La procesión del Corpus Christi de Granada, y la misa en la Catedral que la antecede, constituyen una manifestación religiosa multitudinaria plenamente legítima. Lo que no sería legítimo es que el Estado participara en ella como si se tratara de un Estado católico, en vez de democrático y aconfesional.
Pero, ¿ha participado el Estado, se ha involucrado en una ceremonia de carácter religioso? Veamos. Encontramos que en la misa y/o en la procesión del Corpus, el pasado 16 de junio, ha participado la Subdelegada del Gobierno, Inmaculada López Calahorro, la Consejera de Fomento, Marifrán Carazo, el Delegado de la Junta de Andalucía en Madrid, Vicente Azpitarte, el Delegado de Fomento, Antonio Granados, así como representantes de la Diputación. El Ayuntamiento ha tenido una participación especialmente significativa, saliendo en una aparatosa comitiva desde su sede en la plaza del Carmen, encabezada por el alcalde, el socialista Francisco Cuenca, y en la que ha destacado la exhibición (entre otra parafernalia medieval) del Estandarte Real, portado por la edil de VOX y escoltado por fuerzas del Ejército de Tierra. Sólo ha faltado, honrosamente, el grupo municipal de Unidas Podemos. Hemos visto también a altos cargos de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, y a altos mandos de los Ejércitos de Tierra y del Aire, con la destacada presencia del Teniente General Jefe del Madoc, Jerónimo de Gregorio, en representación de la mismísima Casa Real. Y no somos exhaustivos. Todos los actos religiosos, transmitidos con desatado fervor católico por la televisión pública municipal de Granada, TG7.
En definitiva, el Estado ha participado extensamente en los actos religiosos del Corpus, con profusión de autoridades públicas nacionales, autonómicas, provinciales y municipales, civiles y militares.
Desde Granada Laica queremos recordar cosas elementales, como que las autoridades públicas deben representar o servir a toda la ciudadanía, no de manera preferente a quienes profesen ciertas creencias. ¿Dónde queda el respeto a todas las personas, con independencia de sus convicciones (religiosas, no religiosas o anti-religiosas) de esas autoridades civiles y militares y de las instituciones que representan?
¿No les parece que esta exhibición de fervor por parte de cargos públicos tiene poco que envidiar a las manifestaciones nacional-católicas del franquismo? Si Franco (ya saben, aquel dictador nacional-católico y criminal que procesionaba bajo palio) levantara la cabeza y viera la procesión del Corpus granadina, ¿no pensaría satisfecho “¡pues sí que lo dejé todo atado y bien atado!”?