los problemas que genera el neoliberalismo, sobre todo la pobreza. Es obvio, que estos “donativos divinos” entregados por “Apóstoles” y “Pastores” neopentecostales que se denominan servidores de “Cristo” en vida, demandan una respuesta compensatoria la cual en este caso es la adhesión a la secta religiosa, al pago del diezmo y a su voto en las elecciones, en este caso a favor del Partido Restauración Nacional. Bueno, tuvieron éxito, clasificaron para la Segunda Ronda de las elecciones. Pero perdieron las elecciones.
En un artículo posterior nos referiremos a los puntos de estrategia neopentecostal para obtener el poder político por un lado y la destrucción de la Iglesia Católica por medio de la declaración de guerra a la Virgen María icono principal de los católicos en Costa Rica.
Eduardo Delgado Soto es Licenciado Ciencias Políticas