Aunque la Santa Sede llevaba en secreto las gestiones para la vuelta de esos cismáticos a su disciplina, la prensa italiana desveló ayer que el papa Benedicto XVI se reunirá el próximo lunes en su residencia veraniega de Castelgandolfo con el superior general de los lefebvrianos, el excomulgado obispo Bernard Fellay.
El del arzobispo Lefebvre, fallecido en Suiza en 1991, fue el tercer cisma del siglo XX en la Iglesia católica tras los de las iglesias checa (1920) y china (1950). Férreo opositor al reformismo del Vaticano II, en el que participó convencido de que la silla de Pedro estaba "ocupada por anticristos", Lefebvre fundó la Fraternidad en 1968 y cuenta con unos 350.000 seguidores, entre los que hay media docena de obispos -uno de ellos, Alfonso de Galarreta, nacido en Torrelavega (Cantabria) hace 47 años-, 400 sacerdotes, 200 religiosas y un centenar de seminaristas. Están presentes en 30 países y cuentan con 700 lugares de culto.
El Vaticano lleva negociando desde 2000 el final del cisma lefebvriano, para lo cual la Fraternidad Sacerdotal San Pío X recibiría, según sus aspiraciones, el privilegio de una prelatura personal semejante a la que disfruta sólo el Opus Dei.
La elección papal del cardenal Joseph Ratzinger, muy celebrada por los lefebvrianos, parece estrechar el acercamiento. Los cismáticos esperan que en el encuentro del lunes el Papa les conceda otras dos peticiones: que se retire la excomunión a sus obispos y que se les permita celebrar misa en latín.