Granada Laica, contra los actos confesionales del rey Felipe en Granada

La Casa Real informa que el pasado día 30 de mayo el rey Felipe VI «visitó como Hermano Mayor Perpetuo de la Muy Antigua, Pontificia, Real e Ilustre Hermandad Sacramental de Nuestra Señora de las Angustias, la Basílica de Nuestra Señora de las Angustias, Patrona de la ciudad de Granada».

En la visita se ratificó ese nombramiento como «Hermano Mayor Perpetuo» con la entrega que se le hizo de una medalla bendecida por el arzobispo de Granada, José María Gil Tamayo. El rey se santiguó y realizó una reverencia a la Virgen de las Angustias, que no fue la única, pues también inclinó ostensiblemente la cabeza ante el arzobispo. En todas estas actividades estuvo continuamente arropado por autoridades civiles y militares, como el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, el delegado del Gobierno en Andalucía, Pedro Fernández, la alcaldesa de Granada, Marifrán Carazo, o el jefe del Mando de Adiestramiento y Doctrina (MADOC), Teniente General José Manuel de la Esperanza.

Desde Granada Laica expresamos nuestro rechazo a los actos confesionales del rey Felipe VI (a los que por desgracia nos tiene acostumbrados, como su padre), así como al respaldo que en ellos tuvo de las altas autoridades militares y civiles. Como Jefe del Estado, es inadmisible que vulnere de manera flagrante la aconfesionalidad del Estado que proclama la Constitución en su artículo 16.3. Esta dicta, en su artículo 56, su función de símbolo de la «unidad y permanencia» del Estado. Dado ese papel, cada vez que agacha la cabeza ante representantes de la Iglesia y de un Estado extranjero (la Santa Sede), como el arzobispo de Granada, ¿no está humillando simbólicamente al propio Estado, y por tanto faltando gravemente su deber constitucional?, y ¿no está ignorando e incluso ofendiendo a gran parte de la ciudadanía?

Desde Granada, Andalucía y Europa Laica, exigimosdel Jefe del Estado y de todas las autoridades civiles y militares que, atendiendo al principio democrático de igualdad, dejen definitivamente atrás el nacional-catolicismo respetando la diversidad de convicciones y creencias religiosas, no religiosas o antirreligiosas de la ciudadanía, sin privilegio ni menoscabo para ninguna de ellas.