El Tribunal Supremo ha dado la razón a María del Carmen Galayo, la profesora de religión que fue despedida por el obispado de Canarias por vivir con un hombre que no era su marido, del que estaba separada.
Desestima así el recurso de la Iglesia contra la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de esta comunidad, que condenó a la diócesis canaria a pagar 10.385 euros a la docente por haber vulnerado su derecho a la intimidad. "Después de haber pasado el desierto de Jesucristo se ha hecho justicia", comentó ayer la profesora.
Galayo aseguró hablar en defensa de los 17.000 docentes de todo el país "cuyas vidas, cuerpos y almas las decide la Iglesia" y anunció que ya ha dado instrucciones a sus abogados para negociar su incorporación inmediata a la actividad docente y ser indemnizada por los últimos nueve años, en los que no ha podido impartir clases.
"Ningún obispo tiene derecho a echarme a la calle; esto es de extraterrestres; menos mal que están las leyes", decía ayer la docente, que añadió: "Estoy tan contenta que no doy crédito". La profesora comentó que se casó "con un torturador" que la obligó a ingresar en una secta. "Cuando logré escapar y rehacer mi vida con otra persona, llegó la Iglesia y me condenó". Galayo concluyó con una frase lapidaria: "Mientras se deje a los obispos meter cuchara, seguirá removiendo la sopa".
El obispado no puede recurrir salvo con un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional, aunque ello no paralizaría la ejecución de la sentencia. Con la decisión del Supremo, Galayo, especializada en Teología, cierra siete años de peregrinaje por los juzgados.
Actitudes poco cristianas
Casarse después de abandonar el sacerdocio. Haber contraido matrimonio con un divorciado. Faltar de vez en cuando a misa y salir de copas con compañeros. Mantener relaciones con un hombre que no era su esposo. Éstas son algunas de las razones que los obispos han esgrimido en diferentes ocasiones para despedir a profesores de religión. Algunos han luchado en los tribunales y han ganado.
En su sentencia más reciente (2007), el Tribunal Constitucional estableció que puede pedirse que "los profesores que se destinan a la enseñanza de la religión en las escuelas, incluso en las no católicas, destaquen por su recta doctrina y por el testimonio de su vida cristiana". Sin embargo, el propio Constitucional anuló en 1985 el despido de una mujer de un colegio de titularidad religiosa porque no era católica.