Asóciate
Participa

¿Quieres participar?

Estas son algunas maneras para colaborar con el movimiento laicista:

  1. Difundiendo nuestras campañas.
  2. Asociándote a Europa Laica.
  3. Compartiendo contenido relevante.
  4. Formando parte de la red de observadores.
  5. Colaborando económicamente.

Habemus Papam · por Ximo Estal Lizondo

Es triste observar cómo la Iglesia continúa marcando no solo la política sino el propio bienestar social y humano del pueblo.

Hace unos meses, en un cónclave más propio de la Edad Media que del siglo XXI, por la falta de transparencia, el ocultismo, la parafernalia circense en algunos momentos, se eligió al sucesor papal. Salió elegido León XIV y, si en un principio parecía que iba a seguir los principios de su antecesor Francisco, poco a poco va quitándose la careta y se va viendo lo que en realidad se discutió y se habló en ese cónclave cargado de postulados rancios. Y el ejemplo lo vemos en lo que hace pocos días ya habla de que solo es familia la formada por un hombre y una mujer. Y permite y da con su silencio alas a ciertos obispos españoles, entre otros, de que la discapacidad es un mal derivado “del pecado original”. Total, no van a ver cambios y no los van a ver porque la Iglesia es así y porque la Iglesia católica actual solo es un Estado que quiere un poder económico, y como tal, sustentarse en él, y para ello solo necesita continuar con sus falacias y no estar a la altura de lo que el siglo XXI demanda de ellos.

Pero si estos son unos pequeños detalles, en este artículo voy a reflejar algunos que demuestran que queda mucho para que la Iglesia católica sea realmente lo que ellos predican: estar al servicio de aquellos que son sus creyentes.

La ultraderecha y algunos dirigentes del PP solo tienen un objetivo: destrozar la democracia y todos los valores que ella conlleva. Para ello, no paran, ni van a parar, de intentar atacar estos valores con falacias y crispaciones argumentales. Solo pretenden volver al siglo XX y a la dictadura; no quieren democracia ni libertad, aunque se apoyen en estas palabras de una manera hipócrita. Quieren imponer sus ideas de la forma dictatorial e intolerante más parecida al fascismo. El ‘pin parental’ es una muestra de ello: no quieren comprender, ni comprenden, que los hijos e hijas no son de nadie y que su educación es un derecho social que deben adquirir. Nuestros niños y niñas deben estar preparados para, de una manera responsable y con libertad, defender la igualdad de género, el reconocimiento de la diversidad sexual y afectiva y, sobre todo, saber luchar contra la discriminación social. Esto forma parte de los valores democráticos y los padres y madres fundamentalistas no deben ni pueden impedirlo. Estamos en el siglo XXI; los hijos e hijas no son de nadie, como defiende nuestra Constitución.

¿Qué va a hacer León XIV y todo su cónclave ante los pin parentales que atentan contra la libertad de conciencia? ¿Qué piensa hacer León XIV con la Iglesia católica en España, la cual, que debería ser garante de la libertad, el respeto y de poner en la sociedad la convivencia, se empeña una vez y otra en entrometerse en la política para llevar a sus seguidores a unos postulados que no van ni con el siglo donde nos encontramos, ni mucho menos con lo que se entiende que deberían pregonar en sus púlpitos y en sus mensajes? Se empeñan una vez y otra en abrir y generar en sus seguidores el odio y la crispación, en generar la falacia como argumento de fidelidad a los postulados católicos. Lo cual está, o ha estado siempre, muy alejado de lo que en realidad pregonan.

Desde siempre, la Iglesia católica en España ha estado con el poderoso y, por desgracia, muy alejada de la realidad de lo que en verdad necesita el pueblo, e incluso sus propios feligreses. Ya desde la Edad Media tenían cuotas de poder alejadas de lo que el pueblo necesitaba. Posteriormente, en las siguientes etapas de la historia, vemos cómo la Iglesia se aleja cada vez más. Y en el siglo XX, durante el golpe de Estado y la posterior represión de los vencedores, tiene un papel más de represión e incluso inquisidor que de unir y perdonar. Y, para colmo, ya en el siglo XXI se permiten dar cursos de reeducación a situaciones que la Iglesia considera enfermedades. Todo ello sin reconocer ni pedir perdón por las cientos de personas que han sido humilladas, e incluso han sufrido maltrato infantil por algunos de sus sacerdotes con el permiso, por ocultación, de los obispos correspondientes.

¿Cómo va a actuar León XIV con esta Iglesia? ¿Y con la Iglesia católica que va y basa sus sermones en una falacia tras otra? Y más cuando predican caridad e incluso ponen carteles de dar limosna o recoger dinero para los parados o gente necesitada y, junto a este cartel, ponen una cantidad que después no declaran para ver sus tesoros y su riqueza. Los no creyentes queremos indicarle a León XIV que basta ya de falacias, basta ya de que la Iglesia intente condicionar la política. La Iglesia tiene un papel y puede tener una opinión, como todos los ciudadanos y ciudadanas, pero no tiene el poder absoluto de la verdad, y más cuando basan sus discursos en la falacia y la continua mentira.

¿Y qué tiene que decir León XIV sobre nuestra Iglesia católica cuando, de una forma coloquial y espontánea, hemos expresado la frase «con la Iglesia hemos topado» cuando hemos visto o hemos hablado de los beneficios que la Iglesia católica tiene en nuestro país y lo poco que se puede criticar a esta por el apoyo externo que tiene? Pues bien, esto viene a cuento por la permisividad que se está teniendo con la Iglesia católica para enajenar bienes públicos e inmatricularlos para hacerlos propios y sacar beneficios de estos impunemente. Por el oscurantismo que se tiene con la cantidad de casos de poca transparencia que tienen a la hora de justificar sus cuentas, muchas de ellas recibidas con dinero público o extrañas donaciones. Y lo peor, la pederastia, que en casos de no ser de la Iglesia son y deben ser penados por la justicia, mientras a la Iglesia se le permite formar comisiones, falsas y absurdas, para ocultar y no condenar la cantidad de casos de violaciones y abusos que algunos prelados cometen y que, como personas que son, deben ser condenados, y la justicia civil, y no eclesiástica, debe condenar.

Pero está claro: «con la Iglesia hemos topado». La verdad es que es triste observar cómo la Iglesia continúa marcando no solo la política sino el propio bienestar social y humano del pueblo. Apoyado en un discurso falso y en unas creencias que imponen a la fuerza mediante el adoctrinamiento de cientos de miles de catequistas que, en forma de maestros, impone en los centros públicos de nuestro país. Están marcando el devenir de un pueblo que cree en la libertad, en sus creencias no impuestas a base del miedo y el adoctrinamiento falso y lleno de odio para generar división y enfrentamiento, y que utiliza a su dios como arma beligerante para la sumisión y la desunión. Y lo peor es que algunos políticos no solo los creen, sino que los defienden y postulan como el único camino a seguir. Desgraciadamente, cuando cualquier iglesia quiere marcar el devenir del bienestar, de la libertad y no permite las opiniones contrarias, y que para colmo goza de privilegios que los demás no tenemos, la libertad de un pueblo se socava y entra en la barrena de la discordia y del conservadurismo más cruel e hipnotizador del pensamiento humano. Solo este tiene el derecho a decidir, y nadie, y menos la Iglesia, a marcar su devenir.

Total
0
Shares
Artículos relacionados
Total
0
Share