Defensor acérrimo del laicismo, el periodista cuenta cómo siguieron tras el atentado del extremismo islámico en el que murieron 12 personas.
No se dejen llevar por las apariencias: Gérard Biard no es un hombre libre.
Aunque haya viajado de París a Buenos Aires, aunque sea una de las estrellas del encuentro «Ideas», que empieza hoy, aunque en ese encuentro se reúnan pensadores de distintos lugares del mundo. Él, Biard, el director de la revista francesa Charlie Hebdo no es libre: anda con custodia desde que, en enero de 2015, dos hombres entraron a la redacción al grito de «Alá es grande» y mataron a 12 personas a los tiros.
Por publicar viñetas burlándose de todos y de Mahoma también.
Por defender con los dientes apretados pero con una carcajada en la boca la idea del Estado laico de la que Francia gusta hacer gala.
Fue un tiro al corazón de la idea de la libertad de expresión en que se han fundado las democracias occidentales. Y por la herida que abrió ese tiro se colaron preguntas antes inaceptables: ¿Es legítimo poner límites a la libertad de expresión? ¿Es válido hacer callar a quien ofende? De lo que siguió: ¿Acaso ofender es necesario para garantizar la libertad de expresión, dado que para tirar flores nadie la necesita?
Todo eso pasó cuando un día en París los hermanos Chérif y Said Kouachi entraron con fusiles a la redacción de Charlie Hebdo. La policía los mató dos días después, cuando la prensa todavía hablaba de ellos como «supuestos autores» de la masacre. No venían de lejos: habían nacido en París.
Desde entonces -y este jueves acá, en Buenos Aires- Biard anda custodiado. Le preocupa saber que hoy su cara estará en los diarios. No se puede -por ejemplo- salir con él a la vereda, por más que el fotógrafo insista de todas las maneras. Apenas se logra, con mucha negociación y cuidado, pararlo en un balcón. Y los policías que lo tienen a cargo miran la escena nerviosos.
-¿Está todo perdonado, como decía la primera tapa de la revista después del atentado?
-Elegimos esa tapa, en la que Mahoma sostiene el cartel que dice «Yo soy Charlie», porque nadie puede decir con certeza su verdadero significado. ¿Es el profeta quien dice «Todo está perdonado» o es la redacción de Charlie Hebdo? ¿O los dos? Trabajamos mucho en esa tapa. Queríamos encontrar el mensaje adecuado después de lo que había pasado. Queríamos que no fuera gracioso, pero que hiciera reír.
-¿Como apareció la frase?
-Fue muy tarde, a la noche, la hizo el historietista Luz. Estábamos cansados, habíamos probado varias tapas muy diferentes, en un momento él estaba sentado en una esquina y dijo, «Bueno, me voy a ir a dormir, pruebo la última». Hizo esto y nos lo mostró a todos… y nos reímos. Y supimos que ok, era ésta.
-Y ahora para usted ¿está todo perdonado?
-No soy creyente, no sé si existe el perdón, si creo en el perdón, es algo demasiado religioso.
-¿Por qué? Yo te puedo perdonar por algo.
-No, podés entenderlo pero el perdón es otra cosa, borrar la importancia de un hecho. Nunca uso esa palabra. En Francia tenemos una larga relación con la religión, tenemos esta palabra, «laicismo», que tiene una larga historia.
-Que empieza cuando…
-Creo que hay tres momentos en la historia del laicismo. Uno en el siglo XVII, cuando Enrique IV da derechos políticos a los hugonotes (que eran protestantes). Al hacer eso, en cierta manera dijo que el Estado no tenía una religión oficial porque le dio derechos políticos a otra religión. El segundo momento es la Revolución Francesa, por supuesto. Ahí nació la filosofía del laicismo y hubo una acción muy fuerte: matar al rey, que era el representante de Dios. Es decir, nosotros, los franceses, matamos a Dios. Y el tercer momento es 1905, con la ley de completa separación de la iglesia del Estado. Y algo más: el secularismo anglosajón dice que el Estado no interfiere en asuntos religiosos. El francés es al revés: es la religión la que no se mete con los asuntos del Estado.
El periodista y sus custodios detrás; convivir con el peligro. / Ruben Digilio
-Si los franceses mataron a Dios, ahora Dios parece haber mandado emisarios a matar franceses…
-El problema es que en el nombre de Dios podés matar a quien quieras, eso es lo que se hace en todas partes. Si tratás de encontrar una razón de estos asesinatos, por qué ISIS mata gente en gran parte del mundo, vas a tener miles de motivos. Matan donde quieren establecer un poder político. El Islam es una religión, por supuesto, pero sobre todo es política.
-Como el catolicismo.
