El viernes, Samuel Paty, un profesor de colegio de las afueras de París fue decapitado por un musulmán que se estaba vengando porque el maestro había mostrado las caricaturas de Mahoma de Charlie Hebdo durante una clase que dedicó a la libertad de expresión — el asesino fue abatido por la Policía horas después. Unas semanas antes, otro musulmán había herido de gravedad a dos personas frente a la antigua sede de Charlie Hebdo. Ese ataque vino justo después de que la revista republicara sus caricaturas de Mahoma en honor al juicio que empezó en esa semana contra 14 personas por los ataques terroristas contra la revista en 2015.
Según la revista, no habían vuelto a publicar imágenes de Mahoma por falta de una buena razón, y el juicio contra los presuntos 14 terroristas que ayudaron a los hermanos Kouachi era dicha razón. Pero ese es un error muy peligroso.
Esperar a que haya una “buena razón” para publicar lo que sea, lo único que hace es concederle un estatus especial a ese algo. Pero el punto principal de la libertad de expresión —y en especial de desconocer las prohibiciones por blasfemia— es precisamente que uno tiene el derecho de decir lo que quiera, sin necesidad de una buena razón, porque sí, o porque no, porque le sale de las mangas o porque a uno le da la regaladísima gana.
Es más: que un elemental ejercicio de garabateo sea etiquetado como “blasfemia” y se pretenda prohibir es una muy buena razón para repetir esos trazos tantas veces como sea necesario.
La mejor manera de desacralizar algo, como, dijéramos, la imagen de un profeta que no es de uno y al que uno nada le debe, es normalizándolo. En vez de haber esperado a una “buena razón” para publicar las caricaturas de Mahoma, la mejor manera en la que Charlie Hebdo podría haber seguido luchando contra el islamofascismo habría sido republicando las caricaturas en todas y cada una de sus ediciones, hasta que publicar las caricaturas de Mahoma fuera normal. ¡Qué mejor razón que esa!
En cambio, Charlie Hebdo decidió seguir el paso de la cobarde prensa occidental, y concederle un trato especial y privilegiado a Mahoma. Y ahora los que creen que su profeta merece dicho tratamiento especial han vuelto a matar a quienes no comparten dicha creencia ni la acatan. Independientemente de si Charlie Hebdosucumbió al terrorismo (y existen indicios en ese sentido), o si en cambio tuvieron un monumental error de cálculo, Paty y otros dos inocentes han pagado el precio de no haber normalizado las caricaturas de Mahoma.
Así que, para poner mi granito de arena, aquí están las caricaturas de Mahoma deCharlie Hebdo:
David Osorio