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Iglesias militantes y laicismo militante

Estos días circula por la red un alegato desenfadado contra la beatificación de Fray Leopoldo en la “Base Celestial” de Armilla. (Ver artículo)
Lo propugna el laicismo militante de varios grupos que se coordinan en torno al colectivo “Europa laica”. Esta gente no se limita a defender la separación efectiva Iglesia – Estado. Además de eso, ataca y ridiculiza sin piedad todo cuanto son creencias y tradiciones religiosas.

En el extremo opuesto, las “iglesias militantes” de Estados Unidos se emplean a fondo a favor de los ideales más rancios y oscurantistas de la derecha política. Y ponen en las carreteras grandes carteles en los que se lee: “La sangre de Jesús contra Obama”, del que dicen ser “un talibán musulmán elegido ilegalmente”.

Siempre he sentido un profundo rechazo por todos los militantes, que, en nombre de sus militancias, se sienten con el derecho, no sólo de exponer y razonar cada cual su proyecto, sino que, además, pasan al ataque, ejerciendo violencia o ridiculizando a todo el que no piensa como ellos. Las religiones han sido siempre un excelente caldo de cultivo para este tipo de militantes y militancias.

¿Por qué he sentido siempre tanto rechazo hacia este tipo de militantes y sus militancias? Porque me parece que, unos por defender la religión, y los otros por atacarla, lo que en realidad hacen todos ellos es faltarnos a todos al respeto. En el fondo, lo que desean es obligarnos a los demás a cambiar. Y eso, ni más ni menos, es fanatismo, el motor de la violencia. Por eso estos militantes me producen rechazo y me dan miedo. No quiero nada de eso. Ni para defender la religión, ni para atacarla.

Yo he aprendido, en mi religión, que Jesús de Nazaret fue un hombre profundamente religioso. Su fe en el Padre del cielo fue el motor de su vida. Y su oración al Padre fue frecuente, intensa. Pero lo que yo veo, leyendo los evangelios, es que la religiosidad de Jesús no se ajustó a la religiosidad establecida. Los tres pilares de la religiosidad establecida, en tiempo de Jesús, eran el Templo, la Ley y los Sacerdotes.

Pero Jesús explicó y vivió su religiosidad prescindiendo de esos tres pilares. La profunda religiosidad de Jesús se tradujo en preocupación por el sufrimiento de los enfermos, por el hambre de los pobres y por el respeto y la tolerancia entre todos: judíos, galileos, samaritanos, extranjeros, hombres, mujeres, todos, absolutamente todos.

Si a Jesús le arrancamos su profunda religiosidad y lo convertimos en un líder social o político, deformamos su imagen y su memoria. Eso ya no sería el Jesús terreno que presentan los evangelios. Pero, tan cierto como eso, es que Jesús vivió su religiosidad, no en lo sagrado y desde lo sagrado, sino en lo profano y desde lo profano, en lo laico y desde lo laico. Por eso, cuando hablamos del cristianismo, no podemos hablar de “laicismo” (rechazo de la religión), sino de “lacidad” (la religiosidad vivida como la vivió Jesús). La genialidad de Jesús estuvo en que supo armonizar la más profunda religiosidad con la más exigente solidaridad.

Y en esto mismo estuvo también la genialidad de Fray Leopoldo. Nadie duda que él fue un hombre profundamente religioso. Pero gente muy religiosa había mucha en la Granada de los años 40 y 50 del siglo pasado. Lo genial de Fray Leopoldo es que unió su religiosidad a una entrañable sensibilidad ante el sufrimiento humano. Yo sé que, en los años 40, el convento de los capuchinos tenía una huerta grande. Y Fray Leopoldo, no sólo pedía limosna para el convento. Además de eso, por las noches, cuando nadie lo veía, les daba fruta y hortalizas a los chiquillos del barrio, que, en aquellos años de racionamiento y hambre, no tenían para cenar.

No estoy de acuerdo con la religión de las “iglesias militantes”. Ni con la anti-religión del “laicismo militante”. Y me da que pensar el hecho de que el recuerdo de Fray Leopoldo se haya popularizado más por su fama de milagrero que por su ejemplaridad de hombre misericordioso. A veces pienso que, salvando diferencias y con todo el respeto del mundo, con el recuerdo de Fray Leopoldo nos puede pasar lo mismo que nos ocurre con la memoria de Jesús. ¿No habremos organizado ese recuerdo y esa memoria, más de acuerdo con los intereses que nos convienen que con las exigencias que nos imponen?

Réplica de Juan Antonio Aguilera:    Laicismo militante

Artículo origen:

Fray Leopoldo en la Base Celestial

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