-¡Claro! Es absurdo decir que el islamismo no tiene nada que ver con el Islam y que el terrorismo islámico no tiene nada que ver con el Islam. Es como decir que la Inquisición no tuvo nada que ver con el catolicismo. Decir que el Islam es una religión de paz no significa nada, ninguna religión es absolutamente de paz o de guerra, es algo que la gente usa para sí misma o para controlar a otra gente. Y la religión no es más que una idea.
-Pero es una idea que se propone como una verdad absoluta.
-Sí. Y cuando vamos al terreno político, la religión es totalitarismo. Porque esta es la verdad, nuestra ley es la verdad: no podés discutir mi ley, no podés cambiarla, no podés ni decir que no estás de acuerdo.
-Hace unos años el laicismo se daba por hecho. Ahora, por ejemplo, hay provincias con educación religiosa… ¿Qué pasó con las democracias liberales? ¿Fallaron? El mundo es más religioso que hace 50 años
-Por supuesto. En Francia y en otros países la izquierda se olvidó de que estaba contra la religión.
-¿Por qué?
-Porque el Islam hoy es la religión de los desposeídos. El error de la izquierda es confundir la religión con la condición social.
-En los últimos atentados los atacantes no llegaron de afuera. Los Estados no consiguieron integrarlos, que vivieran bien…
-De acuerdo. Pero la izquierda no quiso decir que la situación social no se resuelve a través de la religión y permitió que se dijera que una religión iba a permitir a las clases sociales relegadas salir de allí. Y han aceptado que se les dieran derechos religiosos en vez de derechos sociales.
-¿Qué condiciones políticas necesita una revista como Charlie Hebdo para existir?
-La democracia. Punto.
-¿Y está funcionando?
-Sí, lo que llama la atención es que Charlie Hebdo, una revista que se ha reído de todos los poderes políticos, que siempre ha criticado a las instituciones, que nunca tuvo buena relación con la Policía, hoy está protegida por la Policía. Eso significa que la democracia funciona, hoy hay policías que cobran para morir en mi lugar, si llega el caso. Y lo hacen. Eso confirma la idea de que la democracia funciona.
-Las ventas de la revista subieron después del impacto. ¿Y ahora?
-Estamos en un nivel que nos permite continuar sin problemas, se vende más que otros periódicos, y eso que hay una gran crisis de la prensa francesa.
-¿Más o menos que antes del ataque?
-Mucho más. Mucha gente nos descubrió en ese momento. Somos un periódico viejo, de los años 70, que tuvo una pausa de 1980 a 1992 y volvió con periodistas históricos y otros nuevos. Siempre había sido un periódico satírico y político pero no se puede hacer sátira política en estos días como se hacía en los 70. En los 80 apareció una emisión de televisión muy popular, Les Guignols, actuada por marionetas que eran caricaturas de políticos, de artistas, de cantantes, y que comentaba la actualidad. Generalizaron una forma de sátira muy violenta, muy comprometida. Lo transgresor que tenía Charlie Hebdo tenía que ir por fuera de eso. Hubo que ser más agudos. Pero también el mundo había cambiado y políticamente un periódico de izquierda como Charlie Hebdo no podía tener la misma posición que en los años 70. Por ejemplo, tuvimos un enorme debate interno sobre la guerra de Kosovo, sobre si estábamos de acuerdo con una intervención militar para detener una limpieza étnica si nos manteníamos con nuestra postura tradicional, que era pacifista. El slogan de Charlie Hebdo era «Abajo todas las armas» .
-¿Y qué pasó?
-Se partió la redacción. Una parte sostuvo al intervención, otra se opuso.
-¿Y qué pusieron en la tapa?
-Hubo varias tapas, pero en general apoyamos la intervención.
-Usted está en la organización Zeromacho,a favor de las mujeres- Cómo ve la prohibición de la burka en lugares públicos que se decidió en Francia?
-La burka no es feminista. ¿Alguna vez te pusiste una?
-No.
-Yo sí. No es sólo lo que se ve de afuera, es decir, un fantasma. Desde adentro no se ve nada. No se ve el mundo. La burka no es un símbolo religioso, es una herramienta para apartar a las mujeres del espacio público. Sé que hay feministas que lo defienden..
-La duda es si el Estado, al decidir como no se pueden vestir las mujeres, no las violenta también.
-Hay cosas que el Estado establece: si salgo a pasear desnudo me van a llevar preso. Acá el Estado entiende, y creo que tiene razón, que en una democracia, donde teóricamente hay igualdad entre hombres y mujeres, no se debe apartar, borrar, a las mujeres del campo público.
-¿Cómo ve Europa en 20 años?
-Uffff no soy Nostradamus… Europa se fundó al revés, primero como una entidad económica y después como una entidad política. Hoy tenemos el multiculturalismo, es verdad, pero sobre todo hay un retorno violento de las identidades, que se enfrentan. Europa se fundó sobre el libre mercado en lugar de fundarse sobre el universalismo.
Biard sonríe. Suave, amable. Y se va: custodiado.